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MENTE, CARÁCTER Y PERSONALIDAD II
Capítulo 58
La fe
Sección 11—Los problemas emocionales
Una definición de fe
La fe salvadora. La definición de esta fe en
Jesucristo se puede hacer con pocas palabras:
es el acto del alma por medio del cual todo el
hombre se entrega a la guarda y el control de
Jesucristo.
Nuestros pensamientos y nuestras esperanzas
están concentrados en la segunda venida de
nuestro Señor.
La fe significa confiar en Dios, creer que nos ama y sabe mejor qué es lo que no conviene.
 La fe es sencilla en su acción y poderosa en sus resultados.
LA HUMILDAD NO ES FE
La humildad, la mansedumbre y la obediencia
no son la fe; pero son los efectos o frutos de la
fe.
Se necesita fe a cada paso
La fe es necesaria tanto en los asuntos más
pequeños como en los mayores de la vida
LA FE INFUNDE CONFIANZA PROPIA
No fueron escritas estas únicamente para que
las leamos y nos asombremos, sino para que la
misma fe que obró en los siervos de Dios de
antaño, obre en nosotros.
“Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.
Filipenses 4:13.
Enseñemos fe
Se debería explicar claramente cómo se puede
ejercer fe. Toda promesa de Dios tiene ciertas
condiciones. Si estamos dispuestos a hacer su
voluntad, toda su fuerza nos pertenece.
La fe tiene preciosas lecciones para el niño
sensible a las ofensas.
Enséñese a ese niño que Dios es el guardián
eterno de la justicia.
“Por gracia sois salvos por medio de la fe”.
Efesios 2:8
Se debería adiestrar la mente para ejercer fe
en lugar de albergar dudas, sospechas y celos.
Tener fe en las promesas de Dios, avanzar por
fe, seguir hacia adelante sin ser gobernados
por las circunstancias, es una lección difícil de
aprender
Presunción: falsificación satánica de la fe
Algunos han profesado tener mucha fe en Dios, dones especiales y extraordinarias respuestas a
sus oraciones aunque no haya evidencia de todo ello. Han creído que la presunción es fe.
La fe no va en ningún sentido unida a la presunción.
Porque la presunción es la falsificación satánica de la fe.
La fe verdadera tiene su fundamento en las promesas y provisiones de las Escrituras.
Cultivemos la fe—Los que hablen acerca de la fe y la cultiven, tendrán fe; pero los que abriguen
dudas y las expresen, tendrán dudas.
La fe se eleva por encima de las sombras
La fe debe ser cultivada. Si se ha debilitado, es semejante a una planta enferma que hay que
poner al sol, regarla cuidadosamente y atenderla.
Cuando las nubes se interponen entre vuestra alma y Dios, cuando hay tinieblas a vuestro
alrededor, cuando el enemigo está listo para robarle al alma su integridad hacia Dios y la verdad,
y cuando el error es considerado plausible y atractivo, entonces es tiempo de orar y ejercer fe en
Dios.
Deberíamos saber por nosotros mismos qué es el cristianismo, qué es la verdad, qué es la fe que
hemos recibido, cuáles son las reglas bíblicas, las reglas que se nos han dado provenientes de la
más alta autoridad.
La fe debe expresarse
Si manifestáramos más nuestra fe, si nos regocijáramos más en las bendiciones que ahora
tenemos—la gran misericordia, la paciencia y el amor de Dios—cada día tendríamos más fuerza.
Muchos tienen ideas confusas acerca de lo que constituye la fe, y viven por debajo de sus
privilegios. Confunden sentimiento y fe, y están continuamente angustiados y perplejos.
Debemos aceptar a Cristo como nuestro Salvador personal, o fracasaremos en nuestro intento
por llegar a ser vencedores.
Debemos creer que somos elegidos de Dios, para ser salvados por el ejercicio de la fe, a través
de la gracia de Cristo y la obra del Espíritu Santo
Actúen positivamente por fe
El sentimiento y la fe son tan distintos uno del otro como lo es el este del oeste. La fe no
depende de los sentimientos.
Pero el sentimiento no tiene nada que ver con la fe. Esa fe que obra por el amor y purifica el
alma no es cuestión de impulso.
Comencemos una vida de confianza sencilla e infantil, no confiando en los sentimientos, sino en
la fe.
Seguid contemplando a Jesús, continuad orando con fe silenciosa, proseguid apoderándoos de
su fuerza, ya sea que experimentéis algún sentimiento o no.
Fe en Cristo, no en el manto
No vemos a Cristo en persona. Por fe lo contemplamos. Nuestra fe se aferra de sus promesas.
Así caminó Enoc con Dios.
Moisés no sólo pensaba en Dios, sino que lo veía. Dios era la visión constante que tenía delante
de sí. Nunca perdía de vista su rostro. La fe es real.
Al pasar, ella [la mujer enferma] se adelantó, y alcanzó a tocar apenas el borde de su manto. En
ese momento se dio cuenta de que se había sanado. Su fe tenía como centro, no el manto, sino
la Persona que usaba el manto.
La fe es el medio por el cual la verdad o el error encuentran abrigo en la mente. Por el mismo
acto de la mente se recibe la verdad o el error, pero hay una gran diferencia en que creamos la
Palabra de Dios o los dichos de los hombres.
La fe es un poderoso sanador
La fe es más poderosa que la muerte para vencer. Si logramos que los enfermos fijen sus miradas
en el poderoso Médico, veremos resultados maravillosos. Esto vivificará tanto al cuerpo como al
alma.
Yo encuentro que cada día debo pelear la buena batalla de la fe.
Cuando nos aferramos a Cristo por la fe, nuestra obra sólo ha comenzado. Todo hombre tiene
hábitos corruptos y pecaminosos que deben ser vencidos mediante una lucha intensa.
La vida es modelada por la fe. Si teniendo la luz y la verdad a nuestro alcance, no procuramos
conocerla, de hecho la rechazamos y preferimos las tinieblas a la luz.
Tendremos éxito si avanzamos por fe, la obra misionera de Dios debe estar a cargo de hombres
con mucha fe, y debe crecer constantemente en fuerza y eficiencia.
La fe purifica el alma
Es necesario que tengamos fe, una fe viva, que obre por el amor y purifique el alma.
Cristo será en Ud. una fuente de agua que salte para vida eterna.
La fe consiste en confiar en Dios, en creer que nos ama y sabe lo que es mejor para nuestro
bien. Así, en vez de nuestro camino, nos induce a preferir el suyo. En vez de nuestra ignorancia,
acepta su sabiduría; en vez de nuestra debilidad, su fuerza; en vez de nuestro pecado, su justicia.
Nuestra vida, nosotros mismos, somos ya suyos.
La fe es la que nos pone en posesión de estas virtudes. Todo buen impulso o aspiración
provienen de Dios; la fe recibe de Dios la vida que es lo único que puede producir crecimiento y
eficiencia verdaderos
Dios los bendiga

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  • 1. MENTE, CARÁCTER Y PERSONALIDAD II Capítulo 58 La fe Sección 11—Los problemas emocionales
  • 2. Una definición de fe La fe salvadora. La definición de esta fe en Jesucristo se puede hacer con pocas palabras: es el acto del alma por medio del cual todo el hombre se entrega a la guarda y el control de Jesucristo. Nuestros pensamientos y nuestras esperanzas están concentrados en la segunda venida de nuestro Señor. La fe significa confiar en Dios, creer que nos ama y sabe mejor qué es lo que no conviene.  La fe es sencilla en su acción y poderosa en sus resultados.
  • 3. LA HUMILDAD NO ES FE La humildad, la mansedumbre y la obediencia no son la fe; pero son los efectos o frutos de la fe. Se necesita fe a cada paso La fe es necesaria tanto en los asuntos más pequeños como en los mayores de la vida LA FE INFUNDE CONFIANZA PROPIA No fueron escritas estas únicamente para que las leamos y nos asombremos, sino para que la misma fe que obró en los siervos de Dios de antaño, obre en nosotros. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. Filipenses 4:13.
  • 4. Enseñemos fe Se debería explicar claramente cómo se puede ejercer fe. Toda promesa de Dios tiene ciertas condiciones. Si estamos dispuestos a hacer su voluntad, toda su fuerza nos pertenece. La fe tiene preciosas lecciones para el niño sensible a las ofensas. Enséñese a ese niño que Dios es el guardián eterno de la justicia. “Por gracia sois salvos por medio de la fe”. Efesios 2:8 Se debería adiestrar la mente para ejercer fe en lugar de albergar dudas, sospechas y celos. Tener fe en las promesas de Dios, avanzar por fe, seguir hacia adelante sin ser gobernados por las circunstancias, es una lección difícil de aprender
  • 5. Presunción: falsificación satánica de la fe Algunos han profesado tener mucha fe en Dios, dones especiales y extraordinarias respuestas a sus oraciones aunque no haya evidencia de todo ello. Han creído que la presunción es fe. La fe no va en ningún sentido unida a la presunción. Porque la presunción es la falsificación satánica de la fe. La fe verdadera tiene su fundamento en las promesas y provisiones de las Escrituras. Cultivemos la fe—Los que hablen acerca de la fe y la cultiven, tendrán fe; pero los que abriguen dudas y las expresen, tendrán dudas.
  • 6. La fe se eleva por encima de las sombras La fe debe ser cultivada. Si se ha debilitado, es semejante a una planta enferma que hay que poner al sol, regarla cuidadosamente y atenderla. Cuando las nubes se interponen entre vuestra alma y Dios, cuando hay tinieblas a vuestro alrededor, cuando el enemigo está listo para robarle al alma su integridad hacia Dios y la verdad, y cuando el error es considerado plausible y atractivo, entonces es tiempo de orar y ejercer fe en Dios. Deberíamos saber por nosotros mismos qué es el cristianismo, qué es la verdad, qué es la fe que hemos recibido, cuáles son las reglas bíblicas, las reglas que se nos han dado provenientes de la más alta autoridad.
  • 7. La fe debe expresarse Si manifestáramos más nuestra fe, si nos regocijáramos más en las bendiciones que ahora tenemos—la gran misericordia, la paciencia y el amor de Dios—cada día tendríamos más fuerza. Muchos tienen ideas confusas acerca de lo que constituye la fe, y viven por debajo de sus privilegios. Confunden sentimiento y fe, y están continuamente angustiados y perplejos. Debemos aceptar a Cristo como nuestro Salvador personal, o fracasaremos en nuestro intento por llegar a ser vencedores. Debemos creer que somos elegidos de Dios, para ser salvados por el ejercicio de la fe, a través de la gracia de Cristo y la obra del Espíritu Santo
  • 8. Actúen positivamente por fe El sentimiento y la fe son tan distintos uno del otro como lo es el este del oeste. La fe no depende de los sentimientos. Pero el sentimiento no tiene nada que ver con la fe. Esa fe que obra por el amor y purifica el alma no es cuestión de impulso. Comencemos una vida de confianza sencilla e infantil, no confiando en los sentimientos, sino en la fe. Seguid contemplando a Jesús, continuad orando con fe silenciosa, proseguid apoderándoos de su fuerza, ya sea que experimentéis algún sentimiento o no.
  • 9. Fe en Cristo, no en el manto No vemos a Cristo en persona. Por fe lo contemplamos. Nuestra fe se aferra de sus promesas. Así caminó Enoc con Dios. Moisés no sólo pensaba en Dios, sino que lo veía. Dios era la visión constante que tenía delante de sí. Nunca perdía de vista su rostro. La fe es real. Al pasar, ella [la mujer enferma] se adelantó, y alcanzó a tocar apenas el borde de su manto. En ese momento se dio cuenta de que se había sanado. Su fe tenía como centro, no el manto, sino la Persona que usaba el manto. La fe es el medio por el cual la verdad o el error encuentran abrigo en la mente. Por el mismo acto de la mente se recibe la verdad o el error, pero hay una gran diferencia en que creamos la Palabra de Dios o los dichos de los hombres.
  • 10. La fe es un poderoso sanador La fe es más poderosa que la muerte para vencer. Si logramos que los enfermos fijen sus miradas en el poderoso Médico, veremos resultados maravillosos. Esto vivificará tanto al cuerpo como al alma. Yo encuentro que cada día debo pelear la buena batalla de la fe. Cuando nos aferramos a Cristo por la fe, nuestra obra sólo ha comenzado. Todo hombre tiene hábitos corruptos y pecaminosos que deben ser vencidos mediante una lucha intensa. La vida es modelada por la fe. Si teniendo la luz y la verdad a nuestro alcance, no procuramos conocerla, de hecho la rechazamos y preferimos las tinieblas a la luz. Tendremos éxito si avanzamos por fe, la obra misionera de Dios debe estar a cargo de hombres con mucha fe, y debe crecer constantemente en fuerza y eficiencia.
  • 11. La fe purifica el alma Es necesario que tengamos fe, una fe viva, que obre por el amor y purifique el alma. Cristo será en Ud. una fuente de agua que salte para vida eterna. La fe consiste en confiar en Dios, en creer que nos ama y sabe lo que es mejor para nuestro bien. Así, en vez de nuestro camino, nos induce a preferir el suyo. En vez de nuestra ignorancia, acepta su sabiduría; en vez de nuestra debilidad, su fuerza; en vez de nuestro pecado, su justicia. Nuestra vida, nosotros mismos, somos ya suyos. La fe es la que nos pone en posesión de estas virtudes. Todo buen impulso o aspiración provienen de Dios; la fe recibe de Dios la vida que es lo único que puede producir crecimiento y eficiencia verdaderos