En el siglo XIII, se descubrió plata en Kutna Hora y atrajo a mucha gente, pero también llegó una plaga que llenó el cementerio. Para almacenar los huesos sobrantes, se construyó una capilla ósea decorada inicialmente con huesos humanos por un monje, aunque el trabajo quedó incompleto hasta que František Rint lo terminó utilizando los huesos de más de 40,000 personas fallecidas.