Jesucristo vino a la tierra para liberarnos de las ataduras del pecado y darnos vida plena. Sanó a los que sufrían, perdonó a los cautivos y oprimidos, y les dio visión espiritual a los ciegos. A través de su poder, Dios puede sanar el corazón herido, romper todo vicio y liberarnos del miedo y la angustia para darnos paz.