El autor se siente aturdido y agitado por la vida moderna, dominado por las pasiones y preocupaciones del día. Se prometió a sí mismo rectificación interior pero sigue fallando y alejándose de Dios. Pide ayuda a Dios para no abandonarlo y para guiarlo a puerto seguro en la frágil barca de su juventud ansiosa, confiando en su voz que le dice que está a su lado.