El documento argumenta contra la celebración de Halloween. Señala que originalmente era un festival celta conocido como Samhain para marcar el cambio entre la vida y la muerte, y que actualmente es celebrado por ocultistas para comunicarse con los muertos y realizar rituales. También menciona que los cristianos no deben involucrarse en prácticas ocultistas como la adivinación, y que participar en Halloween apoya tradiciones como brujas y casas encantadas contrarias al cristianismo.