El documento describe cuatro formas de morir dignamente: 1) morir luchando hasta el final manteniendo la actividad, 2) envejecer mostrando las dificultades físicas, 3) enfermar sin ocultarlo y soportar la decrepitud, y 4) morir rodeado de seres queridos de forma natural. Se elogia al Papa Juan Pablo II por haber muerto de una forma que incorporó estos elementos de una "buena muerte".