Miró soñaba con ser artista desde niño y comenzó a practicar dibujando ojos de animales. Estudió en una Academia de Arte y tuvo su primera exposición en Barcelona a los 24 años. Más tarde se mudó a París, donde sus cuadros empezaron a representar el universo después de subir a una torre alta. Regresó a España años después, donde continuó experimentando con colores y formas hasta su muerte en Mallorca en 1983.