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Mordiendo la mano teológica que te alimenta
1. Mordiendo la mano teológica que te alimenta
Por Rob Haskell - Director de Senderis, autor y conferencista. Puede ver sus conferencias en la
sección de
eventos. Categorías: Amor, Biblia, doctrina, Ética, evangelismo, Santidad, Teología,Vida
cristiana Etiquetas: alabanza, cristianos groseros, Don Miller, iglesia como
hospital, práctica,sentido común, Teoría
En mi anterior artículo titulado irónicamente “Por qué la teología no es importante”, terminé
diciendo que en realidad sí lo es. Ya que la teología proporciona la estructura, el contexto y
el contenido de la fe cristiana.
Pero tú podrías decirme: “¡De ninguna manera! ¡Yo sólo creo en lo que la Biblia dice! Todo lo
que tiene que ver con la teología „elitista y académica‟, ¡no es para mí!”
Momento.
Considero que esto no es muy realista. ¿Por qué? Probablemente, como cristiano que eres,
esencialmente crees lo que tu iglesia enseña. Además, al tener tu iglesia una historia, ella es
parte de una de las grandes tradiciones teológicas de la iglesia histórica, e interpreta la biblia
de una manera que es consistente con esa tradición. Y esto incluso se aplica para las iglesias
que declaran: “¡Nosotras sólo usamos la biblia!” Ahora, no estoy diciendo que las tradiciones
en sí mismas son malas, es más, pienso que algunas tradiciones son más bíblicas que otras.
La cosa es que no podemos escapar de la verdad del asunto: cada uno de nosotros lee la
biblia de una manera según la cual hemos sido formados por la reflexión teológica y los
grandes debates de la iglesia. De ahí que dependamos en las ideas de la teología por sus
nociones de la naturaleza de la iglesia y la meta de la vida cristiana.
Permíteme ilustrate este punto, respecto a nuestra dependencia en la teología, en un par de
explicaciones:
¿Para qué está la iglesia?
En una iglesia a la que solía asistir, el pastor de esta una vez hizo que todos los presentes
escogiéramos entre las cuatro esquinas del templo de acuerdo con su idea del propósito de la
iglesia. Las opciones -correspondiendo con cada esquina- eran:
• La iglesia es un hospital para la gente lastimada.
• La iglesia es un ejército de evangelistas.
• La iglesia es un lugar para alabar a Dios.
• La iglesia es un lugar donde aprendemos de Dios.
¿Qué piensas al respecto? Para serte sincero, la dinámica del pastor era algo mañosa. Él nos
dividió para al final decirnos: “En realidad, el propósito de la iglesia es sobre todas estas
cosas y ninguna de ellas es más importante que las otras.” Es probable que hayas adivinado
que yo estaba en la esquina #4 con un grupo muy pequeño con ideas afines: “La iglesia es
un lugar donde aprendemos de Dios”. Todavía pienso que esta característica es la más
importante, o la priedra angular -si así queremos llamarla-, de la iglesia. ¡Y puedo
probártelo!
2. En este caso, el pastor nos mostró cuatro diferentes puntos de vista de la iglesia y luego nos
enseñó que todas son igualmente importantes. Pero, de hecho, la enseñanza tomó el lugar
privilegiado, pues fue a través de ella que se nos definió la naturaleza de la iglesa. La
teología del pastor y sus ideas acerca de la iglesia, fueron la clave de todo lo que se hizo
aquella mañana. Por eso, me parece que la tarea teológica de la enseñanza es en efecto el
oficio más importante de la iglesia. Y con esto no me refiero a “la clase de adultos de la
escuela dominical” o “estudios blíblicos con el método inductivo en grupos pequeños”. De lo
que estoy hablando es de la labor intelectual de definir y exponer quiénes somos, por qué
somos y cómo debemos vivir. Si reflexionas un poco, cada pastor y líder cristiano hace esto,
y cuando lo hacen, están siendo teólogos. Lo lamentable de esto es que mientras ellos
actúan como teólogos, lo niegan. El resultado es el siguiente:
1. Inconscientemente dependen de ideas teológicas,
2. al mismo tiempo critican la mano teológica que los alimenta, y
3. debido a esto, realmente estropean las cosas.
Por pura gracia, algo bueno sale de ello. Pero la mayoría de las veces esta combinación
produce una paralizante contradicción. Definitivamente, usamos la teología, aún cuando
afirmemos que ésta no es importante. Pero al negarla nos quedamos sin la posibilidad de
crecer en ella. Nos quedamos estancados.
La doctrina no es la mitad del mensaje
Recienteme, le escribí a Don Miller solicitándole razón de una contradicción similar a lo que
acabo de exponer (Why Doctrine is Only Half the Message). Ya que él en su blog
explícitamente afirma que la doctrina es sólo la mitad del mensaje, siendo la otra, el
carácter. Incluso su punto es bueno. Afirma que“No puedes justificarte siendo grosero sólo
porque tienes razón.” Y sobre esto estoy de acuerdo.
Pero sentí que Miller estaba cometiendo un error muy grave en su exposición, pues estaba
diciendo que a nuestra teología hay que añadirle carácter cristiano. Ahora, yo te pregunto:
“¿De dónde viene el carácter cristiano? ¿Cómo sabemos lo que es carácter cristiano? ¿Quién
llega a definirlo?” La respuesta ineludible, es que la biblia es la responsable. Esto significa
que la cuestión del carácter cristiano es, sin lugar a dudas, teológica. La teología es una
meditación sobre la Biblia y la aplicación de su mensaje a nuestro contexto. Por ello, la
teología misma es la fuente de la idea “No puedes justificarte siendo grosero sólo porque
tienes razón”. Esta es una idea teológica. Entonces, teología no es la mitad para nada.
Teología es la fuente.
Así que esta es una clásica jugada de “morder la mano teológica que te alimenta”.
Curiosamente, la teología ha sido relegada a “verdades abstractas” que aunque se supeno
deberíamos creerlas, en realidad a nadie le interesan mucho. Por otro lado la práctica es
entendida simple y llanamente como cosas buenas que se supone los cristianos deberían
hacer, de acuerdo al sentido común. De ahí que se piense que “todo mundo sabe” lo que es
ser un cristiano y a nadie se le ocurre preguntar de dónde vino ese sentido común. Todo esto
se hace mientras se ignora que la teología es la fuente de nuestro entendimiento del carácter
cristiano. Por eso pasamos por alto y olvidamos la fuente de nuestras convicciones y las
herramientas utilizadas para llegar a ellas, y cuando hay un asunto o conflicto sobre estas,
las herramientas que podríamos haber utilizado ya no están disponibles.
Después, no nos quejemos que la mano mordida de la teología se haya ido a otra parte a
alimentar alguna criatura más dócil.