El gobierno de Peña Nieto planea aprobar una nueva reforma energética que permita una mayor privatización de la industria petrolera mexicana. Esto incluye permitir más contratos privados para la extracción de petróleo y gas, así como la inversión privada en refinación y transporte. También busca abrir el sector al desarrollo del gas y petróleo no convencional. Sin embargo, la Constitución mexicana establece claramente que los recursos petroleros pertenecen a la nación.
1. “Nueva” Reforma Energética
Claudia Sheinbaum
El gobierno de Peña Nieto está decidido a avanzar hacia una “nueva” reforma energética. El
anuncio que hizo desde la campaña presidencial, lo signado en el llamado Pacto por
México y el reciente cambio en los estatutos del PRI, auguran un nuevo proceso para
intentar la privatización de la industria petrolera nacional y la riqueza que genera, que
parece se hará a través de leyes secundarias que serán presentadas al Congreso de la Unión
después del primer periodo de sesiones del presente año.
Es importante recordar que en el año 2008 se presentó una reforma energética por parte de
Calderón, que no tuvo el alcance esperado gracias a una importante lucha por la defensa del
petróleo. La intención en aquel año, era la de permitir la inversión privada en explotación,
refinación y transporte de hidrocarburos. Finalmente lograron a través de las leyes
secundarias un régimen de contratación especial de Pemex para la explotación de petróleo y
gas, a pesar de ser inconstitucional, aunque con sus limitaciones. La movilización evitó la
privatización en las actividades de refinación y transporte y que pudiesen avanzar más en
los contratos de producción de crudo.
Claramente la Constitución en sus artículos 27 y 28 establece que corresponde a la nación
el dominio directo del petróleo y todos los carburos de hidrógeno sólidos, líquidos o
gaseosos; que el dominio de la nación es inalienable e imprescriptible; y que tratándose de
esos minerales no se otorgarán concesiones ni contratos, y la nación llevará a cabo la
explotación de esos productos, en los términos que señale la ley reglamentaria respectiva.1
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Precisa que el petróleo y los demás hidrocarburos así como la petroquímica básica son
funciones que el Estado ejercerá de manera exclusiva por ser áreas estratégicas, y que para
ejercer esa facultad de manera eficaz contará con los organismos y empresas que requiera.2
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Artículo 27.
2
2. Aun con el avance privatizador de la reforma del 2008, se establecieron en las nuevas leyes,
controles para la contratación de la extracción de petróleo, entre otros, que Pemex no puede
asociarse con empresas privadas y que los contratos de explotación que establezca no
podrán estar pactados sobre la base del petróleo extraído. Aun cuando esto es explícito en la
Ley de Pemex, en los últimos dos años se celebraron contratos con empresas privadas para
la extracción de petróleo, generando asociaciones y pagando con base en la cantidad
extraída de petróleo. Esto derivó en diversas controversias constitucionales presentadas por
la Cámara de Diputados y presidentes municipales, que en todos los casos fueron
rechazadas por la Suprema Corte, arguyendo la no competencia de los demandantes, sin
discutir ni siquiera el fondo del asunto.
La “nueva” reforma que está en puerta, tiene el objetivo de avanzar en los temas en donde
no pudieron en el 2008 e intervenir en otros que no fueron planteados entonces. El objetivo
al final, es permitir la inversión privada en las diferentes partes de la cadena de la industria
petrolera nacional para transferir parte de la riqueza generada a las grandes empresas
transnacionales.
La “nueva” reforma pretende: a) generar condiciones para que Pemex avance aún más en la
contratación de empresas privadas para la explotación de crudo y gas natural; b) permitir la
inversión privada en refinación y transporte de petrolíferos y c) abrir un régimen especial
para la explotación del llamado gas y petróleo no convencional (denominado también gas y
petróleo de lutita o de esquisto o por su nombre en inglés shale gas y shale oil). Tal parece
que nuevamente lo intentarán a través de leyes secundarias que violan flagrantemente la
Constitución, pero que con la colusión de la Suprema Corte, les permitirían avanzar en este
régimen de ilegalidad que impera en nuestro país.
Vale la pena comentar sobre el shale gas y el shale oil. En los últimos años, la tecnología de
pozos horizontales y el multi-fracturamiento hidráulico han hecho posible, técnica y
económicamente, extraer gas de rocas de baja permeabilidad como lutitas, areniscas
compactas, esquistos y pizarras, denominado genéricamente shale gas. El desarrollo más
espectacular se observa en los Estados Unidos, donde el aumento de la producción de este
Artículo 28.
3. recurso no convencional ha llegado a representar el 35% de su consumo total de gas
natural. Esta nueva oferta ha deprimido el precio del gas natural hasta desligarlo del precio
del petróleo crudo. Por esta razón y buscando mayor ganancia, las empresas productoras se
orientan a buscar y explotar yacimientos de gas con abundante contenido de aceite (shale
oil).
En México el gas de lutita se localiza en el noreste del país en la porción terrestre del Golfo
de México, en los contrafuertes de la Sierra Madre Oriental, coincidiendo con zonas de
hidrocarburos convencionales. Se han identificado regiones geológicas que se ubican en los
estados de Chihuahua, Coahuila, Tamaulipas y Veracruz. En la actualidad Pemex concentra
el esfuerzo en identificar y mejorar la estimación del potencial.
El Departamento de Energía de los EU dio a conocer hace un par de años que México era el
cuarto país más importante, con recursos técnicamente recuperables de 681 Tera pies
cúbicos (Tpc) de gas shale. Pemex es más precavido. Estima que el potencial de
hidrocarburos no convencionales alcanza 60 mil millones de barriles de petróleo crudo
equivalente (bpce), de los cuales el 48% es shale gas y el 52% es shale oil. El componente
de gas alcanza 145 Tcf, de los cuales 92 Tcf es gas húmedo y 53 Tcf es gas seco. El
componente de aceite (shale oil) alcanza 31 mil millones de barriles y se localiza
esencialmente en la provincia de Tampico-Misantla. Dentro de la categoría recursos
prospectivos totales, el shale gas (52.6%) duplica en importancia al de aguas profundas.
Son estimaciones preliminares, nadie sabe con certeza razonable la cantidad de
hidrocarburos no convencionales que existe en el país. La exploración apenas comienza. Lo
cierto es que la explotación del shale gas y de shale oil en México es un negocio muy
atractivo para las empresas transnacionales.
Es prudente señalar también, que los impactos ambientales y riesgos asociados a la
explotación de estos hidrocarburos no convencionales son enormes. No solamente por la
inmensa cantidad de agua que se requiere para su explotación sino por diversos impactos
que llegan hasta la promoción de sismos en los sitios cercanos a su explotación.
¿Por qué nos oponemos a esta nueva reforma energética?
1. El petróleo y el gas son recursos naturales de altísimo valor. No es casual que la
Constitución Mexicana reserve a la Nación su dominio y prohíba la celebración de
4. contratos para la extracción. La ganancia o renta generada por la explotación de los
hidrocarburos, pero particularmente del petróleo, representa para México, cerca del
35% de los ingresos del presupuesto federal. Transferir parte de la renta petrolera a
empresas transnacionales es un sinsentido.
2. La refinación y la petroquímica le dan al petróleo su posibilidad de uso, pues el
petróleo no puede consumirse en su estado primario, requiere refinarse para
convertirlo en productos útiles como la gasolina o el diésel o en petroquímicos que
son la base de la industria química mundial.
Suponer que el único valor del petróleo está en su venta como crudo, es un gran error. La
gran mayoría de las empresas petroleras transnacionales mantienen la cadena de valor
completa, pues la venta de productos petrolíferos les genera un inmenso valor agregado,
indispensable para su consumo.
En Pemex se ha generado una absurda división administrativa artificial entre la producción
de crudo y la refinación. Bajo este régimen, la subsidiaria de Pemex encargada de la
producción de crudo (PEP) vende el crudo a su valor en el mercado de Texas, a la
subsidiaria de Pemex encargada de la refinación (PR) y Pemex refinación no puede obtener
ganancias, pues el precio al que vende la gasolina, por estar controlado, puede ser menor al
de la materia prima. Este absurdo, que no ocurre en ninguna empresa transnacional, es con
el que se genera el argumento de que “la refinación no es negocio”.
Con esta absurdo “sustento” y a pesar de que la demanda de gasolina y diésel en México ha
crecido a tasas anuales sumamente altas, la capacidad de refinación se ha mantenido
constante, provocando que el 40% del consumo de estos petrolíferos sea importado. México
debe refinar su crudo y Pemex es la entidad del estado mexicano encargada de hacerlo.
México tiene capacidad técnica suficiente para afrontar los retos derivados de la extracción
y procesamiento de los hidrocarburos.
3. La industria petroquímica nacional ha seguido un camino similar al de la refinación
y bajo diferentes esquemas pretenden privatizarla aún más, renunciando al valor
agregado que genera y teniendo que importar productos que pueden ser producidos
en México.
5. 4. La privatización de las actividades de extracción, la refinación, petroquímica y
transporte, eleva los cotos de producción. Es falso que los disminuya. La
privatización de la generación de la electricidad es la mejor muestra de ello.
5. Aun cuando las actividades petroleras formalmente representan cerca del 7% del
PIB, los derivados del petróleo y el gas natural hacen funcionar el 80% de las
actividades productivas y no productivas del país. Sin hidrocarburos no funcionaría
el 70% de las plantas eléctricas del país, el 100% del transporte de carga y pasajeros
y el 90% de las cocinas de nuestros hogares. El petróleo no es cualquier bien. Es un
recurso natural de enorme influencia en la economía nacional y nuestra vida
cotidiana.
6. El mundo depende en un 33% del petróleo y en un 22% del gas natural. Esto hace
que estos recursos tengan un valor tan importante a nivel internacional. Estados
Unidos es el principal consumidor de petróleo en el mundo. Su consumo alcanzó en
2012, los casi 19 millones de barriles de petróleo diarios, cerca del 20% del
consumo mundial. El 45% de la demanda de petróleo de Estados Unidos se cubre
con importaciones. He ahí la principal explicación de su necesidad de controlar el
medio oriente, principal región productora de petróleo en el mundo.
7. El que el petróleo y el gas natural sean de la nación y la industria petrolera esté en
manos de entidades del Estado mexicano, le da al país soberanía. Permitir
nuevamente la entrada de empresas transnacionales en la explotación de petróleo
coloca al país en una enorme vulnerabilidad frente a intereses ajenos a la Nación.
Parece que olvidamos la historia. El general Lázaro Cárdenas expropió la industria
petrolera, entre otras razones, por la estratégica defensa de la soberanía nacional.
8. El shale gas y el shale oil son hidrocarburos regulados por la Constitución. Son
parte del contenido de los artículos 27 y 28 constitucionales. Además su explotación
debe evaluarse en función de sus impactos ambientales en el corto y largo plazo.
Las cantidades de agua necesarias para la extracción de estos hidrocarburos, en
regiones de escasez del vital líquido es una estrategia irracional.
9. El petróleo y el gas natural son recursos no renovables. Esto significa que son
recursos finitos que deben protegerse. Es absurdo proponer una política energética
6. sólo basada en una mayor extracción de hidrocarburos. La riqueza que generan
estos hidrocarburos deben permitir a México una transición energética hacia otras
fuentes de energía, particularmente las renovables, que brinden al país, soberanía,
seguridad y menores impactos ambientales.
10. El petróleo y el gas natural generan impactos ambientales locales y son fuentes de
energía fósil, principal promotor del cambio climático global. Una política
energética mexicana sustentable debe promover la eficiencia energética y el uso de
fuentes renovables de energía, esto implica disminuir la demanda de los productos
petrolíferos sin comprometer el crecimiento y el bienestar de los mexicanos, es
decir, generando una transición energética que brinde seguridad a los mexicanos en
todos sentidos.
Por un futuro soberano y sustentable, el petróleo, su riqueza y la industria petrolera deben
seguir siendo propiedad de la Nación.