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siones prefrontales ventromediales y otras regiones frontales,
como la corteza prefrontal dorsolateral y cingulada, así como en
pacientes con lesiones bilaterales en la amígdala, en los que se
da la incapacidad de experimentar adecuadamente emociones y
de generar respuestas vegetativas ante estímulos aversivos.
TAREA DE APUESTAS DE IOWA
(IOWA GAMBLING TASK)
El estudio experimental de los procesos de toma de decisiones
se basa en la utilización de una serie de tareas, de mayor o
menor complejidad, en las que el sujeto va eligiendo opciones
ensayo a ensayo. La prueba más utilizada ha sido la IGT [1,2,7-
9]. En ella, el sujeto elige entre cuatro montones de cartas, y
dependiendo del montón seleccionado en cada ensayo, recibe
recompensas (ganancias) o castigos (pérdidas) monetarios sim-
bólicos, de forma que, a largo plazo, dos de los montones lo lle-
van a perder, mientras que los otros dos lo conducen a ganar.
Además, dos de los montones se caracterizan por pérdidas fre-
cuentes y reducidas, mientras que los otros dos conllevan pérdi-
das menos frecuentes, pero más intensas. Los sujetos normales
comienzan eligiendo los montones más arriesgados, con recom-
pensas y pérdidas más fuertes, para cambiar alrededor del ensa-
yo 40 –de las 100 elecciones que componen la prueba– a elegir
los montones ventajosos, que son los que aportan recompensas
a largo plazo.
Se trata de una tarea compleja, que la mayor parte de las
personas normales, aproximadamente dos tercios, realizan sin
dificultad. Un mal rendimiento en la IGT puede deberse a dife-
rentes factores [10]:
– Preferencia por las opciones de alto riesgo.
– Incapacidad de evaluar las probabilidades de recompensa o
castigo asociadas con cada opción, o de aprender las rela-
ciones entre los resultados de la opción y los estímulos pro-
pios de la tarea.
– Hipersensibilidad a la recompensa.
– Insensibilidad al castigo.
– Problemas en funciones ejecutivas (como memoria de tra-
bajo deficiente o inflexibilidad atencional).
– Desinhibición o problemas en el control de impulsos.
Ahora bien, dada su complejidad, se han diseñado y empleado
otras tareas para aislar sus componentes, de forma que puedan
estudiarse por separado aspectos como la memoria de trabajo,
la flexibilidad o cambio atencional, la impulsividad o desinhibi-
ción motora, el efecto del aprendizaje anterior o la preferencia
del sujeto por el riesgo. Ejemplo de ello son la Cambridge Gam-
ble Task y la Risk Task, de Rogers et al [11,12], y la Guessing
Task, de Elliott et al [13].
Los cambios en la actividad electrodérmica (niveles y res-
puesta de conductancia cutánea) suscitados por la situación de
toma de decisiones han sido el marcador somático más estudia-
do. Estos cambios son el resultado de la activación vegetativa de
tipo simpático suscitada por la situación, el esfuerzo mental y la
actividad emocional, incluyendo la anticipación de las conse-
cuencias de la decisión que se toma y el recuerdo de la reacción
emocional que ocurrió anteriormente en respuesta a las conse-
cuencias de esa misma opción. Hay que distinguir dos tipos de
respuestas electrodérmicas que aparecen en la IGT: las que si-
guen a una recompensa o castigo, y las anticipadoras que prece-
den a cada elección. Los trabajos de Bechara et al [6,7,14] indi-
can que los sujetos normales muestran respuestas de conductan-
cia cutánea provocadas por las consecuencias de sus elecciones
–ganancias o pérdidas– que son mayores cuanto más intensa es
la recompensa o el castigo. El principal hallazgo de este grupo
de investigación es, sin embargo, la presencia de respuestas elec-
trodérmicas anticipadoras, es decir, que aparecen justamente an-
tes de que los sujetos realicen la elección. Al principio de la tarea
se seleccionan cartas de los montones desventajosos, pero con-
forme avanza ésta, los sujetos que pasan a escoger cartas de los
montones ventajosos muestran mayores respuestas de conduc-
tancia antes de elegir los desventajosos. Estas respuestas se han
interpretado como marcadores somáticos asociados a las elec-
ciones realizadas por el sujeto, que se derivan de la experiencia
acerca de las consecuencias de las elecciones de los ensayos
anteriores. La mayor magnitud de las respuestas antes de selec-
cionar un montón de cartas desventajoso representa la señal cor-
poral acumulada que sesga o guía a los sujetos para que eviten
ese mazo. Las respuestas de conductancia anticipadoras de me-
nor intensidad o inexistentes se asocian a una mayor selección
de cartas desventajosas y, por lo tanto, peores resultados en la
tarea, circunstancia que se da en las personas con lesiones pre-
frontales, en especial en el sector ventromedial [6,7,14].
Estos datos han sido replicados parcialmente por otros in-
vestigadores. Crone et al [15] encuentran que las pérdidas, en
comparación con las ganancias, suscitan aumentos en los nive-
les de conductancia cutánea junto con un enlentecimiento del
latido cardíaco. Estos cambios vegetativos correlacionan con la
magnitud de la pérdida. Los sujetos que realizan bien la IGT
son los que muestran un enlentecimiento más pronunciado de
su ritmo cardíaco, especialmente después de las pérdidas, y un
aumento mayor en los niveles de conductancia cutánea antes de
las elecciones desventajosas. En cambio, los sujetos que reali-
zan mal la tarea no muestran diferencias en su actividad vegeta-
tiva anticipadora entre las elecciones ventajosas y no ventajo-
sas. El enlentecimiento en la respuesta cardíaca, de mayor in-
tensidad en los sujetos que realizan bien la tarea, fue interpreta-
do por estos investigadores como una anticipación del castigo,
de forma que podría considerarse un marcador somático que
ejerce su influencia en la toma de decisiones, como los cambios
en la conductancia cutánea.
Tomb et al [16] han encontrado que la mayor o menor am-
plitud de las respuestas de conductancia cutánea ante los mazos
ventajosos podría deberse a la magnitud de las recompensas y
de los castigos, más que a las consecuencias netas, positivas o
negativas, de las elecciones. En este sentido, Suzuki et al [17]
hallan mayores respuestas de conductancia como consecuencia
de la elección de los mazos desventajosos, en especial cuando el
resultado es una pérdida. Por tanto, estas respuestas poseen un
carácter emocional, al producirse en función de la magnitud del
resultado y de la consecuencia, sobre todo cuando ésta resulta
negativa.
La presencia de marcadores somáticos débiles –o su ausen-
cia– lleva a decisiones inapropiadas o no ventajosas. Así, Suzuki
et al [17] encontraron una correlación negativa entre la amplitud
de la respuesta de conductancia al principio de la IGT y la selec-
ción de mazos desventajosos. No obstante, estos investigadores
no hallaron una relación entre las respuestas de conductancia an-
ticipadoras y los resultados de los sujetos en la tarea. Las res-
puestas de conductancia anticipadoras ante los mazos desventa-
josos no existen o son de menor intensidad en los sujetos que
realizan mal la tarea [15]. Esta respuesta vegetativa reducida los
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lleva a decisiones desventajosas y a una mala ejecución en la ta-
rea. Por tanto, tal y como propone la hipótesis del marcador
somático, existe un subgrupo de sujetos normales que muestra
respuestas fisiológicas reducidas durante la IGT, además de rea-
lizarla mal, situación que se asemeja a la de los pacientes con
lesiones en el sector ventromedial de la corteza prefrontal.
Una prueba indirecta de la necesidad de los marcadores so-
máticos en la toma de decisiones proviene de una serie de expe-
rimentos de Hinson et al [18] en los que la sobrecarga de la me-
moria de trabajo lleva a respuestas de conductancia disminuidas
y a una peor ejecución en la tarea. Ahora bien, en su experimen-
to, las mayores respuestas de conductancia no aparecen ante las
elecciones desventajosas, sino ante las ventajosas. Hinson et al
[18] apuntan que hay cierta interdependencia o competencia de
recursos entre la memoria de trabajo y los marcadores afectivos.
Por tanto, el aumento en la carga de la memoria de trabajo di-
ficulta la toma de decisiones, provoca que no haya respuesta
afectiva y disminuye la respuesta de conductancia.
Autores críticos con la teoría del marcador somático, como
Maia et al [19], no descartan que haya mecanismos emociona-
les o procesos inconscientes que guíen la toma de decisiones,
aunque insisten en que de momento no hay pruebas de que exis-
ta un marcador somático. La aparición de respuestas de conduc-
tancia cutánea asociadas a las elecciones no indica necesaria-
mente que haya una actividad emocional que guíe tal decisión.
Con todo, la evidencia experimental apoya, al menos en parte,
la teoría del marcador somático.
MECANISMOS CEREBRALES
Numerosos estudios basados en pacientes con lesión cerebral,
junto con otros llevados a cabo mediante técnicas de neuroima-
gen funcional, sitúan la corteza prefrontal, especialmente la por-
ción orbitofrontal ventromedial, como la región clave para la to-
ma de decisiones en el ser humano. La lesión en esta región
puede provocar trastornos en el proceso de toma de decisiones.
No faltan tampoco trabajos que señalan la intervención de otras
estructuras, como la corteza cingulada anterior. Así, los estudios
de Ernst et al [20] mediante tomografía por emisión de positro-
nes extienden las regiones activadas durante la IGT a las corte-
zas orbitofrontal, prefrontal dorsolateral, prefrontal ventral, cin-
gulado anterior, cortezas insular y parietal, y cerebelo. Así mis-
mo, Elliott et al [13] han encontrado, con resonancia magnética
funcional, que la realización de la Guessing Task activa el cór-
tex prefrontal dorsolateral, la corteza orbitofrontal derecha, el
córtex cingulado anterior, la corteza parietal inferior bilateral y
el tálamo derecho. Ahora bien, cuando la tarea se complica y au-
menta la incertidumbre, se activan preferentemente el córtex or-
bitofrontal medial y el córtex orbitofrontal lateral izquierdo.
Corteza prefrontal ventromedial
La hipótesis del grupo de Damasio [7,14,21] apunta que la re-
gión ventromedial de la corteza prefrontal integra los diferentes
factores implicados en la toma de decisiones. La corteza pre-
frontal ventromedial hace referencia a la región ventral medial
de la corteza prefrontal y al sector medial de la corteza orbito-
frontal, e incluye el área 25 de Brodmann, la porción inferior de
las áreas 24 y 32, y el sector medial de las áreas 10, 11 y 12. Es-
ta región se ocupa de integrar los estados somáticos con la in-
formación presente y suscitada por la situación de toma de deci-
siones, proporcionando el sustrato para la integración de las re-
laciones aprendidas entre situaciones complejas y estados inter-
nos, incluyendo los emocionales asociados con tales situaciones
en experiencias anteriores. La activación de esta región puede
ser somática y directa, provocada por la información que alcan-
za la corteza sensorial somática, pero también indirecta, de for-
ma que es posible que se produzca una activación cortical sin
cambios somáticos. En este caso estaríamos hablando de una
reactivación mnésica de sensaciones somáticas, suscitadas por
estímulos del contexto que evocan marcadores somáticos simi-
lares a los experimentados previamente. De esta forma, cuando
se va a tomar una decisión, se ‘reviven’ o actualizan en la corte-
za prefrontal ventromedial los estados emocionales que apare-
cían como consecuencia de las decisiones realizadas en ante-
riores elecciones similares. Se recupera así el estado somático
provocado por la situación, lo que guía la decisión que se va a
tomar.
Los estados somáticos, la información sensorial y las expe-
riencias anteriores se integran en la corteza prefrontal ventro-
medial con la información procedente de la amígdala, el hipotá-
lamo y otros núcleos del tronco cerebral [14]. La corteza pre-
frontal ventromedial ejerce su influencia sobre la actividad ve-
getativa y motora a través de circuitos que se dirigen a la amíg-
dala, al hipotálamo y al cuerpo estriado, y desde allí a núcleos
del tronco cerebral. En resumen, esta región cerebral interviene
en la estimación de las consecuencias a largo plazo de las deci-
siones que se tomen, gracias a la integración de los estados
somáticos con información clave procedente de la propia situa-
ción o almacenada en la memoria.
Lesiones
La principal fuente de datos acerca de la implicación de la cor-
teza prefrontal ventromedial en la toma de decisiones proviene
de estudios de pacientes con lesiones en esta región. Estos pa-
cientes suelen presentar alteraciones de la conducta social, la
toma de decisiones y el procesamiento emocional. Aunque po-
seen dificultades para aprender de los errores, conservan sus
capacidades intelectuales, la inteligencia y la memoria, junto
con el resto de funciones cognitivas, en un nivel normal [22].
Sin embargo, en su vida social, laboral y económica, estos pa-
cientes son proclives a tomar decisiones y adoptar conductas
con consecuencias negativas. Pierden la flexibilidad conductual
y presentan problemas para adaptarse a los cambios que se pro-
ducen en las tareas. Muestran dificultades en la planificación de
sus actividades diarias y de futuro, en escoger amigos, compa-
ñeros y actividades. Son insensibles a las consecuencias futuras
a largo plazo, sean éstas positivas o negativas, y se guían en
cambio por las consecuencias inmediatas [3,9,21,23,24]. Apa-
rentemente, han perdido la capacidad de utilizar emociones y
sentimientos para guiar la conducta. La hipótesis más plausible
que explica su comportamiento es que no tienen acceso a indi-
cadores somáticos que señalen las diferentes alternativas y sus
posibles consecuencias [1,25]. La prueba de ello es que los pa-
cientes con lesión prefrontal ventromedial no realizan bien la
IGT y no desarrollan respuestas electrodérmicas anticipadoras
de las elecciones desventajosas [26]. En cambio, estos pacientes
experimentan reacciones somáticas ante las consecuencias de
las decisiones que toman, es decir, ante pérdidas o ganancias, al
igual que los sujetos normales, aunque sus respuestas son de
menor intensidad. Sus lesiones impiden o interfieren en el uso
de las señales somáticas desencadenadas por la amígdala, el
hipotálamo y los núcleos del tronco cerebral, que se integrarán
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en decisiones futuras y son necesarias para tomar las decisiones
adecuadas. La impresión es que el paciente con lesión ventro-
medial, en ausencia de problemas de memoria, no tiene en cuen-
ta la experiencia anterior en sus decisiones, y cuando la nueva
situación de toma de decisiones se presenta, no muestra reac-
ciones somáticas anticipadoras, lo que lo conduce a elecciones
desventajosas.
Se han encontrado diferentes alteraciones en función de la
localización de la lesión dentro de esta región. Las lesiones
anteriores de la corteza ventromedial provocan mala ejecución
en la tarea de toma de decisiones (IGT), pero una buena realiza-
ción de tareas de memoria de trabajo. Las lesiones posteriores
de esta misma región llevan a realizar mal ambos tipos de ta-
reas. Dado que la corteza prefrontal dorsolateral está implicada
directamente en la memoria de trabajo, Bechara et al [26] pro-
ponen que la corteza prefrontal ventromedial posterior desem-
peña funciones paralelas a la corteza prefrontal dorsolateral, ya
que su lesión también deteriora la memoria de trabajo, en espe-
cial la capacidad de mantener información que va utilizarse
posteriormente en una tarea. Ahora bien, en este experimento se
utilizó una tarea de memoria de trabajo –igualación a la muestra
no diferida– que conlleva dos procesos que son parte de la me-
moria de trabajo: uno es propiamente un proceso mnésico –re-
cordar durante un período de demora cuál era el estímulo– y el
otro es un proceso inhibitorio –inhibición de la respuesta al estí-
mulo igual a la muestra y selección del que no es igual–. Un mal
resultado puede deberse a que han olvidado o a que están des-
inhibidos. Si están desinhibidos, no es necesariamente porque
olvidan.
Los datos obtenidos en pacientes con lesiones frontales ven-
tromediales han sido confirmados prácticamente por todos los
investigadores cuando las lesiones son generales y abarcan la
corteza prefrontal orbital. Rogers et al [11] encuentran, ade-
más, un aumento en el tiempo de deliberación, probablemente
común a este tipo de lesiones. Por su parte, Manes et al [27]
hallan que los pacientes con lesiones frontales extensas y difu-
sas se parecen a los pacientes con las lesiones restringidas a la
corteza prefrontal ventromedial: mala ejecución en la IGT, con
una clara preferencia por las opciones con más riesgo y tenden-
cia a apostar mayores cuantías, en busca de recompensas más
grandes.
Los pacientes con lesiones focales no presentan tantos pro-
blemas. Así, las lesiones orbitofrontales focales no producen un
deterioro significativo en la ejecución de la IGT, y los pacientes
presentan un nivel cercano al de los controles normales, aunque
toman más tiempo para responder [27]. Cuando se agrupa a los
pacientes con un criterio similar al de Bechara et al, los que pre-
sentan una lesión en la región orbitofrontal y cuyo daño se
extiende a otras áreas, son los que tienen mayores problemas en
la toma de decisiones. Puede haber, por tanto, efectos confundi-
dos de la localización y extensión de la lesión.
Los datos obtenidos mediante neuroimagen funcional tam-
bién muestran la implicación de esta región prefrontal en la
toma de decisiones. Rogers et al [12] encontraron una activa-
ción selectiva de tres regiones de la corteza prefrontal orbital e
inferior derecha: la parte anterior de la circunvolución frontal
media, correspondiente al área 10 de Brodmann, la región orbi-
tal, correspondiente al área 11, y la porción anterior de la cir-
cunvolución frontal inferior, correspondiente al área 47. Otros
estudios han hallado también una activación de la circunvolu-
ción frontal media durante la realización de la IGT. Así, aparece
una correlación positiva entre la activación de la corteza pre-
frontal medial y las puntuaciones obtenidas en las tareas de
toma de decisiones [28]. Otros estudios de neuroimagen abun-
dan en el papel de la corteza prefrontal orbital en la toma de de-
cisiones, encontrando una mayor activación en el procesamien-
to de recompensas y cuando compiten las tendencias de res-
puesta a corto y a largo plazo [13,20,29]. En conjunto, estos da-
tos apoyan en general la hipótesis del grupo de Damasio.
Lateralización
El hemisferio derecho está más implicado en las funciones emo-
cionales, en la conciencia y en el ‘mapa’ o referencia subjetiva
de los estados corporales, y en la comprensión neurocognitiva
de la información somática. Sus lesiones alteran el procesa-
miento visual de caras o escenas sociales, la experiencia y la ex-
presión emocional, así como la imaginación de emociones.
Igualmente, se atenúan o desaparecen las respuestas vegetativas
emocionales, como las respuestas de conductancia cutánea [30].
La corteza prefrontal derecha parece estar más implicada en las
conductas de evitación y en el procesamiento de emociones
negativas. Una lesión en esta región puede llevar a una insensi-
bilidad a las consecuencias negativas de las acciones y a una
hipersensibilidad a las consecuencias positivas [25].
Los datos obtenidos mediante neuroimagen funcional mues-
tran que la corteza orbitofrontal derecha se activa en la Risk
Task [12]. Otros datos indican que la región prefrontal derecha
se activa más como reacción al castigo y durante las respuestas
de defensa y retirada, mientras que la región izquierda se activa
más en respuestas de recompensa y aproximación al estímulo
[10,30]. Por su parte, Ernst et al [20] asocian la lateralización
derecha al procesamiento afectivo, pero también a los procesos
inhibitorios.
La lesión ventromedial en el hemisferio derecho provoca
una peor ejecución en la toma de decisiones que la lesión ven-
tromedial izquierda [30]. En esta línea, en pacientes con lesio-
nes frontales cuyo daño se limita a la corteza prefrontal orbital,
quienes presentan lesiones derechas muestran una preferencia
por las elecciones de riesgo [10]. Además, se observa un efec-
to del tamaño de la lesión, de forma que, cuanto más se extien-
de a áreas ajenas a la corteza prefrontal ventromedial, mayor
es la tendencia a realizar elecciones desventajosas y peor es la
ejecución en la IGT. Un análisis más detallado relaciona los
malos resultados de estos pacientes en la IGT con lesiones en
las circunvoluciones frontales media y superior derecha y en la
corteza prefrontal medial derecha. Clark et al [10] no encon-
traron, sin embargo, efectos de lateralización en las tareas de-
rivadas de la IGT, lo que no sorprende en la Gambling Task, al
no ser necesaria la memoria de trabajo, ni en la Risk Task, que
evalúa la propensión al riesgo. Los pacientes con lesiones fron-
tales izquierdas mostraron una ejecución algo inferior en la
IGT que los sujetos normales, debido posiblemente a proble-
mas de atención o a un efecto general de enlentecimiento psi-
comotor propio de la lesión de la circunvolución frontal supe-
rior izquierda.
En resumen, la corteza prefrontal ventromedial derecha está
más implicada que la izquierda en la conducta social, en las
emociones y en la toma de decisiones. No parece activarse en
las tareas que requieren memoria de trabajo, salvo cuando la in-
certidumbre exige un esfuerzo adicional, y su posible función se
relaciona con la evaluación de las consecuencias afectivas o el
significado conductual de la elección [13].
5. TOMA DE DECISIONES
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Corteza prefrontal dorsolateral y dorsomedial
La corteza prefrontal dorsolateral desempeña un papel esencial
en la memoria de trabajo y en otras funciones ejecutivas y aten-
cionales. La memoria de trabajo se relaciona estrechamente con
la toma de decisiones, aunque se trata de procesos diferentes.
En circunstancias normales, la memoria de trabajo contribuye a
la toma de decisiones y a la utilización en dicho proceso de los
marcadores somáticos [26]. Los estudios unicelulares en monos
y de resonancia magnética funcional en humanos muestran que
esta región está implicada en el control atencional e integra los
datos sensoriales de diferentes fuentes de información. Cuanta
más información existe para procesar en una tarea dada, más se
activa esta región [23,24,31-33].
Lesiones
La lesión de la corteza prefrontal dorsolateral afecta tanto a la
toma de decisiones como a la retención de información y a la me-
moria de trabajo, aunque el deterioro es mayor en tareas que re-
quieren estas últimas funciones. Los pacientes con lesiones en
esta región realizan mal algunas pruebas relativas a las funcio-
nes ejecutivas y muestran trastornos de planificación. Los pa-
cientes con daño prefrontal dorsomedial muestran mayores elec-
ciones desventajosas en la IGT, aunque no en otras pruebas más
sencillas derivadas de ésta. Así, realizan bien la Gambling Task,
que no precisa de memoria de trabajo, y la Risk Task, que evalúa
la tendencia a arriesgar [27]. Otros autores encuentran que los
pacientes con lesión prefrontal dorsolateral presentan un nivel
de ejecución normal o ligeramente inferior en la IGT, y que sólo
los pacientes con lesiones amplias y difusas muestran una mala
ejecución en la IGT, prefiriendo decisiones arriesgadas [10].
Las lesiones ventromediales posteriores o dorsales, como se vio
arriba, alteran la memoria de trabajo y afectan a la toma de deci-
siones [26]. Bechara et al [6] señalan que los pacientes con le-
sión prefrontal dorsolateral tienen problemas en la toma de de-
cisiones, pero secundarios y debidos, principalmente, a proble-
mas en las funciones ejecutivas, sobre todo en la memoria de
trabajo, siendo este efecto más marcado en las lesiones del he-
misferio derecho. Por ello, la idea general es que estas lesiones
alteran la toma de decisiones indirectamente, al perjudicar la
memoria de trabajo [14].
No obstante, Manes et al [27] encuentran una mala ejecu-
ción en los pacientes con lesión frontal dorsomedial en la IGT, y
concluyen que no se puede separar la actividad de la corteza
prefrontal ventromedial y dorsomedial en la toma de decisio-
nes. Por su parte, Rogers et al [12], mediante neuroimagen fun-
cional, no encuentran activación de la corteza prefrontal dorso-
medial, por lo que no sería necesaria la memoria de trabajo en el
desarrollo de la Risk Task.
Lateralización
La corteza prefrontal derecha parece desempeñar un papel cru-
cial en la toma de decisiones [27]. Los pacientes con lesiones
frontales dorsomediales derechas muestran, en comparación
con los sujetos normales y con los pacientes con lesiones en el
hemisferio izquierdo, un mal rendimiento en tareas diferidas
–lo que indica un déficit en la memoria de trabajo– y una eje-
cución también deficiente en tareas de toma de decisiones –lo
que los asemeja a los pacientes con lesiones ventromediales
[10]–. Bechara et al [26] encuentran, sin embargo, que estos
pacientes realizan bien la IGT, pero con una puntuación nor-
mal baja.
Por el contrario, los pacientes con lesiones frontales dorso-
laterales en el hemisferio izquierdo muestran una ejecución
similar a los sujetos normales cuando han transcurrido varios
ensayos, mostrando un efecto de aprendizaje [10]. Bechara et
al [26] encuentran que estos pacientes realizan bien tanto la
tarea de toma de decisiones, como tareas de ejecución diferida
(delay tasks).
Según señalan Clark et al [10], muy posiblemente se con-
fundan los efectos de la lateralización y de la extensión de la
lesión en sus pacientes. En igualdad de condiciones de exten-
sión, la lesión derecha trastorna más la toma de decisiones, y el
grado de alteración correlaciona con el volumen de la lesión.
Esto ocurre incluso cuando la lesión afecta a la corteza prefron-
tal dorsolateral sin alcanzar a la corteza ventromedial. Un dato
en contra procede del estudio de Elliott et al [13], quienes en-
cuentran en la Guessing Task, que requiere la intervención de
la memoria de trabajo, una mayor activación de la corteza pre-
frontal dorsolateral izquierda. Estos autores interpretan tales
datos como resultado de la activación de regiones implicadas
en categorización, memoria o práctica verbales, como ocurre al
nombrar o categorizar los naipes por figuras o colores. En con-
clusión, la lesión frontal dorsolateral derecha se parece a la le-
sión ventromedial en sus efectos sobre la tarea de toma de deci-
siones, debido aparentemente a la afectación de la memoria de
trabajo.
Amígdala
La amígdala interviene en la adquisición del miedo condicio-
nado a señales que anticipan un peligro o amenaza. En esta es-
tructura tiene lugar la convergencia de la información sensorial
del estímulo condicionado y la del estímulo incondicionado
aversivo, de manera que el significado motivacional y emocio-
nal de los estímulos se refleja en las respuestas vegetativas
[34]. En la amígdala se producirían las asociaciones o conexio-
nes previas entre los estímulos y sus consecuencias aversivas,
que pasan a utilizarse después en la toma de decisiones en si-
tuaciones semejantes. Esta estructura procesa el contenido emo-
cional de las elecciones desventajosas, generando respuestas
vegetativas, por lo que es posible que la valoración cognitiva
de la situación se haga sobre la base de la valoración emocional
previa [35].
La investigación atribuye un importante papel a la amígdala
en el desencadenamiento de respuestas emocionales, intervi-
niendo de forma decisiva en el reconocimiento, aprendizaje y
respuesta ante estímulos afectivos [36-39]. La importancia de la
amígdala en el procesamiento de estímulos emocionales con
carga afectiva negativa se ha puesto de manifiesto igualmente en
estudios que han empleado neuroimagen funcional [40-42]. Así,
Ernst et al [20] sitúan el papel de la amígdala en las etapas ini-
ciales de la tarea de toma de decisiones, aun antes de que el su-
jeto desarrolle una estrategia definida.
Lesiones
Los pacientes con lesión amigdalina no presentan respuestas
electrodérmicas como reacción a premios y castigos, ni res-
puestas vegetativas condicionadas de miedo [36,37,43]. Ahora
bien, sí que se da la valoración consciente, explícita, de la situa-
ción [35]. Las lesiones en el núcleo central de la amígdala inter-
fieren en el condicionamiento y manifestación del miedo, y difi-
cultan el reconocimiento de la expresión facial de temor [14,
44]. Estos pacientes no muestran respuestas de conductancia
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anticipadoras de elecciones desventajosas. Las lesiones en la
amígdala acarrean consecuencias similares a las de los pacien-
tes con lesión frontal ventromedial en la ejecución de la IGT, es
decir, realizan peor la tarea que los sujetos de control normales
y no desarrollan respuestas vegetativas anticipadoras ante las
elecciones desventajosas. No obstante, la naturaleza de las difi-
cultades difiere entre los dos grupos de pacientes, de manera
que estas estructuras –amígdala y corteza prefrontal ventrome-
dial– podrían desempeñar funciones diferentes en la toma de
decisiones [14-44]. En los pacientes amigdalinos se da una in-
capacidad para experimentar de forma suficiente los aspectos
emocionales de las situaciones con carga afectiva, lo que impi-
de la aparición de un estado somático que facilite una delibera-
ción o juicio sobre las consecuencias futuras de un hecho. Los
pacientes con lesión ventromedial sí muestran respuestas vege-
tativas como resultado de la pérdida o ganancia en la IGT, mien-
tras que los problemas de los pacientes con lesión en la amígda-
la residen en conectar los aspectos afectivos con los estímulos.
Por tanto, el córtex prefrontal ventromedial integraría los esta-
dos somáticos con la experiencia previa del sujeto, incluyendo
las emociones procesadas en la amígdala.
La hipótesis propuesta por Bechara [25] es que la actividad
mental desencadenada por la toma de decisiones llega a la cor-
teza prefrontal ventromedial, que activa la amígdala. Esto lleva
a su vez a reactivar, o ‘recordar’, un estado somático que integra
las posibles probabilidades de premio o castigo de esa elección,
derivadas de la experiencia previa. El estado final somático, in-
dicado por respuestas vegetativas como la respuesta de conduc-
tancia cutánea, influye en la decisión que se adopte.
Corteza cingulada anterior
La corteza cingulada anterior es una región paralímbica, estre-
chamente relacionada con el estriado, y asociada a la anticipa-
ción de las consecuencias de una elección. Esta región aparece
más activa cuando se esperan consecuencias negativas, espe-
cialmente en el hemisferio derecho [45,46]. Los estudios de neu-
roimagen funcional relacionan la corteza cingulada anterior con
un proceso de control o monitorización de la propia conducta
que incluye procesos evaluadores y de inhibición de respuesta,
en el que también interviene la corteza orbitofrontal lateral [47].
Se activa más en circunstancias como la incongruencia o el con-
flicto entre opciones, propios de la toma de decisiones o de la
tarea de Stroop [20,33]. Los datos electrofisiológicos sitúan en
la corteza cingulada el origen del potencial relacionado con el
error (error-related negativity) que aparece durante la comisión
de errores [48-50].
Las lesiones de la corteza cingulada anterior producen tras-
tornos en el control conductual y en la capacidad de evaluar
riesgos o esfuerzo implicados en la búsqueda de recompensas.
Esta región, junto con la corteza orbital, aparece más activa du-
rante la realización de tareas de toma de decisiones en las que
existe riesgo o incertidumbre [51,52]. Según los datos de estos
autores y del conjunto de investigaciones, mientras que la corte-
za orbital frontal se relaciona con las asociaciones de los estí-
mulos con la recompensa, la corteza cingulada anterior inter-
vendría en el control y selección de las conductas más adecua-
das, la detección del error y los cálculos sobre la probabilidad de
recompensa.
CONCLUSIONES
La hipótesis del marcador somático de Damasio [2], junto con
el empleo de la IGT en pacientes con lesión cerebral y en suje-
tos normales con técnicas de neuroimagen funcional, han arro-
jado luz sobre cuáles pueden ser las estructuras y sistemas cere-
brales que se ponen en marcha en la toma de decisiones. Así, se
han identificado las siguientes regiones corticales y subcorti-
cales que intervienen en diferentes procesos relevantes para la
toma de decisiones: integración de la información sensorial,
mnésica y emocional (corteza prefrontal ventromedial), proce-
samiento y codificación de la señal emocional y su asociación
con estímulos contextuales (amígdala), y monitorización del
proceso e inhibición de respuesta, especialmente en situaciones
de incertidumbre (corteza cingulada). Aunque sin unanimidad,
la participación de la corteza prefrontal dorsolateral se vería
implicada por la necesaria activación de la memoria de trabajo
en el proceso de toma de decisiones, en especial cuando la tarea
es compleja.
Bechara [53] propone dos sistemas diferentes que interven-
drían en la toma de decisiones, que interactúan entre sí y que se
encuentran alterados en las personas con las lesiones referidas y
en algunas personas adictas a las drogas:
– Un sistema impulsivo o de la amígdala, que indica placer o
dolor como resultado inmediato de las posibles opciones.
– Un sistema reflexivo basado en la corteza prefrontal ventro-
medial, sensible a las futuras consecuencias puestas en mar-
cha por esas mismas opciones.
El primer sistema responde a lo que está presente en el momen-
to de la elección y proporciona respuestas motoras o viscerales
rápidas. El segundo sistema se basa más en la memoria y en la
anticipación para suscitar respuestas emocionales que guíen las
decisiones. La región crítica es la corteza prefrontal ventrome-
dial, que requiere tres subsistemas:
– Un primer subsistema integrado por la ínsula y la corteza so-
matosensorial, especialmente del hemisferio derecho, que
contribuirían a representar patrones somáticos de estados
afectivos y motivacionales.
– Un segundo subsistema compuesto por la corteza prefrontal
dorsolateral y el hipocampo, críticos para la memoria y las
funciones ejecutivas, necesarias para la toma de decisiones.
– Un tercer subsistema se ocuparía de la inhibición de con-
ductas, que implicaría la región cingulada anterior y el cere-
bro basal anterior.
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REV NEUROL 2006; 42 (7): 411-418418
MECANISMOS CEREBRALES DE LA TOMA DE DECISIONES
Resumen. Objetivo. Revisar los estudios sobre los mecanismos ce-
rebrales de la toma de decisiones en el marco de la hipótesis del
marcador somático y basados experimentalmente en el empleo de
la tarea de apuestas de Iowa (Iowa Gambling Task). Desarrollo. Se
presenta la teoría del marcador somático y las características de la
citada tarea de toma de decisiones y otras relacionadas. A conti-
nuación, se revisan los principales estudios llevados a cabo en per-
sonas con lesión cerebral y los procedentes de sujetos normales,
con el empleo de neuroimagen funcional, que han hecho posible la
identificación de las estructuras neurales implicadas en la toma de
decisiones en humanos. Conclusiones. La principal región implica-
da es la corteza prefrontal ventromedial, donde se produce la inte-
gración de la información sensorial, mnésica y emocional necesa-
ria para la tarea. Otras estructuras que intervienen en diferentes
procesos relevantes para la toma de decisiones serían la amígdala
(procesamiento y codificación de la señal emocional y su asocia-
ción con estímulos contextuales) y la corteza cingulada (monitori-
zación del proceso e inhibición de respuesta, especialmente en si-
tuaciones de incertidumbre). La corteza prefrontal dorsolateral
también participaría en este proceso debido a la necesaria activa-
ción de la memoria de trabajo en la toma de decisiones, en especial
cuando la tarea es compleja. [REV NEUROL 2006; 42: 411-8]
Palabras clave. Amígdala. Corteza prefrontal. Emoción. Iowa
Gambling Task. Lesión cerebral. Marcador somático. Toma de de-
cisiones.
MECANISMOS CEREBRAIS DA TOMADA DE DECISÕES
Resumo. Objectivo. Rever os estudos sobre os mecanismos cere-
brais da tomada de decisões no quadro da hipótese do marcador
somático e baseados experimentalmente na utilização da tarefa de
apostas do Iowa (Iowa Gambling Task). Desenvolvimento. Apre-
senta-se a teoria do marcador somático e as características da
referida tarefa de tomada de decisões e outras relacionadas. A
seguir, procede-se à revisão dos estudos principais levados a cabo
em indivíduos com lesão cerebral e os provenientes de sujeitos nor-
mais, com o emprego da neuroimagem funcional, que tornou possí-
vel a identificação das estruturas neurais implicadas na tomada de
decisões no seres humanos. Conclusões. A principal região impli-
cada é o córtex pré-frontal ventromedial, no qual se produz a inte-
gração da informação sensorial, mnésica e emocional necessária
para a execução da tarefa. Outras estruturas que intervêm em dife-
rentes processos relevantes para a tomada de decisões seriam a
amígdala (processamento e codificação do sinal emocional e a sua
associação a estímulos contextuais) e o córtex cingulado (monito-
rização do processo e inibição de resposta, especialmente em
situações de incerteza). O córtex pré-frontal dorsolateral também
participaria neste processo devido à necessária activação da
memória de trabalho na tomada de decisões, em especial quando a
tarefa é complexa. [REV NEUROL 2006; 42: 411-8]
Palavras chave. Amígdala. Córtex pré-frontal. Emoção. Iowa
Gambling Task. Lesão cerebral. Marcador somático. Tomada de
decisões.