El gobierno progresista de Toreno llevó a cabo importantes reformas como disolver conventos pequeños y la Compañía de Jesús. Esto provocó levantamientos populares de ideología progresista en varias ciudades que formaron juntas locales para gobernar de forma anticlerical y antiabsolutista, como asaltar conventos. Como resultado, las relaciones con el Vaticano se rompieron y el clero regular apoyó a los carlistas, mientras la tensión revolucionaria continuó aumentando.