Este documento resume la relación histórica entre la teología y el magisterio en las iglesias católica y protestantes. Explica que en la antigüedad y la Edad Media, la teología y el magisterio estaban unidos, pero se separaron con el tiempo. En la iglesia católica, el magisterio tiene la autoridad para establecer doctrina, mientras que en la protestante el énfasis está en la interpretación individual de las Escrituras y no hay una autoridad central definitiva.
1. La relación entre Teología y Magisterio
Franz-Josef NIEMANN
«Selecciones de Teología» 164(junio 2002)293-302. Publicación
original: Das Verhältnis von Theologie und Lehramt. Übereinstimmungen, Unterschiede
und Annäherungen zwischen evangelischer und katholischer Auffassung, «Stimmen der
Zeit» 126(2001)17-29.
Las relaciones entre teologíay magisterio no son fáciles. Y, sin embargo,
son necesarias si lateologíano quiere desvincularsede su misión en el seno de
lacomunidad eclesial y si el magisterio quiere decir una palabra fundamentada,
una reflexión teológica seriay también inteligible y creíble paralasociedad a la
que se dirige. Además, parece éste un tema típico de la iglesia católica. Sin
embargo, no es exactamente así, pues el autor del presente artículo nos hace
ver la relevanciaque tiene este tema para las iglesias de la Reforma ¿Cuál es la
historia de esta movida relación y qué caminos conducirían a una fecunda
comprensión mutua, tanto para católicos como protestantes? He aquí un
intento de respuesta.
La “Declaración conjunta sobre ladoctrina de la justificación” es un hito
en el diálogo ecuménico entre católicos y luteranos. En su apartado final
exhorta a ulteriores diálogos, en los que sobre todo se ha de tratar de
cuestiones de eclesiología y de la doctrina teológica del conocimiento (n. 43).
La relación entre teología y magisterio forma parte de estos temas.
La discusión actual
Por parte católica, la relación entre teología y magisterio es un tema de
vibrante actualidad y, por desgracia, históricamente es también un tema
doloroso. Tan típica es para la Reforma la cuestión de la justificación como
para los católicos la cuestión de la tensa relación entre magisterio y teología.
Esto se debe a que, según una opinión muy extendida, el problema entre
teología y magisterio no se suscita en la Iglesia evangélica porque en ella no
hay ningún magisterio. Lo cual sugiere que quizá le falte algo importante. Esto
2. es lo que sostenía Gerhard Simpfendörfer, un decano evangélico de Baviera,
en la revista “Lutherische Monatschriften” de otoño de 1999: en una sociedad
plural, ante los problemas que lavida moderna y la cienciaplantean a laIglesia
evangélica, lo único que se oye son opiniones aisladas, pero no hay una línea
clara. Simpfendörfer recomendaba como salida que laIglesiaevangélicacrease
en Alemania una “fábrica de pensamiento de la iglesia evangélica”
(“comparable de lejos a la Congregación romana de la fe”).” Esperemos que
esto no lo lea ningún católico”, respondía indignado Walter Sparn en el
número siguiente de la misma revista. Los problemas teológicos de hoy en día
no se arreglarían con “decisiones definitivas, a base de sí o no”, por tratarse a
menudo de “tareas interpretativas que no pueden darse nunca por acabadas”.
A finales del verano del 2000 el estudio “Communio sanctorum. La
Iglesia como comunidad de los santos”, elaborado por el grupo de trabajo
bilateral de laConferencia Episcopal Alemana y de la Dirección Eclesial de las
Iglesias Unidas Evangélico-Luteranas de Alemania, trató el temadel magisterio
y de la teología. También desde el punto de vista evangélico se percibe la
relación entre magisterio y teología como un problema.
Antigüedad y Edad Media
La actividad teológica docente, como tarea específica, existe ya desde el
cristianismo primitivo (1Co 12,28s; Ef 4,11; Hch 13,1; St 3,1). Ahora bien,
desde el siglo III, en el contexto del desarrollo del ordenamiento ministerial en
la Iglesia, las tareas docentes fueron asumidas por los dirigentes de la
comunidad: teología y magisterio eran tarea de una misma persona. Los más
grandes teólogos de la antigüedad fueron obispos. Como teólogos escribían
tratados, como obispos predicaban y tomaban decisiones doctrinales en los
sínodos.
Esta simbiosis se rompió en la Edad Media: con la erección de las
universidades, lateologíaobtuvo un ámbito institucional independiente de los
obispos. Tomás de Aquino distinguía dos ministerios docentes, el de los
obispos y el de los teólogos: el “magisterium cathedrae pastoralis” y el “magisterium
cathedrae magistralis”. El magisterio episcopal y papal tomaba decisiones
doctrinales, laenseñanzade los teólogos descansabaen su propia investigación
científica.
En la práctica hubo solapamientos. La distinción de Tomás se
desequilibró a lo largo de la Edad Media en favor de los teólogos de las
universidades. Como los obispos medievales, en cuanto príncipes del imperio,
3. estaban ocupados en tareas de gobierno y no siempre eran suficientemente
competentes en los problemas teológicos, las facultades teológicas, con su
visto bueno, tomaron decisiones doctrinales y, al menos parcialmente,
asumieron las tareas magisteriales de los obispos. A los concilios de Constanza
y Basilea fueron invitados no sólo teólogos escogidos individualmente, sino
también facultades teológicas como corporaciones, y los teólogos tuvieron
voto dentro de las naciones. Los teólogos de París obligaron al papa Juan XXII
a retractarse de una concepción teológica sobre la escatologíaexpuesta en un
sermón (1333-1334). Y los teólogos de la Sorbona condenaron en 1521 a
Martín Lutero, su colega de Wittenberg, como antes habían hecho las
facultades de Colonia y Lovaina.
Teología y Magisterio en la Iglesia Evangélica
Por parte evangélica, la relación entre Teología y Magisterio fue tensa
desde el comienzo y de forma duradera, porque Martín Lutero, al principio de
la reforma, fue objeto de una condena doctrinal por parte del Papa y
considerada contraria a la verdad. Por ello, las iglesias de la Reforma dan
mucha importancia a la libertad de enseñanza y a la decisión personal en el
acto de fe. Pero para el mismo Lutero estaba claro que la Iglesia no podía
seguir adelante sin distinguir la doctrina verdadera de la falsa.
Si antes de la reforma Lutero tenía el magisterio de los Papas y los
Concilios como la última instancia decisiva en la Iglesia, tras su conversión
reformadora, entendió que el criterio decisivo con el que había que medir toda
doctrina cristiana erael mensaje de lajustificación testimoniado en las Sagradas
Escrituras.
Las instancias que participan en el magisterio en la Iglesiaevangélicason
la doctrina de la justificación de la Sagrada Escritura (“norma normans”), las
confesiones (“norma normata”) y el juicio doctrinal de lajerarquía eclesiástica, la
predicación de los pastores y la adhesión de los creyentes. ¿Dónde quedan los
teólogos?
Calvino, en su régimen eclesiástico, pensó en ellos cuando, basándose en
Pablo, previó cuatro ministerios para la comunidad: presbíteros, diáconos,
pastores y teólogos. En la constitución de la Iglesia reformada no pudo él
imponer lacategoríade los teólogos, pero éstos supieron conservar su posición
dominante en la actividad docente eclesial, proveniente de la universidad
medieval de antes de la Reforma.
4. Puesto que los obispos católicos rechazaron en gran parte lareforma, los
príncipes territoriales evangélicos asumieron las tareas de los obispos, y eran
en este sentido obispos suplentes, estableciendo un régimen eclesial soberano,
en cuyo ejercicio se remitían sobre todo a la competencia de los teólogos.
Lutero, Melanchton y Bugenhagen prepararon credos y disposiciones
eclesiales que fueron puestos en vigor por los príncipes como obispos
suplentes. En la Iglesia evangélica, como en la católica después de Trento, la
posición de lateologíase fortaleció por el hecho de que el estudio de lateología
era condición previa al ejercicio del ministerio. Las facultades evangélicas de
teologíase hicieron cargo de los exámenes de los futuros ministros y en parte
realizaron incluso las ordenaciones.
Desde la Dieta de Augsburgo (1555), y siguiendo la regla “cuius regio eius
religio”, los príncipes fueron soberanos en materia religiosa y no estaban
sometidos a nadie. Sólo por estas razones políticas no podía surgir ningún
magisterio central evangélico. Por parte luterana se puede discutir si fue este
casual desarrollo histórico el que impidió un magisterio universal o si fue
debido también a motivos teológicos (la Escritura como norma superior, el
sacerdocio común). En todo caso, entre los reformados, tal magisterio no es
posible en razón del “principio de la comunidad”. La comunidad local, y no la
Iglesia universal, es la “portadora del poder de la Iglesia”.
Pasada la época de la reforma, han sido raras y muy costosas las
decisiones doctrinales obligatorias, pues había que contar con la aprobación
del mayor número posible de iglesias territoriales: la fórmula de la concordia
(1577), entre los luteranos, o el sínodo de Dordrecht (1619), entre los
reformados, fueron las últimas decisiones magisteriales vinculantes durante
siglos. En el s. XX, tras el fin del régimen jerárquico soberano (1918), podemos
considerar como decisiones magisteriales obligatorias, objeto de recepción por
parte de las iglesias locales: la Declaración de Barmen contra el
nacionalsocialismo (1934); la Concordia de Leuenberger sobre la comunidad
de púlpito y eucarística (1973); y, por primera vez, una decisión doctrinal
luterana de carácter mundial en forma de aceptación de las Iglesias locales
(sínodos) de la Declaración Conjunta sobre la justificación con los católicos
(1998/99).
Durante estos casi 400 años no hubo un desarrollo doctrinal oficial. Los
primeros 150-200 años tras la Reforma, pastores y teólogos eran juzgados y a
veces condenados, aplicando la medida de la“sola scriptura” y la “sola gratia”. El
discernimiento y la decisión doctrinal fueron encomendados a los profesores
de teología evangélicos. A partir de la Ilustración y la crítica bíblica, la
obligatoriedad de la dogmática protestante se diluyó en la medida en que ésta
se fue midiendo por la Biblia, interpretada según el método histórico-crítico
5. por los teólogos. De hecho, durante siglos, la medida de la doctrina cristiana
fue el consenso de los teólogos.
Pero constantemente surgían tensiones entre la investigación de la
teología universitaria y la fe del pueblo creyente. La “disputa apostólica” del
siglo XIX y el debate sobre ladesmitologización del siglo XX son una muestra
de que las antípodas de la teología no era -como en el catolicismo- el
magisterio, sino grupos que hoy llamaríamos “fundamentalistas” dentro de la
Iglesia.
La teologíaevangélicaactual es contraria a laopinión de que en la Iglesia
evangélica no hay ningún magisterio. Se descarta, eso sí, un magisterio en el
sentido católico, entendido jerárquicamente y con capacidad de tomar
decisiones definitivas y vinculantes en última instancia. Base de toda actividad
docente en la teología evangélicaes la Sagrada Escritura, interpretada a partir
de la confesión luterana. Portador de la predicación es un “magisterio
articulado”, expresión de la“estructuraplural de la responsabilidad magisterial
evangélica”. “Toda la Iglesia es responsable de la recta predicación y
enseñanza”. En virtud del sacerdocio común, todo cristiano puede enseñar. El
magisterio en la Iglesia no está “exclusivamente reservado” a unas
determinadas personas en virtud de su cargo, aunque sí les está
“particularmente encomendado”.
Este magisterio engloba las siguientes funciones: lapredicación doctrinal
normal está en manos de los pastores para sus comunidades; el desarrollo
sistemático de la fe cristiana, el esclarecimiento de su lógica interior, la
demostración de la verdad de la doctrina cristiana, su confrontación con
corrientes actuales, etc., todo esto es asunto de (los profesores de) la teología;
las decisiones doctrinales las toma la dirección de la Iglesia con sus distintos
órganos (obispo, sínodo y curia diocesana). El sínodo toma decisiones
fundamentales. En sus visitas, el obispo presta atención a la doctrina recta. Y
en las desviaciones doctrinales graves hay procedimientos de reclamación
magisterial regulados en forma judicial.
En la expresión “magisterio articulado”, el concepto de “magisterio” es
un concepto amplio que incluye lateología. El hecho de que, en laDeclaración
Conjunta sobre la doctrina de la justificación, las iglesias luteranas locales no
tomaran en consideración el voto de cerca de 250 profesores evangélicos de
teologíamarca un desplazamiento desde el peso que pueda tener el magisterio
de los teólogos hacia un magisterio multiforme en el que la teología todavía
juega un papel, pero no ciertamente el decisivo. La primera y última medida
son siempre la Sagrada Escritura y su núcleo, la doctrina de la justificación.
Desde ella puede criticarse incluso todo juicio doctrinal.
6. Teología y Magisterio en la Iglesia Católica
En la Iglesia católica, sólo al Papa y a los obispos compete la
proclamación oficial de la doctrina, aunque todos los creyentes colaboran en
las tareas doctrinales de la Iglesia. El magisterio no es inspirado, sino que se
encuentra bajo la Palabra de Dios (DV 10). Desde Pío IX se ha impuesto la
distinción entre magisterio ordinario, es decir, la predicación normal del papa
y de los obispos; y magisterio extraordinario, es decir, las decisiones
magisteriales del concilio ecuménico o del Papa (LG 25).
En la Iglesia católica, las opiniones sobre la relación entre Magisterio y
Teologíaestán considerablemente divididas. En los últimos 150 años los papas
han ampliado enormemente su actividad magisterial. Si en la baja Edad Media
las facultades de teología asumieron las tareas de tomar decisiones
magisteriales, que en principio correspondían al magisterio episcopal, Pío XII
traspasó la frontera propuesta por Tomás de Aquino entre magisterio y
teología al reclamar para el magisterio el progreso en el conocimiento, la
innovación y la investigación teológicas. A la teología le queda el papel
de ancilla (sirvienta): ha de demostrar cómo -y no si- una doctrina del
magisterio se encuentra en la Escritura y la tradición. Pío XII advierte a los
teólogos que no ejerzan de maestros del magisterio. Si, según Lutero la
revelación sólo es conocida“através de laEscritura”, según Pío XII(y también
DV 10) “el oficio de interpretar auténticamente la palabra de Dios ha sido
confiado únicamente al magisterio de la Iglesia”.
Después de que Juan Pablo II, en su primer viaje a Alemania (1980), a
diferencia de sus predecesores, hubiera concedido autonomía a la teología, la
“Instrucción sobre el oficio del teólogo”, diez años más tarde, intentaba
resituar a la teología bajo la tutela del magisterio.
Es comprensible que la teología, reina de las ciencias durante la Edad
Media, no quisiera aceptar su degradación a auxiliar científico del magisterio y
señalase los límites del mismo. El magisterio no tenía otro método para la
interpretación de la revelación, que el de una certeza cognoscitiva mayor que
la teología. Los caminos por los que el magisterio llegaba a sus decisiones
debían ser, por lo que respectaa la argumentación, asumibles y comprobables.
La eclesialidad de la teología no consiste en su dependencia del magisterio,
sino en su referencia a la conciencia creyente de la Iglesia en su conjunto.
Frente a la Iglesiaactual, la teologíatiene una función crítica, al confrontar las
posiciones actuales con el testimonio original de la Sagrada Escritura o, como
la teologíade laliberación, al dar voz a quienes no consiguen hacerse oír ni en
7. la sociedad ni en la Iglesia. Sin embargo, en conjunto, en la Iglesia católica y
con relación al Magisterio, la teología se encuentra en una posición de
inferioridad.
Observa acertadamente WillemA. Visser't Hooft, que la Iglesia católica
ha tendido siempre a “relegar a los teólogos a un papel secundario, mientras
que las Iglesias reformadas se han inclinado por atribuirles el papel
predominante en toda discusión sobre cuestiones doctrinales”. En la Iglesia
evangélica, los líderes de opinión son los teólogos, mientras que en la católica
lo es el Magisterio (romano).Y fueron precisamente estos líderes de opinión
los que dejaron constancia de sus respectivas objeciones ante la firma de la
Declaración Conjunta sobre la doctrina de la justificación.
El sentido de la fe de los creyentes ha cambiado en la Iglesia católica la
relación entre teologíay magisterio. Ya en el siglo XIX llamó la atención sobre
ellaJohn Henry Newman: en la Iglesia, los creyentes de base tienen un olfato
para descubrir lo que es cristiano y católico, no siempre coincidente con la
doctrina oficial del Magisterio o con las teorías de los teólogos. Este sentido
de la fe juega un papel crítico en la recepción tanto de las decisiones
magisteriales como de las innovaciones teológicas.
Afinidades – Diferencias – Aproximaciones
1. La revelación de Dios se encuentraatestiguada en laSagrada Escritura
y ha de interpretarse a laluz de la tradición eclesial, es decir, de las confesiones
de fe y decisiones conciliares de laantigüedad. A esto hay que añadir, por parte
católica, ulteriores decisiones magisteriales y, por parte evangélica, los credos
de laReforma. La predicación actual no es una repetición literal de Escritura y
Tradición, sino lareinterpretación que de ellahace laIglesiaen el horizonte de
comprensión del presente. Este proceso vivo es tarea de los cristianos de cada
generación.
2. Los tres participantes en esta transmisión de la palabra de Dios a la
conciencia del presente, a saber, el conjunto de los creyentes (en católico: el
sentido de la fe; en evangélico: el sacerdocio común), la teologíacientíficay el
ministerio eclesial, se encuentran en el interior de la iglesia. Desde el punto de
vista católico, el papa y los obispos juegan en ello el papel más importante; y,
desde el punto de vista evangélico, el papel más importante lo juega el
sacerdocio común.
8. 3. En ambas Iglesias, la teología y el magisterio no pueden solucionar
cuestiones de fe sin incluir al pueblo de Dios en el diálogo. En este aspecto, la
iglesia evangélica ha progresado hasta el punto de haber institucionalizado la
participación de los laicos en los sínodos.
4. Ambas Iglesias están de acuerdo en que en la Iglesiahay una doctrina
obligatoria y un magisterio. La teologíano se identifica con el magisterio, pero
toma parte en él. Es discutible la exacta coordinación entre teología y
magisterio, no sólo entre las confesiones, sino dentro de ellas (al menos dentro
de la católica). Por parte católica la relación es más bien antagónica; la
integración de la teología en el magisterio plural y “articulado” de la iglesia
evangélica conduce a una relación más bien exenta de crispación.
5. Estructuralmente, ambas Iglesias coinciden en distinguir una
predicación doctrinal normal y una decisión doctrinal extraordinaria. La
distinción católica entre magisterio ordinario y extraordinario tiene su
paralelismo en la distinción evangélica entre la predicación doctrinal (de los
pastores) y la decisión doctrinal (del gobierno eclesial).
6. Hay diferencias sobre el titular y el radio de acción geográfico-eclesial
del magisterio. En laIglesiacatólica, el magisterio ordinario y el extraordinario
ha sido encomendado sólo al papa y a los obispos y actúa tanto en el ámbito
universal como regional. En la Iglesia evangélica no hay ningún magisterio
mundial, sino sólo regional (sínodos y obispos) y local (pastores). Los teólogos
están integrados en el magisterio. Ahora bien, en ambas confesiones pueden
percibirse acercamientos: la Iglesia evangélica renana exigió, a principios del
año 2000, la creación de un sínodo europeo y laLiga internacional luterana (al
menos como órgano de sus Iglesias asociadas) tomó una decisión doctrinal de
alcance mundial desde el punto de vista luterano, con su adhesión a la
Declaración Conjunta. Y la Iglesiacatólica permite participar en el magisterio,
al menos parcialmente, a teólogos, sacerdotes, diáconos y laicos activos en la
predicación. Según Wolfhart Pannenberg, en todos los terrenos de la vida
eclesial -local, regional y universal- hay un ministerio dirigente (párroco,
obispo, papa, concilio), que no sólo ha de conservar la unidad, sino la unidad
9. en la fe. De ahí que cada ministerio dirigente es esencialmente magisterio a
todos los niveles.
7. En ambas iglesias, se acepta de hecho la distinción propuesta por
Tomás de Aquino, según la cual la teología ha de ejercer la investigación y la
enseñanza innovadora, mientras que el magisterio ha de tomar decisiones
magisteriales. J. Ratzinger se ha manifestado en este sentido, mientras que la
“Instrucción sobre la vocación eclesial del teólogo” rechaza la igualdad de
rango entre los dos magisterios, apoyándose en Tomás. La comisión teológica
de la Conferencia de Arnoldhain caracteriza la función de la teología como
“productiva” (en formulación de Traugott Koch), y la de las direcciones
eclesiales como “normativa”. Ahora bien, detrás de las coincidencias, hay
profundas divergencias: mientras que Tomás de Aquino otorga al Papa el
derecho a proclamar una nueva confesión de fe, la actividad regulativa de la
dirección eclesial consiste, según Traugott Koch, en el papel de árbitro o
moderador de los diálogos teológicos. La verdad de las afirmaciones teológicas
se aclara en la disputa de los teólogos, y no se garantiza por el magisterio de la
dirección eclesial.
8. Con respecto a la cooperación entre teologíay magisterio, sigue en pie
la pregunta de Karl Rahner: “¿Dónde han aprendido su teología los obispos,
si no es con los teólogos?”. Ahora bien, la forma concreta de participación de
los teólogos depende también de lacompetencia teológicade la administración
eclesial en cuestión. Las facultades medievales y los teólogos evangélicos
asumieron tareas magisteriales bajo la dirección del gobierno territorial
eclesiástico. En ambas Iglesias los teólogos son llamados como especialistas
en sínodos y concilios y son imprescindibles para redactar escritos doctrinales
y encíclicas. En ambas Iglesias se exige a los ministros una calificación
teológica. Pero cuanto mayor es la competencia teológica -por otra parte muy
deseada- de los dirigentes eclesiales, tanto menor es su disposición a dejar los
problemas teológicos en manos de los teólogos y tanto más crece la
probabilidad de un disentimiento entre la dirección eclesial y un teólogo
particular.
9. En el pasado, tanto en la Iglesia evangélica como en la católica, ha
habido desavenencias entre el gobierno de la Iglesiay lateología. Es inevitable
que las haya en el futuro. En efecto, la teología propone modelos de
10. pensamiento y acción para lacomunidad de los creyentes y el magisterio decide
sobre la compatibilidad de estos planteamientos teológicos con la fe de la
Iglesia. De estos puntos de contacto surgen también puntos de fricción. Por
parte católica, se deberíamejorar y hacer más transparente el procedimiento a
seguir en las controversias entre un determinado teólogo y el magisterio. En
ambas Iglesias los teólogos han protestado recientemente contra sus
respectivas direcciones eclesiales y sus decisiones doctrinales: por parte
católica, la Declaración de Colonia; por parte evangélica la doble protesta de
unos aproximadamente 250 profesores contra la Declaración Conjunta.
Ambas protestas tuvieron poco éxito. Es de esperar que de ahí no surja un
consenso ecuménico consistente en convertir la papelera de las
administraciones eclesiales en el “lugar de los teólogos”.
10. Para ambas Iglesias es evidente el vínculo eclesial de lateología, pues
su objeto es la Palabra de Dios testimoniada por la Iglesia. El vínculo eclesial
de la teología no sólo se expresa en la convicción creyente de cada teólogo,
sino también a través de normas legales. La confesión de fe y el juramento de
fidelidad de los profesores católicos es comparable a la “professio fidei” de los
pastores evangélicos. En Alemania, para el nombramiento de teólogos, tanto
evangélicos como católicos, el gobierno correspondiente pide el “nihil obstat”
de laIglesia. Ahora bien, los reparos de laadministración eclesial evangélica -a
diferencia del veto de los obispos católicos- no obligan a los gobiernos de la
mayoría de los Länder alemanes, lo cual contraría cada vez más a los juristas
de las Iglesias evangélicas y alegra a sus teólogos. Tampoco puede darse
jurídicamente una reclamación eclesial contra un profesor evangélico en el
ejercicio de su cargo.
Desde el punto de vistadel derecho estatal, los profesores evangélicosde
teología disfrutan de una mayor independencia que los católicos. Por otra
parte, en Alemania los estudios evangélicos de teología concluyen con un
examen ante una comisión eclesial en la que, por supuesto, hay profesores de
teología. El derecho del profesor de teologíaa defender en el aula su posición
científica, libre de injerencias eclesiales, es equilibrado por el derecho de la
dirección eclesial aexaminar a los aspirantes a pastores atendiendo a su aptitud
y disposición para el servicio eclesial.
Además, la independencia del profesor evangélico de teología es
comparativamente mayor porque en laIglesiaevangélicano hay un magisterio
central. La promesa de la ordenación vincula al profesor, como pastor
ordenado, a su iglesianatal, pero su actividad la ejerce en una universidad que
pertenece a la Iglesia de otro Land, que no tiene jurisdicción sobre él.
11. 11. Sigue en pie lacuestión de quién o cuál es la última instancia objetiva
en caso de conflicto, pues, en las futuras disputas doctrinales, deberíahaber un
procedimiento para resolver los conflictos. Según la Iglesia católica, el
Magisterio tiene la última decisión, mientras que en la evangélicael criterio de
verdad es la doctrina de la justificación testimoniada en la Escritura. La Iglesia
católica tiene un principio formal, la evangélica, uno material.
Desde el punto de vista de la concepción católica, la vía evangélica de
dejar la formación de la opinión teológica y la búsqueda de la verdad al libre
intercambio de ideas de las fuerzas intraeclesiales esdemasiado arbitrario como
método y no es un principio formal apropiado. Desde el punto de vista de la
concepción evangélica, el hecho de dejar la decisión última al Papa, es decir, a
una sola persona, no garantiza la verdad de contenido de las decisiones
doctrinales ni su conformidad con el principio material de la justificación.
Pero también en esto hay acercamientos: según el Vaticano II (DV 10),
el magisterio se encuentrabajo laPalabra de Dios, es decir, laSagradaEscritura
y la Tradición. Sus decisiones están vinculadas al consenso de la Iglesia, pues
han de ser objeto de recepción por parte de la conciencia creyente de los
cristianos y teológicamente comprobables en su argumentación. Desde el
punto de vista evangélico, se ve que la Sagrada Escritura ya no habla
inmediatamente, sino que su verdad debe ser reconocida y transmitida por
personas que pueden, a partir de la Sagrada Escritura, llegar a resultados
altamente diferenciados. La iglesia evangélica confía en que se impondrá la
misma verdad y que se llegará a un consenso entre todos los interesados.
Desde el punto de vista del derecho eclesial un procedimiento de reclamación
doctrinal es la ultima ratio; y en cambio, teológicamente, todavía es posible un
recurso a la Sagrada Escritura.
12. ¿Cuál es el lugar institucional de la teologíaen la Iglesia? Hans Küng
quería que en la Iglesia se segregase el ministerio doctrinal del ministerio de
dirección, siendo el ministerio doctrinal asignado exclusivamente a los
teólogos. Abogaba, además, por la existencia de una institución de teólogos,
seguidores de los profetas bíblicos y maestros, paralelaa lasucesión apostólica
de los obispos. Willem A. Visser't Hoft propuso introducir un cuarto
ministerio, el de los teólogos, junto a los tres ya existentes (obispos, sacerdotes
y diáconos en la Iglesia católica; y pastores, ancianos y diáconos, en la
reformada).
12. La libertad de lateologíay su tarea propia no son tampoco hoy resultado
de su incardinación en el tejido institucional eclesial. En los Estados actuales,
además de las instituciones legislativas, ejecutivas y judiciales, existen de hecho
los media y lacienciacomo cuarto y quinto poder. Igualmente, lateologíapuede
levantar su voz libremente en la Iglesia con la fuerza de su argumentación y
actuar como bisagra entre Iglesia y ciencia, al formular ante la ciencia las
demandas de la Iglesia y ante la Iglesia los desiderata y los métodos de la
racionalidad crítica.
La teología no es ni la fuerza auxiliar científica del magisterio ni puede
ser señora de la fe, en la medida en que ésta considera normativo el consenso
de los teólogos. Más bien, la teologíaestá al servicio de la Iglesiay también al
servicio del magisterio (episcopal o papal, en el catolicismo; pluriforme, en la
Iglesia evangélica). La teología puede ser considerada también “sierva del
magisterio”, pero sólo en el sentido suavemente irónico que Kant dio a esta
metáfora, es decir, como “la sirvienta que va delante de su señora llevándole
la antorcha” y no como “la sirvienta que va detrás de su señora llevándole la
cola”.
Tradujo y condensó: LUIS TUÑI