La parábola de la oveja perdida enseña que Dios se alegra más por un pecador arrepentido que por noventa y nueve justos. La parábola del hijo pródigo muestra a un padre que perdona a su hijo arrepentido. La parábola del buen samaritano enfatiza que debemos ayudar a cualquier persona que lo necesite, sin importar su origen. Finalmente, las parábolas del grano de mostaza y la levadura ilustran cómo el Reino de los Cielos crece de forma pequeña