Juan Ramón Jiménez nació en 1881 en España. Tuvo una infancia tranquila pero temerosa del mundo exterior. Más tarde descubrió la poesía modernista que se alineaba con su sensibilidad melancólica. En 1901 falleció su padre, lo que le afectó profundamente y sufrió una crisis nerviosa. Fue nombrado profesor en la Universidad de San Juan en 1915. Ganó el Premio Nobel de Literatura en 1957. Murió en 1958.
Las capacidades sociomotrices son las que hacen posible que el individuo se pueda desenvolver socialmente de acuerdo a la actuación motriz propias de cada edad evolutiva del individuo; Martha Castañer las clasifica en: Interacción y comunicación, introyección, emoción y expresión, creatividad e imaginación.
ACERTIJO DE CARRERA OLÍMPICA DE SUMA DE LABERINTOS. Por JAVIER SOLIS NOYOLAJAVIER SOLIS NOYOLA
El Mtro. JAVIER SOLIS NOYOLA, crea y desarrolla ACERTIJO: «CARRERA OLÍMPICA DE SUMA DE LABERINTOS». Esta actividad de aprendizaje lúdico que implica de cálculo aritmético y motricidad fina, promueve los pensamientos lógico y creativo; ya que contempla procesos mentales de: PERCEPCIÓN, ATENCIÓN, MEMORIA, IMAGINACIÓN, PERSPICACIA, LÓGICA LINGUISTICA, VISO-ESPACIAL, INFERENCIA, ETCÉTERA. Didácticamente, es una actividad de aprendizaje transversal que integra áreas de: Matemáticas, Neurociencias, Arte, Lenguaje y comunicación, etcétera.
2. SU VIDA
Juan Ramón Jiménez nació en Moguer, España el 24 de diciembre de
1881. Fue hijo de padre castellano y madre andaluza. Su infancia
transcurrió sin apremios económicos, empero con cierta temerosidad
de conocer el mundo.
Con el tiempo conoce la poesía modernista y se identifica con ella,
pese a que su sensibilidad e intimismo melancólico se inclina del lado
becqueriano.
3. En 1901 fallece su padre, hecho que le afectó profundamente, por lo que
sufre una crisis nerviosa que le obliga a permanecer en sanatorios de
Madrid y del sur de Francia.
A Juan Ramón Jiménez le pusieron varios apelativos, siendo los más
conocidos: "el retraído y "el cansado de su nombre".
En 1915 es nombrado profesor de la Universidad de San Juan, la que
acoge al gran poeta español con el mayor cariño, admiración y respeto.
Ganó en 1957 el Prenio Nobel de Literatura, siendo su novela-poema:
"Platero y Yo" lo que influyó para obtener ese galardón.
Muere el 29 de mayo de 1958. Sus restos fueron trasladados a España,
donde están enterrados junto con los de su esposa, en el panteón
familiar de Moguer.
4. Te Deshojé Como Una Rosa...
Te deshojé como una rosa,
para verte tu alma,
y no la vi.
Mas todo en torno
-horizontes de tierra y de
mares-,
todo, hasta el infinito,
se colmó de una esencia
inmensa y viva.
Juan Ramón Jiménez
JUNTO A SU ESPOSA ZENOBIA
5. PLATERO Y YO………..
Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de
algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros
cual dos escarabajos de cristal negros.
Lo dejo suelto, y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas
apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas... Lo llamo dulcemente:
"¿Platero?", y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé
qué cascabeleo ideal...
6. La poesía para Juan Ramón Jiménez responde esencialmente a tres
impulsos: SED DE BELLEZA, ANSIA DE
CONOCIMIENTO Y ANHELO DE ETERNIDAD.
Ante todo, la poesía es belleza, es la expresión de todo lo bello.
Según nos explica, la belleza es la lucha inquieta, constante y
atormentada del espíritu para penetrar en lo desconocido, lo invisible
e inefable; puede estar en todo, “porque en todas partes hay vida y
muerte ”, en lo llamado bello o feo. Lo que importa es conjugar
instinto e inteligencia con el fin de hallar la verdad, la esencia, lo
perdurable de las cosas a través del tiempo.
Además, la poesía es un modo de conocimiento, algo que permite
profundizar en la esencia de la realidad. Y es también expresión de
anhelo de eternidad, concebida como posesión inalcanzable de la
Belleza y de la Verdad.
7. En el balcón, un instante
nos quedamos los dos solos.
Desde la dulce mañana
de aquel día, éramos novios.
—El paisaje soñoliento
dormía sus vagos tonos,
bajo el cielo gris y rosa
del crepúsculo de otoño.—
Le dije que iba a besarla;
bajó, serena, los ojos
y me ofreció sus mejillas,
como quien pierde un tesoro.
—Caían las hojas muertas,
en el jardín silencioso,
y en el aire erraba aún
un perfume de heliotropos.—
No se atrevía a mirarme;
le dije que éramos novios,
...y las lágrimas rodaron
de sus ojos melancólicos.