1. La ciudad de los enanos
(Leyenda de Ancash)
Recogida en Patazca, Provincia de Corongo,
Departamento de Ancash, por Olga Romero Cano,
alumna del cuarto año de media del Colegio Nacional
“Miguel Grau” de Magdalena Nueva, Lima.
Cuentan que una señora de Patazca en época de hambruna, salió en busca de
alimentos para sus hijos. Fue por un camino muy largo hasta que llegó a un peñasco; ese
peñasco tenía una boca en forma de cueva; la señora penetró en ella, y dicen que era como
un túnel; siguió por el túnel y al terminarlo, se encontró con una ciudad muy grande y
hermosa que era habitada por unos hombrecitos de 60 a 70 centímetros de altura. Entonces
la señora al ver esto se impresionó mucho; y todos los hombrecitos salieron a su encuentro
y la recibieron con gran alegría y cariño; y dijeron a la señora, que llevara a toda su
familia, que allí no les faltaría nada, que tendrían abundante comida. Vio como hacían la
siembra; con gran cuidado araban los surcos y en vez de bueyes tenían un par de carneros
que les servían para arar la tierra.
La señora salió de esa ciudad con el propósito de regresa con todos sus hijos y
toda su familia. Al llegar la señora a su casa con los alimentos que llevaba, contó lo
sucedido a sus hijos y a todas sus amistades. Todos los que oyeron la noticia se dirigieron
a la ciudad de los enanos; pero al ver que tanta gente de ese pueblo desaparecía por el
túnel, taparon la boca del peñasco. Y no se supo más de las personas que penetraron en
ese túnel.
Del libro, Mitos, leyendas y cuentos peruanos. Edición de José
María Arguedas y Francisco Izquierdo Ríos.
2. El sapo de piedra
(Leyenda de Pasco)
Recogida en Cerro de Pasco, capital de la Provincia de
Pasco, Departamento del mismo nombre, por Obestila
Hidalgo S., alumna del cuarto año de media del Colegio
Nacional “Miguel Grau” de Magdalena Nueva, Lima.
En un pueblecito de Pasco habitaba cierta anciana que cosechaba las mejores y
más grandes papas de la población.
Era época de la cosecha y la vieja estaba muy contenta, porque sabía que era la
única que iba a obtener mayor cantidad de papas. La cosecha del primer día la tenía
almacenada en un rincón de la casa, en su chacra. Entonces, sin que ella lo esperara ni
soñara, y aprovechando de la luz de la luna, un sapo enorme y atrevido fuese a donde
estaban arrinconadas las deliciosas papas. Escogió la mejor que había, una muy grande y
arenosa, y se puso en seguida a comerla.
Cuando el sapo había comido ya más o menos la mitad de la papa, la vieja que
estaba durmiendo, se despertó, y levantándose fue a ver lo que ocurría. Al divisar que
alguien arruinaba sus papas, se acercó, y viendo de lo que se trataba, como era media
bruja, le echó al sapo una maldición, diciéndole que se convirtiera en una piedra. Acto
seguido, oyose un estruendo feroz, desencadenó una terrible tempestad de viento, que
arrancaba a los árboles de sus raíces, y en general causaba mil estragos.
Uno de esos vientos se llevó consigo al pobre sapo, quien fue volando primero
muchos kilómetros, hasta que se quedó colgado en lo más alto de una inmensa peña.
Cuando después se vio al sapo, se constató que en realidad se había convertido en piedra;
pues hasta hoy se le puede ver en ese lugar.
Del libro, Mitos, leyendas y cuentos peruanos. Edición de José
María Arguedas y Francisco Izquierdo Ríos.