El poema describe a María llorando junto a la cruz donde está crucificado su hijo Jesús. María recuerda a Jesús como el niño que acunaba, que se reía y oraba, pero que también hablaba con los doctores en el templo. A pesar del dolor, María acepta que Jesús, a quien crió, es en realidad Dios hecho hombre para salvar a la humanidad.