PARÁBOLA DEL BUEN PASTOR-CLAVES PARA LA REFLEXIÓN.pptx
La tentación de jesús
1. Tentación de Jesús
¿Cómo entender que “Jesús fue llevado por el Espíritu de
Dios al desierto para ser tentado” (Mat. 4:1)?
Responde: Dr. Ekkehardt Mueller, BRI
Traduce: Eduardo Bailón
El primer versículo que narra la tentación contiene la observación
extraña de que Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para
ser tentado por el diablo. Obviamente, el Espíritu es el mismo
"Espíritu de Dios" que fue mencionado en el 3:16 y que descendió
sobre Jesús cuando fue bautizado. Este relato es confuso. Las
preguntas surgen sobre por qué el Espíritu de Dios llevaría a
Jesús a la tentación y si Dios usa a Satanás como su instrumento
para tentar a Jesús.
La siguiente sugerencia es hecha: Para entender Mat. 4:1, hay
que reconocer que Jesús no era sólo un segundo Moisés
repitiendo hasta cierto punto la experiencia de Moisés (Deut.
18:15; Hechos 3:17-26; Juan 6:1-15). Jesús también tuvo que
cubrir el suelo por el que Israel había caminado. Tuvo que repetir
la experiencia de Israel para obtener la victoria donde el Israel
histórico había fracasado. El Espíritu de Dios llevó a Jesús al
desierto durante 40 días (Mat. 4:2) con el fin de pasar por lo que
Israel había experimentado en el desierto a lo largo de 40 años.
La evidencia de esta conclusión está provista por la respuesta
de Jesús a la primera tentación. Cuando Satanás exigió que
Jesús probara si era hijo de Dios convirtiendo las piedras en pan,
ya que tenía hambre (Mat. 4:2-3), Jesús respondió: "No sólo de
pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de
Dios "(Mat. 4:4). Citando Deut. 8:3 Jesús se refirió al contexto de
Deuteronomio 8. Deut 8 está entre la proclamación del Decálogo
(cap. 5) y el informe sobre la reescritura de las dos tablas del
Decálogo (cap. 10). Los temas son el pacto, la obediencia, la
fidelidad y el amor hacia el Señor. Deut. 8:1-6 nos remite a la
experiencia de Israel en el desierto:
2. "Cuidaréis de poner por obra todo mandamiento que yo os ordeno
hoy, para que viváis y seáis multiplicados y entréis a poseer la
tierra que Jehová prometió con juramento a vuestros padres. Te
acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová, tu
Dios, estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para
probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de
guardar o no sus mandamientos. Te afligió, te hizo pasar por
hambre y te sustentó con maná, comida que ni tú ni tus padres
habían conocido, para hacerte saber que no sólo de pan vivirá
el hombre, sino de todo lo que sale de la boca de Jehová
vivirá el hombre. El vestido que llevabas puesto nunca envejeció,
ni el pie se te ha hinchado estos cuarenta años. Reconoce
asimismo en tu corazón, que, como castiga el hombre a su hijo,
así Jehová, tu Dios, te castiga. Guardarás, pues, los
mandamientos de Jehová, tu Dios, andando en sus caminos y
temiéndolo. “
La relación entre Mateo 4:1-4 y Deuteronomio 8:1-6 es
interesante. No sólo Deut. 8:3b y Mat. 4:4 son idénticos, sino, una
serie de palabras comunes se encuentran en ambos registros, a
saber, "tentar/probar", "desierto" y "cuarenta años." La idea de
tener hambre también está presente. Obviamente, Jesús citó
Deut. 8 a fin de señalar la similitud entre su experiencia con la de
Israel. El pueblo fue probado por Dios para demostrar su
compromiso, obediencia y amor al Señor. Israel fracasó. Jesús,
tomando el lugar de Israel, tuvo éxito.
Las respuestas a la segunda y tercera tentación en Mateo son
tomados de Deuteronomio 6, y también nos recuerdan a Israel.
En primer lugar, aunque Dios puede probar a su pueblo, los seres
humanos no están para poner a prueba a Dios (Mat. 4:7; Deut.
6:16). Se hace referencia al incidente en Masah. En segundo
lugar, Dios ofrece la tierra prometida a Israel (Deut. 6:10-11).
Israel es llamado a no olvidar al Señor y "temer sólo al Señor tu
Dios" y "adorarlo" (Deut. 6:12-13). Satanás ofrece los reinos del
mundo a Jesús (Mat. 4:8-9). Jesús responde con Deut. 6:13,
determinando adorar y servir sólo a Dios.
3. La narración de la tentación por lo tanto presenta a Jesús
como el nuevo Israel. Movido por el Espíritu Santo se fue sobre el
mismo terreno que Israel había pasado con anterioridad. Al pasar
la prueba es evidente que Jesús fue totalmente comprometido
con el Señor y llamado con razón "mi Hijo amado, en quien tengo
complacencia" (Mat. 3:17). Aún en tiempos difíciles el amor hacia
el Padre trasciende la satisfacción de las necesidades físicas,
deseos emocionales, y deliberaciones racionales. En su
obediencia perfecta él es el verdadero siervo del Señor, quien no
sólo establece un perfecto ejemplo a imitar por sus seguidores,
sino más aún es el cordero sin mancha, el que fue capaz de llevar
los pecados de la humanidad.