En el siglo XIX, la sociedad occidental tuvo gran fe en el progreso tecnológico a pesar de sus aspectos negativos. Logros de ingeniería como el canal de Suez y la torre Eiffel produjeron orgullo y asombro. Innovaciones como el telégrafo, el ferrocarril y la bombilla de Edison transformaron la vida cotidiana. Aunque la tecnología tuvo efectos negativos, también aumentó la producción, redujo el trabajo necesario y mejoró el nivel de vida de muchas personas en los países industrializ