El documento critica la complicidad de gobiernos del PRI con el crimen organizado en el pasado, cuando permitían que operaran libremente a cambio de "paz". También destaca la confesión de un exgobernador del PRI admitiendo que el presidente controlaba las rutas del narcotráfico. El autor argumenta que los gobiernos no deben negociar con criminales y deben combatirlos frontalmente para restaurar el estado de derecho.