Entre los 20 y 30 años, las personas disfrutan de su máxima vitalidad física y capacidad, buscan la verdad y el conocimiento a través de distintos puntos de vista, y establecen su identidad mientras intentan alcanzar metas realistas. También es una etapa en la que se establecen relaciones íntimas de pareja o amistad, comienzan los ciclos de familia y trabajo, y se diseña el estilo de vida. La curiosidad de los jóvenes por el significado de la vida los hace receptivos al evangelio.