Una señora espera en la estación de trenes por una hora de retraso. Compra galletas y revistas para matar el tiempo. Un joven se sienta a su lado y empieza a comerse sus galletas sin permiso. En vez de enojarse, juegan a comerse las galletas mirándose fijamente hasta que solo queda una, la cual el joven corta a la mitad y comparte con la señora. Al subir al tren, la señora descubre que su paquete de galletas estaba intacto.