APOS - Global Médica SA: Contrato de prestación de servicios farmacéuticos
KILIMA 143 Febrero 2024
1. Queridos amigos:
Los africanos, salvo los que viven en la zona Norte del continente, tienen de común que
son de color de piel más bien oscura e incluso negra, pero se diferencian mucho, no solo en
costumbres, sino también temperamentalmente. Hay algunos que son guerreros, violentos, poco
aficionados a las bromas, decididos y otros, por ejemplo, son apocados, que hablan mucho pero
hacen poco, amantes de largas tertulias, pero poco amantes del trabajo.
Pero a pesar de las diferencias tienen unos cuantos puntos en común que para nosotros
pueden parecer infantiles, pero a los que ellos les dan suma importancia: la hechicería, la fuerza
de los amuletos, la premonición de los sueños, el mal de ojo, etc.
Os voy a contar un hecho que me
sucedió hace unas semanas en un
poblado no muy distante de la parroquia.
Murió un niño que llevaba
enfermo en su choza una temporada no
muy larga. Cuando alguien muere, lo
primero que hacen es examinarle bien su
cuerpo para ver si pueden descubrir
algún signo que demuestre la
enfermedad que padecía, algún moratón,
alguna herida, una hinchazón, etc. Pero
aparentemente todo parecía normal,
luego era evidente que algún hechicero
le había comido su fuerza vital y a
consecuencia de ello, había fallecido.
Empezaron a sospechar de un abuelo de la familia pero no tenían pruebas para poder acusarle.
Con frecuencia, las personas mayores son acusadas de hechicería. Si han vivido largos
años es porque se han apoderado de la fuerza vital de otras personas y de esa forma han
fortalecido la suya propia, con lo cual se han hecho más resistentes a todo tipo de enfermedad o
del ataque de otros hechiceros.
2. Después de darle tierra, se reúnen las dos familias, la de padre y la de la madre, en la casa
donde vivía el difunto, en la que reciben también a los conocidos y toda la gente que quiere
hacerse presente para manifestar sus sentimientos por este triste suceso.
Normalmente se reúnen en el exterior porque las chozas son muy pequeñas para recibir a
tanta gente. Solo un grupo de mujeres permanece en su interior. Como tampoco tienen sillas
para acoger a todos los que llegan, cada cual se prepara un “sentadero” sobre el que descanse su
cuerpo. Unas ramas, un ladrillo, un pedrusco pueden solucionar el problema.
Hace algunos años, la gente que
asistía a estos duelos, participaba con un
poco de harina, o verduras, para que las
mujeres lo cocinaran y pudieran dar de
comer a los que asistían al funeral, pero
ahora la situación económica no es la
misma y permanecen en ayunas o lo que es
peor, hay quienes se enteran que hay un
duelo en el pueblo y se apuntan a él, se
hacen presentes, con la esperanza de que
también podrán comer ellos aunque no
conocieran al difunto.
Las noches son frescas, e incluso frías, especialmente los meses de Junio y Julio. La gente
se va sentando en círculos en torno a una fogata que han encendido con las ramas que les han
proporcionado los familiares del difunto. Los familiares descansan en el interior de la casa, pero
como tampoco tienen camas para todos, se tumban en el suelo y se cubren con cualquier cosa.
En una de las “habitaciones” de la choza se encontraba el que sospechaban que podría ser el
hechicero.
Pero cuando a la mañana siguiente se despertaron todos, él no se despertó. Algunos que
durmieron también en la choza, dijeron que por la noche le habían oído sollozar y gritar: “No
me matéis, yo no he sido” en repetidas ocasiones, pero nadie sabe cuándo dejó de respirar, nadie
se interesó por su estado ni por saber por qué gritaba. Le llevaron a un hospital cercano, pero no
hicieron sino certificar su muerte.
No merece la pena intentar conocer más detalles sobre lo que ocasionó su muerte. Es
imposible creer que no le oyeran chillar y no hubiera alguien que fuera a su habitación para ver
lo que pasaba. Pero nadie dirá la verdad de lo sucedido. Esa persona era un hechicero, luego
tenía que morir, de lo contrario seguiría ocasionando desgracias y convenía poner un punto final
a sus fechorías.
Yo no estaba enterado de
las “actividades” del
hechicero y había
programado el funeral
para el día siguiente, pero
vinieron los de la familia
para decirme que no
podíamos celebrar ese
funeral hasta que no se
esclareciera su
participación en el
“asesinato” de su nieto.
Van pasando las semanas
y todo ha vuelto a la
normalidad, lo que me hace suponer que no habrá misa por el difunto.
3. No siempre el que es acusado de hechicería es condenado a muerte, otras veces le llevarán
a un curandero para que le libere de ese mal que le aqueja, o celebrarán un rito en la que
“escupa” su hechicería, o será despojado de las riquezas que posea, por ejemplo, las chapas
metálicas con las que cubre su tejado, o expulsado del pueblo.
Y ante estos hechos, la policía no interviene, no sea que el espíritu del muerto actúe contra
él o su familia.
Pero no solamente las personas mayores son acusadas de hechicería, sino también todas
aquellas que sufren una malformación física y cuanto más grave sea ésta, con mayor seguridad
será acusada de estar en posesión de fuerzas misteriosas con las que ejerce su poder para
ocasionar el mal. Quieren que su desgracia no recaiga solamente sobre ellas sino que también
los demás sufran su penosa situación.
Otra forma de pertenecer al grupo de hechiceros es participando en la comida de una persona
que ya está “contagiada”. Esto sucede con frecuencia con los niños. Por ejemplo, una mujer está
comiendo un trozo de pollo y su sobrino, que está cerca, le pide un trozo a su tía. Ésta se lo da,
pero como la tía está contagiada, le transmite por el alimento la hechicería a su sobrino.
Normalmente eso no se conoce al momento, sino que, por ejemplo, una noche un miembro de
la familia comienza a sentirse enfermo sin una razón aparente, ya sea porque ha comido una
comida que no estaba en buen estado, o ha cogido una corriente de aire frío, o porque se ha
dado un golpe, etc., y la madre comienza el interrogatorio en la familia, o bien, el enfermo
mismo le ha visto en sueños al crío y este confiesa que una vez su tía le dio un cacho de pollo
que estaba comiendo ella y eso aclara la situación, porque se descubre que fue ella quien le
4. transmitió al crio la hechicería que poseía y ahora el crio le ha transmitido el mal al que se ha
puesto enfermo.
También sucede que cuando se van levantando por la mañana, uno de los hijos cuenta que
ha sentido que por la noche le llamaban por la ventana y unas mujeres le han llevado a un prado
en el que han celebrado una fiesta y han comido lo que han preparado ellas. Al término de la
fiesta, le han pedido que la próxima vez también él lleve a algún familiar suyo para que celebren
el banquete y los padres del crio tiemblan porque piensan que los hechiceros han venido a
visitarle a su hijo y le han pedido que se lleve a uno de ellos para “merendárselo” en la reunión.
La creencia sobre la existencia de unas fuerzas que pueden acarrear el mal, es algo que
pienso está en la conciencia de casi todos, pero ellos saben que los europeos no creen en esas
cosas y normalmente nos lo ocultarán cuando se vean en apuros, pero nos pedirán bendiciones
para curarse de una enfermedad o de una desgracia. En ese momento, pensamos que están
atravesando una situación que no se atreven a confesar y rogamos por ellos para que vuelvan a
gozar de la paz.
Pero vamos a cambiar de tema, porque el africano es una persona alegre y sabe ocultar los
males que padece para no atormentar a nadie con sus pesares.
Por muy espaciosas y anchas que sean las calles de la ciudad, con la llegada de tanta gente
que procede de otras provincias, pero que llegan hasta aquí con ánimo de encontrar una forma
de vida que les permita sacar adelante a sus familias, hace que los mostradores de los mercados
se queden pequeños y no tienen ningún reparo en extender por el suelo las mercancías,
generalmente verduras, que han traído para
sacar unas perras a costa del hambre de los
nuevos clientes que han aparecido en la
ciudad: pescado seco, alubias, verduras,
pollos, cocos, plátanos, cebollas,.. etc., de
modo que apenas puedan pasar los vehículos.
De vez en cuando interviene la policía
para ensanchar las calles y hacer que las
mercancías que inundan la calzada sean
retiradas a los mostradores o desaparezcan del
5. suelo en el que esperaban la llegada de compradores. Eso provoca un revuelo y un griterío que
les encanta a los policías porque se apropian de toda la mercancía que se encuentra extendida en
el suelo ya que va contra la higiene y al mismo tiempo les permite recibir algunas propinas de
las mujeres que no tienen dónde colocar lo que han traído a la venta o tratan de alegrarles a los
policías para que puedan seguir donde estaban.
Yo creo que hasta los
microbios tienen compasión de las
pobres “aldeanas” y no atacan a
sus verduras, extendidas sobre
papeles sobre el mismo asfalto de
la calle. Los encargados del
ayuntamiento sobre la salubridad
han pasado varias veces
recomendando a las “aldeanas”
que construyan nuevos
mostradores para exponer sus
productos pero nadie les hace caso
porque el dinero necesario para
comprarse unas tablas, lo necesitan
para pagar los cuadernos de la
escuela de sus hijos.
Por eso, el problema se soluciona cuando pasa la policía para poner un poco de orden,
porque consiguen ensanchar las calles, al tiempo que reciben unas propinas de las vendedoras y
también una parte de lo que traían para vender va a parar a las bolsas de plástico que traía la
policía en los bolsillos del uniforme. De esta forma se establece una especie de amistad entre
ambos y se tratarán con más comprensión la próxima vea, ya que no van a cambiar de forma de
actuar.
Todos chillan pero nadie se molesta. Los encargados del servicio de higiene volverán a
pedir un poco más de limpieza a las vendedoras de verduras, quienes seguirán instalando su
mercancía sobre el asfalto de la calle,
regalándoles unas cebollas o unos tomates a los
del servicio de higiene, quienes lo repartirán
con el personal del Ayuntamiento y nadie se
toma la molestia de poner en práctica lo que
está mandado.
Todo el mundo piensa que cumple con la
ley. Los del Ayuntamiento, porque han
movilizado al Servicio de Higiene. Los del
Servicio de Higiene, porque se han paseado por
las calles enseñando lo que hay que hacer, la
policía, porque ha hecho limpiar las calles, los vendedores ambulantes y verduleras, porque ya
han retirado sus mercancías de las aceras. Cada cual ha cumplido su misión pero nada ha
cambiado porque mañana seguirán actuando de la misma manera.
Un abrazo.
Xabier