cuento para el cuidaddo del medio ambiente

1. El Bosque Enfadado
Hace muchos, muchos años, existía un bosque situado justo en
el corazón de lo que era, en ese entonces, un pueblo pequeño.
En esos tiempos, el bosque se erguía firme y orgulloso,
brindando sombra y un cálido refugio a muchos animalitos. Sus
árboles eran fuertes, altos y sanos. Aves, reptiles, ardillas,
lechuzas, ciervos y muchos otros animales pasaban sus días en
armonía, alimentándose de la hierba siempre fresca, bebiendo
el agua limpia de los arroyitos y durmiendo bajo la generosa
sombra de las copas de los árboles. Así fue por mucho tiempo,
tanto que ni siquiera el abuelito más viejo recuerda. Era un
bosque “encantado”, no porque allí ocurrieran cosas mágicas o
extrañas, sino simplemente porque estaba encantado de ser un
bosque tal y como era.
Sin embargo, con el paso de los años, muchas cosas cambiaron. El pueblito que
rodeaba al bosque se convirtió en una ciudad. Más casas, más fábricas, más
gente y, sobre todo, mucha más basura. Casi sin darse cuenta, el bosque fue
transformando su paisaje. El agua ya no era transparente y limpia. Los
animalitos enfermaban al tragar bolsas de plástico y basura que la gente dejaba
después de hacer un picnic. La hierba ya no crecía feliz, pues en muchos
sectores del bosque, el fuego había dejado su marca para siempre. Los árboles
no respiraban igual, el aire estaba contaminado y tampoco podían alimentarse
bien, ya que el suelo ya no era el mismo. Además, no había la misma cantidad
de árboles que antes; muchos habían sido talados para utilizar su madera.
Todos los animalitos se asombraban al escuchar los relatos de los añosos árboles que les contaban cómo era
la vida antes de que el pueblito fuera lo que es hoy en día. Les costaba creer que antes el agua podía tomarse
sin que a nadie le doliera la barriga y que no hubiera peligro de tragar
algo que no fuera un rico fruto. Un día, un ciervo cansado de comer
pasto quemado exclamó: “¡Esto no es vida!” Un pino, mientras tosía y
su copa se mecía, preguntó: “¿Hasta cuándo viviremos así?” Un conejo,
agarrándose la pancita con sus cuatro patas y sus dos grandes orejas,
propuso: “Habrá que pensar algo,
amigos. El agua del arroyo no se puede
tomar.”
Y así, los animales decidieron unirse para proteger su hogar. Comprendieron
que todos eran diferentes, con habilidades únicas. No todos podían volar
como el pájaro, nadar como el pez o trepar árboles como la ardilla. Pero
juntos, podían cuidar el bosque. Así, cada uno contribuyó según sus
capacidades: el pájaro vigilaba desde lo alto, el pez limpiaba los arroyos, la
ardilla plantaba semillas y el conejo cuidaba la tierra. Aprendieron que la
diversidad los enriquecía y que, al trabajar juntos, podían proteger su
entorno.
Y así, queridos estudiantes de la IE Yumbe Tierra Colorada, ustedes también pueden ser como esos animales
del bosque enfadado. Cada uno de ustedes tiene habilidades únicas para cuidar el medio ambiente.
¡Propicien el cuidado del bosque, la flora y la fauna! Juntos, pueden marcar la diferencia y conservar la
diversidad biológica de Chalaco y Pacaipampa.