2. El obispo de Bilbao denuncia la
explotación infantil en las minas de
cobalto en la RD del Congo
18 JULIO 2023. MISIONES DIOCESANAS VASCAS - BILBAO
El obispo de Bilbao, Joseba Segura, visitó RD Congo a finales del mes de junio, tal como
hemos ido publicando. Entre otros lugares, el obispo de Bilbao estuvo en sur del país, al oeste
de Likasi, “la ciudad a la que nuestro misionero Xabier Goikuria ha entregado su vida”, Ahí
está Kolwezi, hoy la mayor zona productora de cobalto en el mundo. “Aquí -explica Segura– se está
viviendo un drama que tiene mucho que ver con algunos objetos que consideramos imprescindibles
en nuestro presente y para el futuro: móviles, coches eléctricos, acumuladores…. todo lo relacionado
con las baterías de litio”.
Al final del texto reproducimos el vídeo de un reportaje cuyo tema central es la explotación del trabajo
infantil que se está produciendo allí. “No son algunos niños. Son decenas de miles”, señala el obispo
en la presentación. Este video es la edición de un reportaje publicado en DN
(https://www.democracynow.org) el 13 de julio de 2023. “Lo he grabado -dice Segura– con subtítulos
que traducen automáticamente el original inglés. La traducción no es perfecta, pero permite seguir el
contenido esencial. El protagonista del reportaje es Siddharth Kara, autor de un excelente libro sobre
el tema titulado ‘Cobalt Red: How the Blood of the Congo Powers Our Lives’ cuya lectura
recomiendo encarecidamente. Su contenido es demoledor. Este video es un pequeño resumen de lo
que esa obra de investigación ilustra con detalle”.
Mujeres africanas
En una reciente entrevista, al regresar de RD Congo, Segura explicaba que se ha encontrado con
que muchas de las obras que se iniciaron por la iniciativa de los misioneros vascos, siguen en
marcha “y ya en manos de africanos, más bien africanas, -matiza- o sea, congregaciones religiosas
africanas, que se pusieron en marcha en África y que todas sus vocaciones son africanas”. Destaca
que sobre todo las mujeres, tienen una gran capacidad para gestionar -un hospital, una escuela, un
centro de discapacitados, una casa de niños huérfanos…-, “o gestionar tantas cosas que el corazón
de la mujer, sabe cuidar y sabe priorizar más que los intereses de varones que, a veces, se ponen
delante de los intereses de las obras”. Y defiende que, en general, «una cosa que saben todos los
especialistas en cooperación es que es mucho más seguro poner una obra, incluso recursos
económicos en manos de las mujeres, que en manos de los hombres, en determinados países y
situaciones. No digo yo que eso sea una cosa general, pero hoy por hoy es así. Y es muy bueno
saber -añade- que hay mujeres que tienen capacidad de gestión económica y que son mujeres
africanas, que han aprendido y que están comprometidas con la obra, con ese corazón que han
puesto muchos misioneros y misioneras europeos y que ahora cada vez es un corazón más de allí”.
3. Explotación de recursos
En la entrevista, el obispo también habla del tema de la minería “para poder vivir allí -dice- hace falta
tener mucha flexibilidad y aceptar muchas situaciones que a nosotros nos parecen caóticas». Por
ejemplo, como circulan por las carreteras cientos y cientos de camiones”. Se refiere básicamente a la
zona sur, que es la zona minera. La región que se conocía como Katanga y que ahora se subdivide
en cuatro provincias, entre las que están Alto Katanga y Lualaba, dos provincias en las que sigue
habiendo presencia misionera vasca. En esa zona existe una concentración de minerales muy
valiosos, muy grande. Allí -explica- hay muchas empresas y el jefe tradicional de la zona recibe
comisiones millonarias, con lo que eso supone “allí salen camiones y camiones, cientos de camiones
en una fila y atraviesan la frontera en unos puntos que es un auténtico caos, por ejemplo en este
momento con Zambia”. Luego van a Tanzania y llegan a los puertos del este de África y de allí se
embarcan y se van para China, se van para India…, “en fin, una cosa tremenda”.
4. ÚLTIMA PARADA:
LUBUMBASHI Y REGRESO
MIKEL ROBLEDO LÓPEZ
Queda bastante lejana mi experiencia en la República Democrática del Congo durante el mes
de julio de 2022, pero faltaría a mi compromiso de contar la experiencia completa si no
escribiera unas últimas líneas sobre Lubumbashi y el regreso a casa con la mochila cargada
de recuerdos.
Habíamos dejado atrás a Xabier, sus proyectos y la ciudad minera de Likasi. Nos dirigimos a
la última parada, Lubumbashi. Según llegamos a la capital, pudimos conocer a Patrick, el
médico al que ayudó durante muchos años Luis Mari. Ahora tiene una magnífica familia y una
casa donde nos ofreció una gran cena.
Al día siguiente, nos encontramos con una veintena de becados durante todos estos años en
la Catedral de la ciudad. De allí, nos llevaron a visitar un parque de animales, aunque
previamente, en una reunión improvisada, nos agradecieron infinitamente la ayuda que se les
prestó. También nos explicaron lo que había supuesto para ellos poder estudiar y desarrollar
sus vidas. Por la tarde, al regresar a la casa de las Capuchinas Terciarias del barrio de
Manika, pasamos por un supermercado. Fue una oportunidad para comprobar de nuevo las
grandes desigualdades que había en aquella ciudad y en todo el país. No importa el lugar,
quien más tiene, menos va a sufrir. Eso les tocará a los últimos.
El domingo, víspera de la partida, fue un día intenso. Por la mañana, fuimos a la misa de la
parroquia de San Pablo que está en el mismo barrio de Manika. Es muy curioso y llamativo
ver el número de personas que asisten, la intensidad con que celebran la fe, la duración de la
misa y los cantos alegres que la acompañan. Al terminar la eucaristía, tuvimos que ir a una
clínica para hacernos una PCR del Covid. Sin ella no podríamos salir del país.
Posteriormente, fuimos a comer y visitar la residencia de estudiantes que tienen las
Capuchinas Terciarias en el mismo barrio. Todas son chicas de otras ciudades que estudian
en la capital. Una muy buena oportunidad para impulsar y desarrollar el papel de la mujer en
la vida de este continente.
5. Por la tarde, visitamos la “Ciudad de los jóvenes” que tienen los Salesianos a las afueras de la
ciudad. Se trata de una superficie enorme, ocupada por edificios y campos de deporte, donde
los jóvenes reciben educación y formación para tener un futuro. Al atardecer, cuando el sol
caía, visitamos un proyecto muy bonito impulsado por las Capuchinas Terciarias, Kasungami.
Es un complejo que tiene una casa de acogida para niños, un completo centro de salud, una
huerta y una granja. Al regreso a la casa y antes de celebrar nuestra última cena, volvimos a
participar en la oración de las Hermanas con un corazón infinitamente agradecido por la
oportunidad de ver cómo ayudar al prójimo.
Y llegó el lunes. Recogida, agradecimientos, fotos y despedidas. La casa que nos había
acogido a la llegada y a la salida de esta aventura era un refugio de paz. Tocaba despedirse
de las Hermanas, de Lunda y de Timothée, nuestro acompañante continuo. El avión salía
después de comer. Según íbamos dando pasos para regresar a nuestro mundo, nos íbamos
alejando poco a poco de dos semanas intensas de experiencias. Sin embargo, todo lo vivido
no se perdería, porque nos lo llevábamos en el corazón. Todo el viaje de vuelta transcurrió
con normalidad. Y llegamos a Bilbao, después de pasar por Nairobi, París y Madrid.
Después de una experiencia así, son muchos los impactos que se quedan marcados en la
memoria y hay que digerirlos poco a poco. Lo que me quedó muy claro es que aquellas
personas siguen necesitando ayuda, mucha ayuda; y que nosotros aquí debemos cambiar
profundamente nuestra forma de entender la vida y de consumir.
Además, es impresionante ver el trabajo de hormigas que hacen todas las organizaciones
para sacar adelante a un país y a una población que necesita toda la ayuda del mundo,
porque sus gobernantes no son capaces de dar solución a sus problemas.
Y por último, la acogida. Siempre en mi corazón, la gran acogida que nos dieron en todos los
lugares a los que llegábamos. Hasta la próxima, Lubumbashi, Panda, Bunkeya y Mufunga.
TWASANTA! ESKERRIK ASKO! ¡GRACIAS!
6. No es África el mejor lugar para vivir
siendo mujer, pobre y negra, es
decir, si se forma parte de ese
colectivo que sobrevive sin grandes
expectativas de futuro en el
continente más dañado por los
estragos del analfabetismo, que de
todas las lacras sociales es, sin
duda, la peor. Lacra generadora de
otras lacras; lacra sin paridad: dos
tercios de la población analfabeta
están formados por mujeres
–pobres y negras– lo que impide su
acceso a un trabajo que las
dignifique y guíe hacia la igualdad
de género. La mujer paridora,
criadora de los hijos, cuidadora de
los ancianos, mutilada genital,
etcétera, tiene poca voz en una
comunidad de idiosincrasia
machista. La mujer fatigada, curtida
en los campos de sorgo, ñame o
yuca, con los pies encallecidos y la
espalda arqueada, abole su
rebeldía ante la preponderancia del
hombre, más dedicado a tareas
corporativas como parlamentar todo
el tiempo que sea necesario con los
otros hombres para lograr acuerdos
que les favorezcan. Un ejemplo: En
la República Democrática del
Congo (RDC) las mujeres no
pueden usar algo tan básico como
la firma sin el permiso del esposo.
Y precisamente de ese país llega
una noticia espeluznante que
provoca no tanto mi extrañeza como
mi indignación. Según el informe de
una agencia especializada, más de
50 mujeres congoleñas han
denunciado explotación y chantaje
sexual por parte de personal
humanitario de algunas de las
principales organizaciones
mundiales: Organización Mundial de
la Salud y diversas ONG
internacionales. Sexo a cambio de
trabajo y despidos inmediatos en
caso de negarse, rezaba el titular de
este periódico. Esto resulta
descorazonador en términos de
sororidad, en tiempos en los que los
delitos sexuales están más
perseguidos que nunca y la
protección a las mujeres y las niñas
debería estar garantizada. Los
escándalos que se denuncian
tuvieron lugar durante la campaña
de contención del virus del ébola
entre 2018 y 2019, en la RDC.
Como si convivir periódicamente
con un virus muy contagioso y de
gran letalidad no fuera suficiente
desastre.
Pero este tipo de noticia no
sorprende por insólita, ya que tiene
precedentes. Basta con revisar un
poco la historia reciente. Según un
informe de denuncia, los Cascos
Azules y otros funcionarios de paz
de Naciones Unidas desplegados
en Haití habrían mantenido sexo
con mujeres y niñas
aprovechándose de la pobreza y
miseria que varios años de guerra
civil, terremotos y diversas
catástrofes meteorológicas
provocaron. Fruto de estos abusos,
muchas de las mujeres concibieron
niños, algunas fuentes hablan de un
centenar, cien niños sin padre que
avergonzarían y estigmatizarían a
cien madres. Dada su catadura
moral, me atrevo a pensar que esos
tipos no se sentirían violadores
pues 'pagaban' los servicios con
comida o dinero.
Otro caso: en 2017 más de
seiscientos Cascos Azules fueron
expulsados de la República
Centroafricana tras ser acusados de
abusos sexuales, explotación de
mujeres y niños, y corrupción en
general. Pero ya el año anterior
había sucedido lo mismo con otros
120 soldados con lo que desde
ciertas fuentes de la ONU se
catalogó el incidente de 'mala
conducta sistemática'. Es obvio que
el color de un casco no siempre
determina la categoría humana.
La violencia sexual con mujeres y
niñas vulnerables es moneda
corriente en estados de adversidad
o de guerra, y aunque una violación
siempre es altamente reprobable
sobrecoge más cuando son los
supuestos mediadores de la paz
quienes causan ese daño
irreparable. No obstante huyamos
del pensamiento unitario: no todos
son violadores como tampoco todos
los curas son pederastas ni todos
los vascos apoyábamos a ETA ni
toda la juventud que alterna en el
casco viejo de Vitoria va soltando
puñetazos a dirigentes del PP por el
mero hecho de serlo.
Según Angela Davis, activista
afroamericana, la violación es un
problema de proporciones
epidémicas creciente e irresoluble.
En su libro 'Mujeres, clase y raza',
una obra que aborda la liberación
de la mujer bajo una perspectiva
anticapitalista y antirracista,
sostiene que las leyes originarias
contra la violencia sexual fueron
formuladas, no para proteger a la
mujer, sino a los hombres de las
clases altas frente a las agresiones
que pudieran sufrir sus hijas y
esposas y que dañarían su orgullo y
su reputación. Intolerable.
Es cierto que las organizaciones
afectadas se movilizan, hablan de
tolerancia cero, de investigaciones,
de no eludir a la justicia, pero son
prospecciones lentas y el problema
sigue sin solucionarse. Por ello el
combate feminista en el mundo no
debe, no puede ser secundario.
Como un efecto mariposa o como el
reflejo infinito de dos espejos
enfrentados, los logros de los
países desarrollados incidirán poco
a poco en los subdesarrollados.
La mujer siempre pierde (sobre todo en África)
Como el reflejo infinito de dos espejos enfrentados, los logros de los países desarrollados
incidirán poco a poco en los subdesarrollados
MARISOL ORTIZ DE ZÁRATE
7. ESKERRAK AGRADECIMIENTOS
31/01/23 Virginie Kazadi (Kansenia)
Muchas gracias por su trabajo y por participar en la misión.
Ya recibimos tres veces las cajas en las que había un montón de vasos (tazas), cosas de
cocina, medicinas, ropa, globos, ollas y camperas y otras cosas pequeñas. Muchas gracias
por poder pensar en nosotros y participar en el acompañamiento de esta pobre gente.
Que el Señor os colme de sus bendiciones. La comunidad.
04/04/23 Xabier Goicouria (Panda-Likasi)
Yo creo que todo ha llegado estupendamente. Libros, ropas, mantas, artículos de cocina,
maletas, bolsos, aparato de oxígeno, medicinas, gel antiséptico, zapatos, cáliz, sagrario, las
conservas de mi hermano, los paquetes para Maribe, las azadas…
Creo que no deberíais de mandar más carpetas. Nos habéis enviado muchas y creo que
cada cual tiene las suficientes, lo mismo las hojas o papeles cuadriculados, porque ese
modelo no se usa aquí.
Supongo que ya le habréis hecho un homenaje al que os regala los cartones para hacer las
cajas que luego los enviáis por contenedor, porque ese nos presta un gran servicio. No
creáis que luego esas cajas van al fuego, porque están muy solicitadas y la gente las lleva
para `ponerlas en el suelo y evitar el frío del cemento, ya que muchos no tienen ni colchón.
10/06/23 Magda (Bunkeya)
Buenos días a todos.
Espero que estéis bien. Daros muchísimas,
muchísimas gracias por los envíos que he recibido,
por las máquinas de coser fenomenales; las chicas
ahora dicen que cómo van a hacer, todas quieren
coser con estas máquinas que cosen solas… Así que
muchísimas gracias. También por las lámparas de
repuesto, por las lamparitas para el patio de noche,
por las baterías que marchan fenomenal y por todos
los detalles que estaban dentro del envío. Muchísimas
gracias y saludos a todo el mundo y que Dios os
bendiga y unidos en oración.
11/06/23 Nekane (Bunkeya)
Bueno, las baterías las instalamos en cuanto llegamos
a Bunkeya el miércoles y ni qué decirte, el congelador
ni se mueve eso, está a menos 17 pues al menos 17,
24 horas sobre 24 horas y nada muy bien. Estupenda
la batería de cirugía, también está instalada, voy a ver
hoy el resultado a ver cómo va, voy a hablar con los
médicos porque ayer estuvieron operando yo no pude
estar presente y voy a preguntarles. Las lamparitas
del suelo, las balizas las vamos a instalar hoy, son
muy bonitas casi idénticas a las que había antes y
supongo que funcionarán bien también. Hoy las
vamos a plantar en el suelo. Eso es lo que te puedo
decir ahora por el momento y después muchísimas
gracias…