La tradición preindustrial y la organización tradicional del trabajo influían en la selección de nuevo personal para la fábrica de cigarros, lo que llevaba a la incorporación laboral de las hijas de las trabajadoras como aprendices a una edad temprana para asegurar su empleo y formarse en las tareas, ahorrando a la empresa los costes de formación. Algunas recién incorporadas conocían bien la fábrica y las prácticas laborales por haber pasado su niñez junto a sus madres en los talleres.