Una pequeña ardilla vivía sola en un bosque remoto porque era demasiado pequeña para trepar a los árboles y no tenía amigas. Un día, cuando estaba comiendo una bellota, apareció otra ardilla más grande con hambre, y la pequeña ardilla compartió su comida. Desde entonces, las dos ardillas se hicieron inseparables y la pequeña aprendió a trepar a los árboles, por lo que ya no se sentía sola.