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INFORMÁTICA
BÁSICA
LOS LAICOS, LA LUCHA POR LA DEMOCRACIA
CRISTIANA Y LA REVOLUCIÓN MEXICANA.
REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA.
MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACION UNIVERSITARIA.
UNIVERSIDAD CATOLICA CECICLIO ACOSTA.
AUTORES:
HAROL AÑEZ: 1452720714
LUISANA GIL: 20750365
BELEN RAMIREZ: 22469121
1
LA CRISTIADA:
INTRODUCCION:……………… …………………………………………………………………………………………………………2
LA CRISTIADA: .................................................................................................................................3
Ubicación geográfica y temporal...........................................................................................................3
Camino a una guerra inevitable ........................................................................................................5
PARTICULARIDADES DE LA CRISTIADA.....................................................................................................9
Movilización de los cristeros ............................................................................................................9
Enfrentamientos del clero contra el gobierno..................................................................................9
Finalización de la guerra.............................................................................................................10
DESARROLLO DE LA GUERRA CRISTERA CON PERPESTIVAS PERSONALES………………………………….11
Un precursor de la guerra………………………………………………………………………………………..……..12
¿Una iglesia armada y guerrista?.........................................................................................14
¿Qué postura adopto el episcopado ante la lucha armada?...............................................14
PROHIBICIONES DEL ESTADO A LA IGLESIA CATOLICA……………………………………………………………….17
CONCLUSION……………………………………………………………………………………………………………………………18
BIBLIOGRAFIA……………………………………………………………………………………………………………………… …19
ANEXOS…………………………………………………………………………………………………………………………… …..20
2
INTRODUCCION:
A continuación se desarrollara en el siguiente informe el desenvolvimiento y
los hechos ocurridos en La Guerra Cristera en México que consistió en una fuerte
lucha que duró 3 años entre el Gobierno y la Iglesia y laicos católicos, de la cual se
prohibió hablar durante mucho tiempo en México y también se tienen muy pocos
documentos que hablen de ella.
Después de haber terminado la Guerra de Reforma en 1859 (durante la cual
se enfrentaron dos grupos políticos en México: los conservadores que estaban en
contra de la Constitución de 1857 contra los liberales) y la intervención Francesa en
1867 los gobernantes de México llevaron a la práctica una serie de medidas que
proclamaban la separación entre la Iglesia y el Estado, al igual que disminuyeron el
papel social de la primera ya que se sancionaba a los funcionarios que asistían a
actos religiosos, se confiscaron todas las propiedades eclesiásticas y abolieron las
órdenes monásticas.
La Iglesia estaba en plena expansión cuando comenzó la Revolución de
México. En 1910 tras la victoria de Carranza y Obregón se promulga de la nueva
Constitución, la cual establece una política de intolerancia religiosa que privaba a la
iglesia y a sus laicos de cualquier liberta religiosa, cuyos detalles se verán a
continuación.
3
Sin duda, el conocimiento y divulgación de esta etapa histórica llena de
páginas de gran heroísmo de un pueblo que defendió -con su propia sangre- su fe en
Cristo Rey y su devoción a Santa María de Guadalupe.
“La Cristiada” en México fue un conflicto armado que se prolongó desde “1926
a 1929” entre el gobierno de Plutarco Elías Calles y milicias de laicos, presbíteros y
religiosos católicos que resistían la aplicación de legislación y políticas públicas
orientadas a restringir la participación de la Iglesia católica sobre los bienes de la
nación así como en procedimientos civiles.
La Constitución mexicana de 1917 establecía una política que negaba la
personalidad jurídica a las iglesias, prohibía la participación del clero en política,
privaba a las iglesias del derecho a poseer bienes raíces e impedía el culto público
fuera de los templos. Algunas estimaciones ubican el número de personas muertas
en un máximo de 250 mil entre civiles, efectivos de las fuerzas cristeras y del Ejército
Mexicano.
Sin embargo, unos años antes de la “Guerra Cristera” (1926-1929), los
mártires mexicanos de ese entonces fueron modelo para tantos otros cientos de
miles, millones de cristianos aplastados en nuestro siglo por la Revolución en
cualquiera de sus formas, liberal o nazi, socialista o comunista. Es importante
también conocer la persecución religiosa en México, y entender bien la respuesta de
4
aquellos católicos admirables, que con su sangre siguieron escribiendo los Hechos
de los apóstoles en América.
Convendrá, en todo caso, que comencemos nuestra crónica por el principio,
por ejemplo la persecución liberal que empezó en 1810 y con esto se inicia el
proceso que culminaría con la independencia de México. Ya en 1855, se desata la
revolución liberal con toda su virulencia anticristiana, cuando se hace con el poder
Benito Juárez (1855-72), la perduración de Juárez en el poder ocasionó entre los
mismos liberales una oposición cada vez más fuerte. Luego de Benito, llegó al poder
el general Porfirio Díaz –que era, como Juárez, de Oaxaca y antiguo seminarista–,
propugnando como ley suprema la no-reelección del Presidente de la República,
desencadenó una revolución que le llevó al gobierno de México durante casi 30
años: fue reelegido ocho veces, en una farsa de elecciones, entre 1877 y 1910.
En ese largo tiempo ejerció una dictadura de orden y progreso, muy favorable
para los inversores extranjero –petróleo, redes ferroviarias–, sobre todo
norteamericanos, y para los estratos nacionales más privilegiados. También en su
tiempo aumentó el latifundismo, y se mantuvieron injusticias sociales muy graves.
Por lo demás, el liberalismo del Porfiriato fue más tolerante con la Iglesia. Aunque
dejó vigentes las leyes persecutorias de la Reforma, normalmente no las aplicaba;
pero mantuvo en su gobierno, especialmente en la educación preparatoria y
universitaria, el espíritu laicista antirreligioso.
Seguimos con la revolución del general “Venustiano Carranza”, que le llevó a
la presidencia (1916-20), se caracterizó por la dureza de su persecución contra la
Iglesia. En el camino hacia el poder, sus tropas multiplicaban los incendios de
templos, robos y violaciones, atropellos a sacerdotes y religiosas. Todavía hoy en
México carrancear significa robar, y un atropellador es un carrancista.
La orientación anticristiana del Estado cristalizó finalmente en la Constitución
de 1917, realizada en Querétaro por un Congreso constituyente formado únicamente
por representantes carrancistas. En efecto, en aquella Constitución esperpéntica el
Estado liberal moderno, agravando las persecuciones ya iniciadas con Juárez en las
5
Leyes de Reforma, establecía la educación laica obligatoria (art. 3), prohibía los
votos y el establecimiento de órdenes religiosas (art. 5), así como todo acto de culto
fuera de los templos o de las casas particulares (art. 24).
Y no sólo perpetuaba la confiscación de los bienes de la Iglesia, sino que
prohibía la existencia de colegios de inspiración religiosa, conventos, seminarios,
obispados y casas cúrales.
El gobierno del general Obregón (1920-24), nuevo presidente, llevó adelante
el impulso perseguidor de la Constitución mexicana: se puso una bomba frente al
arzobispado de México; se izaron banderas de la revolución bolchevique -lo más
progresista, en aquellos años- sobre las catedrales de México y Morelia; un
empleado de la secretaría del Presidente hizo estallar una bomba al pie del altar de
la Virgen de Guadalupe, cuya imagen quedó ilesa.
Después de la presidencia de Juárez (1855-72), México fue gobernado casi
siempre, como hemos visto, por generales: general Porfirio Díaz (1877-1910),
general Huerta (13-14), general Carranza (16-20), general Obregón (20-24). Y ahora,
en forma aún más brutal, va a ser gobernado por el general Plutarco Elías Calles
(1924-29).
En 1925, con apoyo de la CROM se creó la Iglesia Católica Mexicana,
dotándola de edificios, recursos y medios para romper con el Vaticano. Confrontada
con esta situación, la Iglesia intentó reunir dos millones de firmas para proponer una
reforma constitucional. La petición de los católicos mexicanos fue rechazada. Ellos
llamaron y realizaron un boicot para no pagar impuestos, minimizar el consumo de
productos comercializados por el gobierno, no comprar billetes de la Lotería
Nacional, ni utilizar vehículos a fin de no comprar gasolina. Esto causó severos
daños a la economía nacional, al tiempo que sirvió para que las posiciones de
distintos grupos dentro de la propia Iglesia católica en México se radicalizaran.
6
A pesar de todo lo que hicieron los católicos Plutarco Elías Calles sólo reformó
el Código Penal con la Ley Calles de 1926, expulsando así a los sacerdotes
extranjeros, sancionando con multas y prisiones a quienes deban enseñanzas
religiosas o establecían escuelas primarias, o vestían como clérigo o religioso, o se
reunían de nuevo habiendo sido exclaustrados, o inducían a la vida religiosa, o
realizaban actos de culto fuera de los templos.
No obstante, los cristeros a mediados de agosto, con ocasión del asesinato
del cura de Chalchihuites y de tres seglares católicos con él, se alzan en Zacatecas
el primer foco de movimiento armado. Y en seguida en Jalisco, en Huejuquilla, donde
el 29 de agosto el pueblo alzado da el grito de la fidelidad: ¡Viva Cristo Rey! Entre
agosto y diciembre de 1926 se produjeron 64 levantamientos armados, espontáneos,
aislados, la mayor parte en Jalisco, Guanajuato, Guerrero, Michoacán y Zacatecas.
«Ellos no tenían armas a los comienzos, sólo contaban con un machete, o en
el mejor caso una escopeta; pero pronto las fueron consiguiendo de los soldados
federales, los juanes callistas, en las guerrillas y ataques por sorpresa. Siempre fue
problema para los cristeros el aprovisionamiento de municiones; en realidad, no
tenían otra fuente de municiones que el ejército, al cual se las tomaban o se las
compraban».
En 1927, el presidente Calles, promovió la reglamentación del artículo 130 de
la Constitución a fin de contar con instrumentos más precisos para ejercer los
controles que la Constitución de 1917 estableció como parte del modelo de sujeción
de las iglesias al Estado aprobado por los constituyentes. Estos instrumentos
buscaban limitar o suprimir la participación de las iglesias en general en la vida
pública, pero dadas algunas características de la legislación, en algunos estados se
llegaron a establecer leyes que obligaban a que los ministros de culto fueran
personas casadas y se prohibía la existencia de comunidades religiosas. Es posible
afirmar que la ley tenía un claro sesgo anticatólico por ser esta confesión la única
que en México contaba con ministros célibes y con comunidades en las que las
personas decidían convivir.
7
A mediados de 1929 se veía ya claramente que, al menos a corto plazo, ni
unos ni otros podían vencer. Sin embargo, en este empate había una gran diferencia:
en tanto que los cristeros estaban dispuestos a seguir luchando el tiempo que fuera
necesario hasta obtener la derogación de las leyes que perseguían a la Iglesia, el
gobierno, viéndose en bancarrota tanto en economía como en prestigio ante las
naciones, tenía extremada urgencia de terminar el conflicto cuanto antes. Eran, pues,
éstas unas favorables condiciones para negociar el reconocimiento de los derechos
de la Iglesia.
Sin embargo, La historia de los arreglos alcanzados en junio de 1929 sólo
eran simples rumores, hasta que varios Obispos fueron llevados desde Estados
Unidos a México a hablar con el presidente, pero sin obtener grandes resultados.
Entonces ¿inútilmente lucharon con tan grandes pérdidas y sufrimientos los cristeros
y sus familias? El mismo año (1929) el jesuita Eduardo Iglesias, bajo el pseudónimo
Aquiles P. Moctezuma, en el conflicto religioso de 1926, escribía relativamente
satisfecho: «Terminadas felizmente las conferencias entre el Estado y la Iglesia». No
es ésa la interpretación hoy más común. Pero también hay actualmente quienes
estiman que los arreglos «fueron los menos malos posibles dentro de las
circunstancias».
Así lo cree, por ejemplo, Juan Landerreche Obregón, quien además insiste en
que los arreglos «de ninguna manera significaron que el esfuerzo, el sacrificio y la
sangre de los cristeros hayan sido inútiles para la libertad de la Iglesia Católica y el
respeto a la religión y a los fieles. Por el contrario, los cristeros demostraron al
gobierno con sus sacrificios, sus esfuerzos y sus vidas, que en México no se puede
atacar impunemente a la religión católica ni a la Iglesia.
Y todo esto se demostró en forma tan convincente a los tiranos, que los obligó
no sólo a desistir de la persecución religiosa, sino los ha obligado también a respetar
la religión y la práctica y el desarrollo de la misma, a pesar de todas las disposiciones
de la Constitución [de 1917] que se oponen a ello, y que no se cumplen, porque no
se pueden cumplir, porque el pueblo las rechaza... Los frutos [de la Cristiada] se han
recogido y se siguen recogiendo sesenta años después de su lucha y seguramente
8
culminarán a su tiempo en la realización plena por la que lucharon quienes dieron
ese testimonio».
En 1993 el gobierno de México concedió a la Iglesia un precario
reconocimiento legal como asociación religiosa, y restableció sus relaciones
diplomáticas con la Santa Sede.
9
La Guerra Cristera fue la guerra en México entre 1926 y 1929 en donde el
gobierno de Plutarco Elías Calles restringía la participación de la Iglesia Católica
sobre los bienes de México.
La radicalización hizo que en varios estados como Guanajuato, Jalisco,
Nayarit, Aguascalientes, Querétaro, Colima, Michoacán, Yucatán, Zacatecas y la
Ciudad de México se formara un movimiento social que apoyaba los derechos del
culto en el país. Uno de los dilemas que existen es la procedencia de la palabra
“cristero”. Algunos dicen que fue simplemente para identificarse, pero otros expertos
dicen que el nombre es despectivo, es decir es derivado con un significado negativo.
Todo este movimiento Cristero logro que en México hubiese más creyentes de la
Virgen de Guadalupe y que se unieran estos símbolos a ciclos de la historia como el
de Emiliano Zapata.
Los primeros enfrentamientos fueron en los estados Zacatecas, Jalisco,
Guanajuato y Michoacán, pero con el tiempo se sumaron todo el centro de México.
Entre 1927 y 1929 se sumaron más de 8000 activistas en ese entonces a los
Cristeros. Esta cifra es considerable por varias razones:
 Los obispos mexicanos no se sumaron a este movimiento: Ellos prefirieron
buscar un convenio de paz con el gobierno de Plutarco Calles y con el
gobierno de Estados Unidos.
10
 México acababa de pasar un sangriento conflicto armado de 7 años y los
Cristeros no contaban con la ayuda de militares capacitados para hacer una
guerra, ya que no tenían ni las armas ni el entrenamiento para estar en una
guerra.
En 1928 hubo elecciones en el país en donde se daba como absoluto ganador a
Álvaro Obregón y este se decía que quería acabar con la guerra y llegar un convenio
de paz. Lamentablemente, Obregón fue asesinado por José de León Toral en un
restaurante donde Obregón había acudido a un desayuno donde se firmaron varios
pactos, entre los cuales taba el convenio de paz para que se les devolvieran sus
casas a los Cristeros que desistieran a la guerra. Para ese entonces los obispos
mexicanos seguían con la idea del convenio de paz, excepto 3 que tenían mucho
poder y no estaban totalmente de acuerdo con ese convenio de paz.
Bajo la presión de los Estados Unidos, que apoyaban a los obispos, el
presidente Portes Gil decreto que la Iglesia Católica seria sometida a la Ley sin que
la Constitución tuviese ninguna modificación. Sin embargo, no todo termino aquí con
este convenio de paz. La gente llamaba a esta relación “Nicomedia” en relación a
Nicodemo que era el fariseo que se acercaba a Jesús en la noche. Estas relaciones
debieron enfrentar una gran prueba con el famoso Grito de Guadalajara provocado
por Plutarco Elías Calles.
“El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo a la ignorancia, y la prédica a
la envidia; su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria”.-
SIR WINSTON CHURCHILL.
11
El movimiento armado en contra de la tiranía callista fue llamado “cristiada”
por el gobierno, en son de burla, aunque sin ninguna razón. Ya que estos se sentían
orgullosos de ser llamados así, por ser relacionado con Cristo y porque se les
llamaba así a los que, negándose a obedecer a los hombres antes que a Dios, se
alzaron contra el absolutismo antirreligioso de Calles.
A los cristeros se les ha juzgado duramente, la Historia “Oficial” -en las pocas
ocasiones que los llega a mencionar- los califica como “rebeldes al gobierno”. Así
que antes de comenzar nuestra contextualización aclararemos una cosa: la Cristera
no fue una rebelión ofensiva, sino una rebelión defensiva, un movimiento en legítima
defensa de los derechos del pueblo a creer en Dios y al libre culto; tampoco fue
rebelión contra un gobierno legítimo, sino contra un gobierno usurpador, un gobierno
impuesto por los grupos anticlericales, un gobierno que el pueblo no había elegido.
El gobierno anticlerical que había aprovechado la Revolución para
encaramarse al poder, lo esperaba todo, menos una resistencia tan fuerte como la
que presentó el pueblo. Para ellos era inconcebible que los cobardes y dóciles
católicos (que ya les habían aguantado miles de atropellos) se organizaran y tomaran
armas para repeler la agresión del gobierno. Líderes como Carranza, Obregón y
Calles tenían el extraño complejo de sentirse infalibles, omnipotentes en sus
caprichos, para ellos la Constitución, por el simple hecho de serlo, tenía el poder de
cambiar la naturaleza de las cosas, y si la Constitución decía que los templos eran
del gobierno, esto era cierto ipso facto. Todos los ataques contra el clero se
invocaban como “cumplir la Ley”, pero un país donde “cumplir la Ley” es lo mismo
que acabar con la Fe del Pueblo, es un país sin libertad. El gobierno pensaba que los
católicos, amantes de la paz, no se animarían a luchar, pero el pueblo amaba la
12
Libertad más aunque la Paz, y hay paces que sólo se encuentran del otro lado de la
guerra.
Esto explica el furor del gobierno, su despecho y su estupefacción ante la
reacción de la sociedad en masa que les hizo frente, y a su vez reaccionaron
dispuestos, mediante el terror y la fuerza bruta, a hacer valer las “leyes” que ellos
solos habían creado, y que pretendían que el pueblo debía acatar.
Finalmente aparecieron los levantamientos importantes. El primero ocurrió en
Zacatecas. El 14 de Agosto el ejército detuvo al párroco de Chalchihuites, Luis Bátiz,
hombre pacífico y muy querido por el pueblo. Al día siguiente llegó al mercado el
tratante de ganado Pedro Quintanar, personaje influyente y respetado, y los paisanos
le pidieron que liberara al párroco. Quintanar fue a emboscar a los soldados, pero en
el combate murieron los prisioneros que ellos tenían. Quintanar convocó a más
hombres de toda la región, y el 29 de Agosto entraban en Huejuquilla el Alto
(Jalisco), donde derrotaron a un contingente de 50 soldados.
A finales de diciembre se unía a la guerra Anacleto González Flores. Anacleto
no quería la violencia, pero comprendía como muchos acejotaemeros y católicos que
los movimientos iban a ser aplastados por el gobierno si no recibían ayuda, y que
habría represalias en caso de victoria gubernamental.
Al acabar el año de 1926 ya había revueltas en prácticamente todos los
estados del centro del país, desde Durango a Guerrero, desde Veracruz a Jalisco.
Todavía, sin embargo, se hablaba de grupos, de revueltas locales, por estado.
Pero luego de cinco meses de combates esporádicos, el gobierno de Calles no
modificaba su actitud, y entonces, a partir de Enero de 1927 hubo un alzamiento
general e ininterrumpido hasta los “arreglos” de 1929.
13
El 22 de julio de 1918 en Guadalajara empezaron los primeros
enfrentamientos entre las fuerzas del gobierno y los católicos. Anacleto defendió en
esa ocasión los derechos del pueblo y no descansó hasta que, después de
prolongadas luchas populares, logró que se cancelaran unos decretos impopulares
del gobernador de Jalisco Manuel M. Diéguez. No pasó mucho tiempo para que
Anacleto sufriera la cárcel por sus ideas sociales, políticas y religiosas.1
Unas interesantes reflexiones sobre este punto las proporciona Aquiles P.
Moctezuma (seudónimo), en su obra El Conflicto Religioso:
“En determinados casos, cuando el abuso de la autoridad contra los
fundamentos esenciales de la sociedad son indudables, gravísimos y permanentes, y
cuando para remediarlos se han agotado infructuosamente todos los medios
pacíficos, la resistencia activa armada no es rebelión sino defensa legítima y lícita.
Más todavía; si del abuso de la tiranía no se sigue tan sólo la ruina material
grave, sino principalmente la perturbación del orden moral, la perversión general de
las conciencias, el extravío absoluto de las ideas, en una palabra, la perdición eterna
del pueblo en masa; entonces nos atreveríamos a afirmar que la lucha armada para
hacer cesar tamaños atropellos de la autoridad, es, no solo lícita, sino obligatoria,
porque la sociedad, lo mismo que el individuo, está obligada a procurar su propia
conservación.
Y hasta nos lanzaríamos a opinar que, cuando el coloso del estado se lanza
brutalmente a exterminar a la religión verdadera y hay peligro de que lo logre y de
que cada día cobre más fuerza; entonces ni siquiera se debe condicionar la licitud de
la defensa al caso del probable éxito, sino que, en este caso extremo, hay que
lanzarse a la heroica y desesperada lucha del enano que, amenazado de muerte por
el gigante, acepta el reto con todos sus peligros.
“Nunca nos preocupó defender nuestros intereses materiales, porque éstos van y vienen; pero los intereses
espirituales, éstos sí los defendemos, porque son necesarios para obtener la salvación. No podíamos aceptar
que los templos fueran profanados. No podíamos permitir que desterraran a nuestros prelados y sacerdotes,
que bautizan a nuestros hijos, nos dan el Pan Eucarístico y en la hora de la muerte nos auxilian con sacramentos
para alcanzar la vida eterna”. ANACLETO GONZÁLEZ FLORES, 19271
14
Estas deducciones, ciertas en el caso de que el gobernante sea legítimo,
adquieren más fuerza y mayor evidencia si se trata sólo de un gobierno de hecho, es
decir, de un usurpador.
Es cierto que Jesucristo nos enseñó con su palabra y su ejemplo la paciencia,
la resignación, el martirio. A todos nos enseñó la verdadera fraternidad,
consagrándola en la oración sublime del Padre Nuestro. Pero el mismo Jesús que
pidió perdón para sus enemigos desde la cruz, llamó “raza de víboras” y “sepulcros
blanqueados” a los fariseos que, son2
color de patriotismo, pretendían apartar de él a
las turbas sencillas, y arrojó con el látigo a los mercaderes del templo.
Es verdad que Jesucristo nos enseñó que no resistamos al malvado, sino que
al ser heridos en la mejilla derecha presentemos la izquierda. Pero es de advertir que
estos son consejos de perfección, encaminados a destruir en el fondo del corazón
aun los primeros movimientos de odio y venganza. Si se erigieran tales consejos en
leyes obligatorias en todos los casos, se llegaría al absurdo de destruir para el
cristiano todos sus derechos, y de garantizar todos los desmanes de los malvados.
Los obispos jamás autorizaron ni apoyaron la lucha armada. Intentaron evitar
por todos los medios posibles los levantamientos, y estallada la guerra, procuraron
siempre dialogar en aras de terminar el conflicto. Hubo sacerdotes que utilizaron su
influencia espiritual para calmar a los cristeros, e inclusive a veces con enojo y
sorpresa de los propios cristeros.
2
No murieron en vano los mártires cristeros. Gracias a Dios y a la valiente lucha que ellos empeñaron, la
religión cristiana en México se salvó y perdura. Ni la hipocresía del gobierno ni la cobardía de sus esbirros
pudieron contra la Fe; Cristo cumple la promesa que hizo hablando de Su Iglesia: “Las puertas del Hades no
prevalecerán contra Ella”. PAPA IXV, 1933.
15
Los obispos tampoco prohibieron la guerra, cierto, porque sabían que aquella
lucha tenía razón de ser y licitud, pero tampoco podían aprobarla, como pastores, no
era su función definir sobre conflictos armados, y además querían intentar otras
soluciones al problema.
A partir de 1928, y por órdenes del general Gorostieta, los cristeros
empezaron a operar terribles ataques contra los medios de comunicación,
levantando vías y paralizando al ejército, obligándolo a dispararse más para vigilar
las estaciones y los cruces ferroviarios, mucho de lo cual fue logrado con la
complicidad de los propios empleados de las compañías del tren.
En 1929 la Guerra Cristera llega a su apogeo, y la situación fue tan alarmante,
que el presidente Calles tomó medidas extraordinarias, y reclutó y envió enormes
contingentes a Jalisco, el más preocupante de los estados rebeldes. Fueron
destinados para la campaña en Jalisco 35 mil hombres, y en total colocó en el oeste
del país más de 40 regimientos, soportados por batallones de refuerzo, con lo que
casi el total de los ejércitos mexicanos se concentraban en la zona rebelde. Su
propósito era aplastar rápido y definitivamente a los cristeros.
Sin embargo, los cristeros no eran menos que los federales, y se entregaban
con más fervor a su causa, dispersándose y reagrupándose al paso de las columnas
federales, para cansarlas. El gobierno federal, por otra parte, no era precisamente
rico, y le costaba muchísimo dinero mantener a tantos hombres en campaña,
proveerlos de sueldo, municiones y alimentos, mientras que los cristeros reponían
sus municiones con las tomadas a los federales, y la población los alimentaba.
Mientras los cristeros combatían en los montes, en la capital los obispos
mexicanos conferenciaban con el gobierno. Muerto Álvaro Obregón, el presidente
Emilio Portes Gil se mostraba dispuesto a negociar una “paz” entre iglesia y estado.
Mons. Leopoldo Ruiz Flores, ahora delegado apostólico, y Mons. Pascual Díaz,
firmaron unos arreglos con el gobierno, por los cuales se ponía fin al conflicto
religioso.
16
Esos famosos arreglos no solucionaron nada, a la postre. Fue un truco de los
jacobinos, de los cuales Portes Gil no era sino servidor y agente; se intentaba
engañar al México católico, hacerle creer que la persecución terminaba, cuando en
realidad siguió, al principio menos intensa, pero después, creció de nuevo a tal
grado, que nuevamente tuvo que protestar el Papa en persona: engañar y mentir son
las mejores habilidades de los enemigos de la Iglesia.
Astuta como era la maniobra del gobierno, no tardó en dar desastrosos
resultados: los católicos empezaron a indignarse con sus obispos, a quienes perdían
la estima y el respeto, se consideraba traidores a quienes habían pactado con el
gobierno… lo que salvó a México de un cisma, fue que muchos sacerdotes se
oponían abiertamente al “modus vivendi”, y algunos fueron asesinados por el
gobierno, como el p. Epifanio Madrigal, quien tenía fama de santidad, y quien se
dirigió a recibir información de los obispos para transmitir a los ex-cristeros si era
cierto que el Papa aprobaba la paz… pero no regresó, lo mataron agentes federales.
17
«Mientras tanto los gobernadores de Veracruz y Tabasco, radicalmente anticlericales, dictaron
medidas para limitar las funciones del sacerdocio, decretando que los ministros de culto debían ser
casados y mayores de 40 años.» GLORIA M, 1994.
PROHIBICIONES DEL ESTADO PARA LA IGLESIA:
 Prohibió el culto público fuera de las dependencias eclesiásticas
 El Estado decidiría el número de iglesias y de sacerdotes que habría
 Se le negó al clero el derecho de votar
 A la prensa religiosa se le prohibió tocar temas relacionados con
asuntos públicos
 Las corporaciones religiosas y los ministros de cultos estarían
impedidos para establecer o dirigir escuelas primarias.
 Prohibición de los votos religiosos
 Privó a la Iglesia de toda personalidad jurídica
 La prohibición a la Iglesia para poseer bienes raíces
18
CONCLUSIÓN:
La guerra Cristera al igual que muchos de los levantamientos armados que se
han hecho en el país de México, han estado cubiertos de una serie de intereses
partidistas y religiosos ambas esferas persiguen tintes de dominio por las masas, lo
cual siempre ha traído como resultado perjuicios a los mas desprotegidos tanto en
situación económica como intelectual, desde nuestro punto de vista al gobierno de
Calles como a muchos otros en esa época no les interesaba la religiosidad que se
inculcara a los campesinos, obreros entre otros.
Les preocupaba la ilustración, el conocimiento que estos pudieran obtener a
través de los libros ya que no debemos perder de vista que los mejores ilustrados,
por tener acceso a libros y acontecimientos del mundo eran los religiosos, lo cual
indudablemente sería perjudicial para los sometimientos que el gobierno tenía sobre
el pueblo; posteriormente la iglesia se inclina por educar al pueblo haciéndole ver sus
derechos y fomentando su participación en la política del país, pero siempre con el
tiente de sus ideales cristianos.
Las leyes fueron y han sido creadas por los hombres y han sido ellos mismos
los encargados de irrumpirlas o aplicarlas, lo que más daño a hecho a la humanidad,
son los distintos individualismos que se generan cuando ya están en el poder.
19
 http://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_Cristera
 La cristiada: La guerra de los cristeros Jean A. Meyer (1997) [1973].
 ↑ Managing Mexico: Economists from Nationalism to Neoliberalism. Princeton
University Press. 2004. p. 55
 ↑ La ciudad y el campo en la historia de México: memoria de la VII Reunión de
Historiadores Mexicanos y Norteamericanos (in English). Universidad Nacional
Autónoma de México. 1992. p. 896.
 A gritos y sombrerazos: historia de los debates sobre educación sexual en
México, 1906–1946 (in Spanish). Miguel Angel Porrua. 2002. p. 161
 Gutiérrez, Harim B. (2007). Historia de México. Volumen II de la era
revolucionaria al sexenio del cambio.
 Delgado de Cantú, Gloria M.. Historia de México: legado histórico y pasado
reciente.
''La bibliografía sobre el movimiento cristero es escasa. Los sucesivos gobiernos e
instituciones mexicanas han tratado de borrar su historia. Gracias a Jean Meyer se
ha podido reconstruir esta historia y recoger buena parte de los testimonios cristeros.
20
ANEXOS:
Entrevista de los jefes Cristeros y el jefe de Operaciones Militares del
Estado de Colima el 21 de Junio de 1929.
Cristeros colgados de postes de luz en Jalisco, 1927.
21
Amnistía con el Ejército Federal en San Gabriel, municipio de Jalisco de
las fuerzas de Manuel Michel; el Gral. Matías Villa, 1929.
Bandera utilizada por los cristeros para la guerra.

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La Guerra Cristera en México 1926-1929

  • 1. INFORMÁTICA BÁSICA LOS LAICOS, LA LUCHA POR LA DEMOCRACIA CRISTIANA Y LA REVOLUCIÓN MEXICANA. REPUBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA. MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACION UNIVERSITARIA. UNIVERSIDAD CATOLICA CECICLIO ACOSTA. AUTORES: HAROL AÑEZ: 1452720714 LUISANA GIL: 20750365 BELEN RAMIREZ: 22469121
  • 2. 1 LA CRISTIADA: INTRODUCCION:……………… …………………………………………………………………………………………………………2 LA CRISTIADA: .................................................................................................................................3 Ubicación geográfica y temporal...........................................................................................................3 Camino a una guerra inevitable ........................................................................................................5 PARTICULARIDADES DE LA CRISTIADA.....................................................................................................9 Movilización de los cristeros ............................................................................................................9 Enfrentamientos del clero contra el gobierno..................................................................................9 Finalización de la guerra.............................................................................................................10 DESARROLLO DE LA GUERRA CRISTERA CON PERPESTIVAS PERSONALES………………………………….11 Un precursor de la guerra………………………………………………………………………………………..……..12 ¿Una iglesia armada y guerrista?.........................................................................................14 ¿Qué postura adopto el episcopado ante la lucha armada?...............................................14 PROHIBICIONES DEL ESTADO A LA IGLESIA CATOLICA……………………………………………………………….17 CONCLUSION……………………………………………………………………………………………………………………………18 BIBLIOGRAFIA……………………………………………………………………………………………………………………… …19 ANEXOS…………………………………………………………………………………………………………………………… …..20
  • 3. 2 INTRODUCCION: A continuación se desarrollara en el siguiente informe el desenvolvimiento y los hechos ocurridos en La Guerra Cristera en México que consistió en una fuerte lucha que duró 3 años entre el Gobierno y la Iglesia y laicos católicos, de la cual se prohibió hablar durante mucho tiempo en México y también se tienen muy pocos documentos que hablen de ella. Después de haber terminado la Guerra de Reforma en 1859 (durante la cual se enfrentaron dos grupos políticos en México: los conservadores que estaban en contra de la Constitución de 1857 contra los liberales) y la intervención Francesa en 1867 los gobernantes de México llevaron a la práctica una serie de medidas que proclamaban la separación entre la Iglesia y el Estado, al igual que disminuyeron el papel social de la primera ya que se sancionaba a los funcionarios que asistían a actos religiosos, se confiscaron todas las propiedades eclesiásticas y abolieron las órdenes monásticas. La Iglesia estaba en plena expansión cuando comenzó la Revolución de México. En 1910 tras la victoria de Carranza y Obregón se promulga de la nueva Constitución, la cual establece una política de intolerancia religiosa que privaba a la iglesia y a sus laicos de cualquier liberta religiosa, cuyos detalles se verán a continuación.
  • 4. 3 Sin duda, el conocimiento y divulgación de esta etapa histórica llena de páginas de gran heroísmo de un pueblo que defendió -con su propia sangre- su fe en Cristo Rey y su devoción a Santa María de Guadalupe. “La Cristiada” en México fue un conflicto armado que se prolongó desde “1926 a 1929” entre el gobierno de Plutarco Elías Calles y milicias de laicos, presbíteros y religiosos católicos que resistían la aplicación de legislación y políticas públicas orientadas a restringir la participación de la Iglesia católica sobre los bienes de la nación así como en procedimientos civiles. La Constitución mexicana de 1917 establecía una política que negaba la personalidad jurídica a las iglesias, prohibía la participación del clero en política, privaba a las iglesias del derecho a poseer bienes raíces e impedía el culto público fuera de los templos. Algunas estimaciones ubican el número de personas muertas en un máximo de 250 mil entre civiles, efectivos de las fuerzas cristeras y del Ejército Mexicano. Sin embargo, unos años antes de la “Guerra Cristera” (1926-1929), los mártires mexicanos de ese entonces fueron modelo para tantos otros cientos de miles, millones de cristianos aplastados en nuestro siglo por la Revolución en cualquiera de sus formas, liberal o nazi, socialista o comunista. Es importante también conocer la persecución religiosa en México, y entender bien la respuesta de
  • 5. 4 aquellos católicos admirables, que con su sangre siguieron escribiendo los Hechos de los apóstoles en América. Convendrá, en todo caso, que comencemos nuestra crónica por el principio, por ejemplo la persecución liberal que empezó en 1810 y con esto se inicia el proceso que culminaría con la independencia de México. Ya en 1855, se desata la revolución liberal con toda su virulencia anticristiana, cuando se hace con el poder Benito Juárez (1855-72), la perduración de Juárez en el poder ocasionó entre los mismos liberales una oposición cada vez más fuerte. Luego de Benito, llegó al poder el general Porfirio Díaz –que era, como Juárez, de Oaxaca y antiguo seminarista–, propugnando como ley suprema la no-reelección del Presidente de la República, desencadenó una revolución que le llevó al gobierno de México durante casi 30 años: fue reelegido ocho veces, en una farsa de elecciones, entre 1877 y 1910. En ese largo tiempo ejerció una dictadura de orden y progreso, muy favorable para los inversores extranjero –petróleo, redes ferroviarias–, sobre todo norteamericanos, y para los estratos nacionales más privilegiados. También en su tiempo aumentó el latifundismo, y se mantuvieron injusticias sociales muy graves. Por lo demás, el liberalismo del Porfiriato fue más tolerante con la Iglesia. Aunque dejó vigentes las leyes persecutorias de la Reforma, normalmente no las aplicaba; pero mantuvo en su gobierno, especialmente en la educación preparatoria y universitaria, el espíritu laicista antirreligioso. Seguimos con la revolución del general “Venustiano Carranza”, que le llevó a la presidencia (1916-20), se caracterizó por la dureza de su persecución contra la Iglesia. En el camino hacia el poder, sus tropas multiplicaban los incendios de templos, robos y violaciones, atropellos a sacerdotes y religiosas. Todavía hoy en México carrancear significa robar, y un atropellador es un carrancista. La orientación anticristiana del Estado cristalizó finalmente en la Constitución de 1917, realizada en Querétaro por un Congreso constituyente formado únicamente por representantes carrancistas. En efecto, en aquella Constitución esperpéntica el Estado liberal moderno, agravando las persecuciones ya iniciadas con Juárez en las
  • 6. 5 Leyes de Reforma, establecía la educación laica obligatoria (art. 3), prohibía los votos y el establecimiento de órdenes religiosas (art. 5), así como todo acto de culto fuera de los templos o de las casas particulares (art. 24). Y no sólo perpetuaba la confiscación de los bienes de la Iglesia, sino que prohibía la existencia de colegios de inspiración religiosa, conventos, seminarios, obispados y casas cúrales. El gobierno del general Obregón (1920-24), nuevo presidente, llevó adelante el impulso perseguidor de la Constitución mexicana: se puso una bomba frente al arzobispado de México; se izaron banderas de la revolución bolchevique -lo más progresista, en aquellos años- sobre las catedrales de México y Morelia; un empleado de la secretaría del Presidente hizo estallar una bomba al pie del altar de la Virgen de Guadalupe, cuya imagen quedó ilesa. Después de la presidencia de Juárez (1855-72), México fue gobernado casi siempre, como hemos visto, por generales: general Porfirio Díaz (1877-1910), general Huerta (13-14), general Carranza (16-20), general Obregón (20-24). Y ahora, en forma aún más brutal, va a ser gobernado por el general Plutarco Elías Calles (1924-29). En 1925, con apoyo de la CROM se creó la Iglesia Católica Mexicana, dotándola de edificios, recursos y medios para romper con el Vaticano. Confrontada con esta situación, la Iglesia intentó reunir dos millones de firmas para proponer una reforma constitucional. La petición de los católicos mexicanos fue rechazada. Ellos llamaron y realizaron un boicot para no pagar impuestos, minimizar el consumo de productos comercializados por el gobierno, no comprar billetes de la Lotería Nacional, ni utilizar vehículos a fin de no comprar gasolina. Esto causó severos daños a la economía nacional, al tiempo que sirvió para que las posiciones de distintos grupos dentro de la propia Iglesia católica en México se radicalizaran.
  • 7. 6 A pesar de todo lo que hicieron los católicos Plutarco Elías Calles sólo reformó el Código Penal con la Ley Calles de 1926, expulsando así a los sacerdotes extranjeros, sancionando con multas y prisiones a quienes deban enseñanzas religiosas o establecían escuelas primarias, o vestían como clérigo o religioso, o se reunían de nuevo habiendo sido exclaustrados, o inducían a la vida religiosa, o realizaban actos de culto fuera de los templos. No obstante, los cristeros a mediados de agosto, con ocasión del asesinato del cura de Chalchihuites y de tres seglares católicos con él, se alzan en Zacatecas el primer foco de movimiento armado. Y en seguida en Jalisco, en Huejuquilla, donde el 29 de agosto el pueblo alzado da el grito de la fidelidad: ¡Viva Cristo Rey! Entre agosto y diciembre de 1926 se produjeron 64 levantamientos armados, espontáneos, aislados, la mayor parte en Jalisco, Guanajuato, Guerrero, Michoacán y Zacatecas. «Ellos no tenían armas a los comienzos, sólo contaban con un machete, o en el mejor caso una escopeta; pero pronto las fueron consiguiendo de los soldados federales, los juanes callistas, en las guerrillas y ataques por sorpresa. Siempre fue problema para los cristeros el aprovisionamiento de municiones; en realidad, no tenían otra fuente de municiones que el ejército, al cual se las tomaban o se las compraban». En 1927, el presidente Calles, promovió la reglamentación del artículo 130 de la Constitución a fin de contar con instrumentos más precisos para ejercer los controles que la Constitución de 1917 estableció como parte del modelo de sujeción de las iglesias al Estado aprobado por los constituyentes. Estos instrumentos buscaban limitar o suprimir la participación de las iglesias en general en la vida pública, pero dadas algunas características de la legislación, en algunos estados se llegaron a establecer leyes que obligaban a que los ministros de culto fueran personas casadas y se prohibía la existencia de comunidades religiosas. Es posible afirmar que la ley tenía un claro sesgo anticatólico por ser esta confesión la única que en México contaba con ministros célibes y con comunidades en las que las personas decidían convivir.
  • 8. 7 A mediados de 1929 se veía ya claramente que, al menos a corto plazo, ni unos ni otros podían vencer. Sin embargo, en este empate había una gran diferencia: en tanto que los cristeros estaban dispuestos a seguir luchando el tiempo que fuera necesario hasta obtener la derogación de las leyes que perseguían a la Iglesia, el gobierno, viéndose en bancarrota tanto en economía como en prestigio ante las naciones, tenía extremada urgencia de terminar el conflicto cuanto antes. Eran, pues, éstas unas favorables condiciones para negociar el reconocimiento de los derechos de la Iglesia. Sin embargo, La historia de los arreglos alcanzados en junio de 1929 sólo eran simples rumores, hasta que varios Obispos fueron llevados desde Estados Unidos a México a hablar con el presidente, pero sin obtener grandes resultados. Entonces ¿inútilmente lucharon con tan grandes pérdidas y sufrimientos los cristeros y sus familias? El mismo año (1929) el jesuita Eduardo Iglesias, bajo el pseudónimo Aquiles P. Moctezuma, en el conflicto religioso de 1926, escribía relativamente satisfecho: «Terminadas felizmente las conferencias entre el Estado y la Iglesia». No es ésa la interpretación hoy más común. Pero también hay actualmente quienes estiman que los arreglos «fueron los menos malos posibles dentro de las circunstancias». Así lo cree, por ejemplo, Juan Landerreche Obregón, quien además insiste en que los arreglos «de ninguna manera significaron que el esfuerzo, el sacrificio y la sangre de los cristeros hayan sido inútiles para la libertad de la Iglesia Católica y el respeto a la religión y a los fieles. Por el contrario, los cristeros demostraron al gobierno con sus sacrificios, sus esfuerzos y sus vidas, que en México no se puede atacar impunemente a la religión católica ni a la Iglesia. Y todo esto se demostró en forma tan convincente a los tiranos, que los obligó no sólo a desistir de la persecución religiosa, sino los ha obligado también a respetar la religión y la práctica y el desarrollo de la misma, a pesar de todas las disposiciones de la Constitución [de 1917] que se oponen a ello, y que no se cumplen, porque no se pueden cumplir, porque el pueblo las rechaza... Los frutos [de la Cristiada] se han recogido y se siguen recogiendo sesenta años después de su lucha y seguramente
  • 9. 8 culminarán a su tiempo en la realización plena por la que lucharon quienes dieron ese testimonio». En 1993 el gobierno de México concedió a la Iglesia un precario reconocimiento legal como asociación religiosa, y restableció sus relaciones diplomáticas con la Santa Sede.
  • 10. 9 La Guerra Cristera fue la guerra en México entre 1926 y 1929 en donde el gobierno de Plutarco Elías Calles restringía la participación de la Iglesia Católica sobre los bienes de México. La radicalización hizo que en varios estados como Guanajuato, Jalisco, Nayarit, Aguascalientes, Querétaro, Colima, Michoacán, Yucatán, Zacatecas y la Ciudad de México se formara un movimiento social que apoyaba los derechos del culto en el país. Uno de los dilemas que existen es la procedencia de la palabra “cristero”. Algunos dicen que fue simplemente para identificarse, pero otros expertos dicen que el nombre es despectivo, es decir es derivado con un significado negativo. Todo este movimiento Cristero logro que en México hubiese más creyentes de la Virgen de Guadalupe y que se unieran estos símbolos a ciclos de la historia como el de Emiliano Zapata. Los primeros enfrentamientos fueron en los estados Zacatecas, Jalisco, Guanajuato y Michoacán, pero con el tiempo se sumaron todo el centro de México. Entre 1927 y 1929 se sumaron más de 8000 activistas en ese entonces a los Cristeros. Esta cifra es considerable por varias razones:  Los obispos mexicanos no se sumaron a este movimiento: Ellos prefirieron buscar un convenio de paz con el gobierno de Plutarco Calles y con el gobierno de Estados Unidos.
  • 11. 10  México acababa de pasar un sangriento conflicto armado de 7 años y los Cristeros no contaban con la ayuda de militares capacitados para hacer una guerra, ya que no tenían ni las armas ni el entrenamiento para estar en una guerra. En 1928 hubo elecciones en el país en donde se daba como absoluto ganador a Álvaro Obregón y este se decía que quería acabar con la guerra y llegar un convenio de paz. Lamentablemente, Obregón fue asesinado por José de León Toral en un restaurante donde Obregón había acudido a un desayuno donde se firmaron varios pactos, entre los cuales taba el convenio de paz para que se les devolvieran sus casas a los Cristeros que desistieran a la guerra. Para ese entonces los obispos mexicanos seguían con la idea del convenio de paz, excepto 3 que tenían mucho poder y no estaban totalmente de acuerdo con ese convenio de paz. Bajo la presión de los Estados Unidos, que apoyaban a los obispos, el presidente Portes Gil decreto que la Iglesia Católica seria sometida a la Ley sin que la Constitución tuviese ninguna modificación. Sin embargo, no todo termino aquí con este convenio de paz. La gente llamaba a esta relación “Nicomedia” en relación a Nicodemo que era el fariseo que se acercaba a Jesús en la noche. Estas relaciones debieron enfrentar una gran prueba con el famoso Grito de Guadalajara provocado por Plutarco Elías Calles. “El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo a la ignorancia, y la prédica a la envidia; su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria”.- SIR WINSTON CHURCHILL.
  • 12. 11 El movimiento armado en contra de la tiranía callista fue llamado “cristiada” por el gobierno, en son de burla, aunque sin ninguna razón. Ya que estos se sentían orgullosos de ser llamados así, por ser relacionado con Cristo y porque se les llamaba así a los que, negándose a obedecer a los hombres antes que a Dios, se alzaron contra el absolutismo antirreligioso de Calles. A los cristeros se les ha juzgado duramente, la Historia “Oficial” -en las pocas ocasiones que los llega a mencionar- los califica como “rebeldes al gobierno”. Así que antes de comenzar nuestra contextualización aclararemos una cosa: la Cristera no fue una rebelión ofensiva, sino una rebelión defensiva, un movimiento en legítima defensa de los derechos del pueblo a creer en Dios y al libre culto; tampoco fue rebelión contra un gobierno legítimo, sino contra un gobierno usurpador, un gobierno impuesto por los grupos anticlericales, un gobierno que el pueblo no había elegido. El gobierno anticlerical que había aprovechado la Revolución para encaramarse al poder, lo esperaba todo, menos una resistencia tan fuerte como la que presentó el pueblo. Para ellos era inconcebible que los cobardes y dóciles católicos (que ya les habían aguantado miles de atropellos) se organizaran y tomaran armas para repeler la agresión del gobierno. Líderes como Carranza, Obregón y Calles tenían el extraño complejo de sentirse infalibles, omnipotentes en sus caprichos, para ellos la Constitución, por el simple hecho de serlo, tenía el poder de cambiar la naturaleza de las cosas, y si la Constitución decía que los templos eran del gobierno, esto era cierto ipso facto. Todos los ataques contra el clero se invocaban como “cumplir la Ley”, pero un país donde “cumplir la Ley” es lo mismo que acabar con la Fe del Pueblo, es un país sin libertad. El gobierno pensaba que los católicos, amantes de la paz, no se animarían a luchar, pero el pueblo amaba la
  • 13. 12 Libertad más aunque la Paz, y hay paces que sólo se encuentran del otro lado de la guerra. Esto explica el furor del gobierno, su despecho y su estupefacción ante la reacción de la sociedad en masa que les hizo frente, y a su vez reaccionaron dispuestos, mediante el terror y la fuerza bruta, a hacer valer las “leyes” que ellos solos habían creado, y que pretendían que el pueblo debía acatar. Finalmente aparecieron los levantamientos importantes. El primero ocurrió en Zacatecas. El 14 de Agosto el ejército detuvo al párroco de Chalchihuites, Luis Bátiz, hombre pacífico y muy querido por el pueblo. Al día siguiente llegó al mercado el tratante de ganado Pedro Quintanar, personaje influyente y respetado, y los paisanos le pidieron que liberara al párroco. Quintanar fue a emboscar a los soldados, pero en el combate murieron los prisioneros que ellos tenían. Quintanar convocó a más hombres de toda la región, y el 29 de Agosto entraban en Huejuquilla el Alto (Jalisco), donde derrotaron a un contingente de 50 soldados. A finales de diciembre se unía a la guerra Anacleto González Flores. Anacleto no quería la violencia, pero comprendía como muchos acejotaemeros y católicos que los movimientos iban a ser aplastados por el gobierno si no recibían ayuda, y que habría represalias en caso de victoria gubernamental. Al acabar el año de 1926 ya había revueltas en prácticamente todos los estados del centro del país, desde Durango a Guerrero, desde Veracruz a Jalisco. Todavía, sin embargo, se hablaba de grupos, de revueltas locales, por estado. Pero luego de cinco meses de combates esporádicos, el gobierno de Calles no modificaba su actitud, y entonces, a partir de Enero de 1927 hubo un alzamiento general e ininterrumpido hasta los “arreglos” de 1929.
  • 14. 13 El 22 de julio de 1918 en Guadalajara empezaron los primeros enfrentamientos entre las fuerzas del gobierno y los católicos. Anacleto defendió en esa ocasión los derechos del pueblo y no descansó hasta que, después de prolongadas luchas populares, logró que se cancelaran unos decretos impopulares del gobernador de Jalisco Manuel M. Diéguez. No pasó mucho tiempo para que Anacleto sufriera la cárcel por sus ideas sociales, políticas y religiosas.1 Unas interesantes reflexiones sobre este punto las proporciona Aquiles P. Moctezuma (seudónimo), en su obra El Conflicto Religioso: “En determinados casos, cuando el abuso de la autoridad contra los fundamentos esenciales de la sociedad son indudables, gravísimos y permanentes, y cuando para remediarlos se han agotado infructuosamente todos los medios pacíficos, la resistencia activa armada no es rebelión sino defensa legítima y lícita. Más todavía; si del abuso de la tiranía no se sigue tan sólo la ruina material grave, sino principalmente la perturbación del orden moral, la perversión general de las conciencias, el extravío absoluto de las ideas, en una palabra, la perdición eterna del pueblo en masa; entonces nos atreveríamos a afirmar que la lucha armada para hacer cesar tamaños atropellos de la autoridad, es, no solo lícita, sino obligatoria, porque la sociedad, lo mismo que el individuo, está obligada a procurar su propia conservación. Y hasta nos lanzaríamos a opinar que, cuando el coloso del estado se lanza brutalmente a exterminar a la religión verdadera y hay peligro de que lo logre y de que cada día cobre más fuerza; entonces ni siquiera se debe condicionar la licitud de la defensa al caso del probable éxito, sino que, en este caso extremo, hay que lanzarse a la heroica y desesperada lucha del enano que, amenazado de muerte por el gigante, acepta el reto con todos sus peligros. “Nunca nos preocupó defender nuestros intereses materiales, porque éstos van y vienen; pero los intereses espirituales, éstos sí los defendemos, porque son necesarios para obtener la salvación. No podíamos aceptar que los templos fueran profanados. No podíamos permitir que desterraran a nuestros prelados y sacerdotes, que bautizan a nuestros hijos, nos dan el Pan Eucarístico y en la hora de la muerte nos auxilian con sacramentos para alcanzar la vida eterna”. ANACLETO GONZÁLEZ FLORES, 19271
  • 15. 14 Estas deducciones, ciertas en el caso de que el gobernante sea legítimo, adquieren más fuerza y mayor evidencia si se trata sólo de un gobierno de hecho, es decir, de un usurpador. Es cierto que Jesucristo nos enseñó con su palabra y su ejemplo la paciencia, la resignación, el martirio. A todos nos enseñó la verdadera fraternidad, consagrándola en la oración sublime del Padre Nuestro. Pero el mismo Jesús que pidió perdón para sus enemigos desde la cruz, llamó “raza de víboras” y “sepulcros blanqueados” a los fariseos que, son2 color de patriotismo, pretendían apartar de él a las turbas sencillas, y arrojó con el látigo a los mercaderes del templo. Es verdad que Jesucristo nos enseñó que no resistamos al malvado, sino que al ser heridos en la mejilla derecha presentemos la izquierda. Pero es de advertir que estos son consejos de perfección, encaminados a destruir en el fondo del corazón aun los primeros movimientos de odio y venganza. Si se erigieran tales consejos en leyes obligatorias en todos los casos, se llegaría al absurdo de destruir para el cristiano todos sus derechos, y de garantizar todos los desmanes de los malvados. Los obispos jamás autorizaron ni apoyaron la lucha armada. Intentaron evitar por todos los medios posibles los levantamientos, y estallada la guerra, procuraron siempre dialogar en aras de terminar el conflicto. Hubo sacerdotes que utilizaron su influencia espiritual para calmar a los cristeros, e inclusive a veces con enojo y sorpresa de los propios cristeros. 2 No murieron en vano los mártires cristeros. Gracias a Dios y a la valiente lucha que ellos empeñaron, la religión cristiana en México se salvó y perdura. Ni la hipocresía del gobierno ni la cobardía de sus esbirros pudieron contra la Fe; Cristo cumple la promesa que hizo hablando de Su Iglesia: “Las puertas del Hades no prevalecerán contra Ella”. PAPA IXV, 1933.
  • 16. 15 Los obispos tampoco prohibieron la guerra, cierto, porque sabían que aquella lucha tenía razón de ser y licitud, pero tampoco podían aprobarla, como pastores, no era su función definir sobre conflictos armados, y además querían intentar otras soluciones al problema. A partir de 1928, y por órdenes del general Gorostieta, los cristeros empezaron a operar terribles ataques contra los medios de comunicación, levantando vías y paralizando al ejército, obligándolo a dispararse más para vigilar las estaciones y los cruces ferroviarios, mucho de lo cual fue logrado con la complicidad de los propios empleados de las compañías del tren. En 1929 la Guerra Cristera llega a su apogeo, y la situación fue tan alarmante, que el presidente Calles tomó medidas extraordinarias, y reclutó y envió enormes contingentes a Jalisco, el más preocupante de los estados rebeldes. Fueron destinados para la campaña en Jalisco 35 mil hombres, y en total colocó en el oeste del país más de 40 regimientos, soportados por batallones de refuerzo, con lo que casi el total de los ejércitos mexicanos se concentraban en la zona rebelde. Su propósito era aplastar rápido y definitivamente a los cristeros. Sin embargo, los cristeros no eran menos que los federales, y se entregaban con más fervor a su causa, dispersándose y reagrupándose al paso de las columnas federales, para cansarlas. El gobierno federal, por otra parte, no era precisamente rico, y le costaba muchísimo dinero mantener a tantos hombres en campaña, proveerlos de sueldo, municiones y alimentos, mientras que los cristeros reponían sus municiones con las tomadas a los federales, y la población los alimentaba. Mientras los cristeros combatían en los montes, en la capital los obispos mexicanos conferenciaban con el gobierno. Muerto Álvaro Obregón, el presidente Emilio Portes Gil se mostraba dispuesto a negociar una “paz” entre iglesia y estado. Mons. Leopoldo Ruiz Flores, ahora delegado apostólico, y Mons. Pascual Díaz, firmaron unos arreglos con el gobierno, por los cuales se ponía fin al conflicto religioso.
  • 17. 16 Esos famosos arreglos no solucionaron nada, a la postre. Fue un truco de los jacobinos, de los cuales Portes Gil no era sino servidor y agente; se intentaba engañar al México católico, hacerle creer que la persecución terminaba, cuando en realidad siguió, al principio menos intensa, pero después, creció de nuevo a tal grado, que nuevamente tuvo que protestar el Papa en persona: engañar y mentir son las mejores habilidades de los enemigos de la Iglesia. Astuta como era la maniobra del gobierno, no tardó en dar desastrosos resultados: los católicos empezaron a indignarse con sus obispos, a quienes perdían la estima y el respeto, se consideraba traidores a quienes habían pactado con el gobierno… lo que salvó a México de un cisma, fue que muchos sacerdotes se oponían abiertamente al “modus vivendi”, y algunos fueron asesinados por el gobierno, como el p. Epifanio Madrigal, quien tenía fama de santidad, y quien se dirigió a recibir información de los obispos para transmitir a los ex-cristeros si era cierto que el Papa aprobaba la paz… pero no regresó, lo mataron agentes federales.
  • 18. 17 «Mientras tanto los gobernadores de Veracruz y Tabasco, radicalmente anticlericales, dictaron medidas para limitar las funciones del sacerdocio, decretando que los ministros de culto debían ser casados y mayores de 40 años.» GLORIA M, 1994. PROHIBICIONES DEL ESTADO PARA LA IGLESIA:  Prohibió el culto público fuera de las dependencias eclesiásticas  El Estado decidiría el número de iglesias y de sacerdotes que habría  Se le negó al clero el derecho de votar  A la prensa religiosa se le prohibió tocar temas relacionados con asuntos públicos  Las corporaciones religiosas y los ministros de cultos estarían impedidos para establecer o dirigir escuelas primarias.  Prohibición de los votos religiosos  Privó a la Iglesia de toda personalidad jurídica  La prohibición a la Iglesia para poseer bienes raíces
  • 19. 18 CONCLUSIÓN: La guerra Cristera al igual que muchos de los levantamientos armados que se han hecho en el país de México, han estado cubiertos de una serie de intereses partidistas y religiosos ambas esferas persiguen tintes de dominio por las masas, lo cual siempre ha traído como resultado perjuicios a los mas desprotegidos tanto en situación económica como intelectual, desde nuestro punto de vista al gobierno de Calles como a muchos otros en esa época no les interesaba la religiosidad que se inculcara a los campesinos, obreros entre otros. Les preocupaba la ilustración, el conocimiento que estos pudieran obtener a través de los libros ya que no debemos perder de vista que los mejores ilustrados, por tener acceso a libros y acontecimientos del mundo eran los religiosos, lo cual indudablemente sería perjudicial para los sometimientos que el gobierno tenía sobre el pueblo; posteriormente la iglesia se inclina por educar al pueblo haciéndole ver sus derechos y fomentando su participación en la política del país, pero siempre con el tiente de sus ideales cristianos. Las leyes fueron y han sido creadas por los hombres y han sido ellos mismos los encargados de irrumpirlas o aplicarlas, lo que más daño a hecho a la humanidad, son los distintos individualismos que se generan cuando ya están en el poder.
  • 20. 19  http://es.wikipedia.org/wiki/Guerra_Cristera  La cristiada: La guerra de los cristeros Jean A. Meyer (1997) [1973].  ↑ Managing Mexico: Economists from Nationalism to Neoliberalism. Princeton University Press. 2004. p. 55  ↑ La ciudad y el campo en la historia de México: memoria de la VII Reunión de Historiadores Mexicanos y Norteamericanos (in English). Universidad Nacional Autónoma de México. 1992. p. 896.  A gritos y sombrerazos: historia de los debates sobre educación sexual en México, 1906–1946 (in Spanish). Miguel Angel Porrua. 2002. p. 161  Gutiérrez, Harim B. (2007). Historia de México. Volumen II de la era revolucionaria al sexenio del cambio.  Delgado de Cantú, Gloria M.. Historia de México: legado histórico y pasado reciente. ''La bibliografía sobre el movimiento cristero es escasa. Los sucesivos gobiernos e instituciones mexicanas han tratado de borrar su historia. Gracias a Jean Meyer se ha podido reconstruir esta historia y recoger buena parte de los testimonios cristeros.
  • 21. 20 ANEXOS: Entrevista de los jefes Cristeros y el jefe de Operaciones Militares del Estado de Colima el 21 de Junio de 1929. Cristeros colgados de postes de luz en Jalisco, 1927.
  • 22. 21 Amnistía con el Ejército Federal en San Gabriel, municipio de Jalisco de las fuerzas de Manuel Michel; el Gral. Matías Villa, 1929. Bandera utilizada por los cristeros para la guerra.