Este documento presenta una introducción a la historieta "Casco de Oro" de Annie Goetzinger. Explica que la historieta se basa en las memorias reales de una prostituta parisina llamada Amélie Aives. A pesar de las similitudes con la película homónima de 1951, el enfoque de Goetzinger es más crudo y naturalista. La historieta ganó varios premios en festivales franceses en los años 70 y estableció a Goetzinger como una de las primeras historietistas femeninas de renombre.

1. LEYENDA Y REALIDAD DE
CASCO DE ORO
(1976)
Annie Goetzinger
Traducción:
© Julio Tamayo
cinelacion@yahoo.es

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INTROITO
Lo sé, ya sé que todos sois muy listos, y que en cuanto habéis leído el título del cómic
vuestro cerebro cinéfilo os ha remitido directamente a la famosa película de Jacques Becker,
“Casque d´Or” (1951), para los seguidistas críticos profesionales su indudable obra maestra.
Pues enhorabuena, pero el mío, a pesar de admirar a Jacques Becker, se negó a hacer esa
sencilla asociación, quizás porque en mi cabeza está archivada bajo el título español de
“París, bajos fondos”, y porque nunca me ha gustado, siempre he preferido “Calle de la
Estrapada” (1952), “Los amantes de Montparnasse” (1958) y “La evasión” (1960). El enano
pavisoso de Reggiani no resulta demasiado creíble como malote, como apache, como chulo,
es difícil creerse que una jovencita Simone Signoret pueda perder la cabeza por él, que lo
haga por Raf Vallone en “Thérèse Raquin” (1953) tiene su lógica. Pues bien, al tebeo llegué
virgen de cinefilia, espoleado por los premios que le concedieron en Angoulême, el Festival
del Cómic más importante de Francia, el Cannes de los tebeos. La primera vez que se
premiaba el trabajo de una mujer, y por partida doble, premio Joven Esperanza en 1975 y
mejor Historieta Realista en 1977. Me lancé de inmediato a por él, y constaté que no era la
primera vez que mis retinas se topaban con sus dibujos. La portada del especial mujeres de
TOTEM (1979), la revista española de culto del cómic de autor europeo de los años 70-80,
eran dos viñetas de la historia, y por alguna razón no me llamó la atención, o no lo
suficiente, tampoco la historia completa de “Felina” (1982) en la gran revista VÉRTIGO, su
siguiente larga duración. En esa época la Belle Époque, las historias de época, los folletines,
el art-decó, me interesaban lo justo, lo mismo que Pichard, el erotómano francés, valga la
redundancia (¿tengo que explicar lo de Picha?), al que me recordaban sus dibujos. El caso
es que a pesar de la evidente influencia de Pichard, el tratamiento era muy distinto, aquí el
erotismo no es el centro de la acción, solo una consecuencia lógica, hablamos de una
prostituta, Amélie Aives, que a partir de ahora sustituirá a la soseras de Amélie como
primera opción cuando escuche ese nombre.

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Prostituta real, el cómic está basado en hechos estrictamente reales, extraídos de las
memorias de esta buena mujer, publicadas por entregas en el periódico “Fin de Siglo”
(1902), que hace pocos años han sido trasvasadas al español bajo el genérico título de “Los
apaches de París” (2017), que ni remite al cómic ni a la película, ni a nada, porque pocas
personas asocian la palabra apache a delincuente parisino y no a indio americano. Pichard,
por entonces su maestro, le contó la historia de esta buena mujer, y Goetzinger se lanzó a
dibujar libremente un par de páginas sin tener el referente directo de la película porque no la
había visto (posteriormente sí, porque como cuenta en una de sus últimas historias, que
incluyo en el apéndice, se puso en contacto con Simone Signoret para pedirle que escribiera
el prólogo). Y se nota, porque no tiene nada que ver, el tratamiento de Becker es mucho más
cándido, poético, romántico, y el de Goetzinger más crudo, sórdido, naturalista, incluso
emplea jerga callejera. Esas dos páginas quedan guardadas en un cajón, y gracias a las
primeras historias cortas publicadas en la mítica PILOTE, le ofrecen la posibilidad de que
publique su primer álbum, primero por entregas, y en blanco y negro, en la revista CIRCUS,
y posteriormente en tapa dura en color, la misma versión que se publica en España bajo el
título “Casco de Oro” en 1985, la traducción corre a cargo de Víctor Mora, el guionista de
“Felina”. El caso es que en España pasó completamente desapercibido, como todos los
tebeos de calidad, y en cierto modo es comprensible porque la versión en color es muy
inferior a la versión en blanco y negro, nunca recogida en forma de álbum, ni aquí ni en
Francia. Seguramente “Felina” es una obra más madura, mejor acabada, la historia pide el
color a gritos, a pesar de ser una mezcla de Fantômas, Musidora y Miss Fury (incluso Annie
tiene el mismo aire exótico, oriental, de June Tarpé Mills), pero me quedo con ésta porque
Goetzinger se encarga de la historia y los dibujos, y porque sigo prefiriendo las tragedias a
los folletines, el blanco y negro al color, la Goetzinger de los 70 a la de los 80, 90, y siglo
XXI.
«Pienso que un guionista hombre no habría podido contar todo lo que una mujer siente en
este tipo de situación. “Casco de Oro” tiene sus defectos, pero lo que quería decir lo he
dicho.» Annie Goetzinger

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APÉNDICE
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