El Lamarckismo sostenía que los caracteres adquiridos por el uso o desuso de los órganos podían ser heredados, como las jirafas que estiraban el cuello para alcanzar las hojas altas y transmitían este rasgo. Las teorías de Darwin se basaban en la selección natural, donde los seres vivos mejor adaptados al medio ambiente tenían más posibilidades de sobrevivir, reproducirse y pasar sus rasgos a futuras generaciones, dejándolas mejor preparadas.