1. Canto:
Caminar
por
FE
Nuestra fe, frente a las dificultades, en ocasiones se
debilita, cuando debería crecer. Humildemente
recurrimos a ti, Señor y Padre nuestro, suplicando la
intercesión de San José, para que la oración nos ayude
a aumentar nuestra fe, acreciente nuestra esperanza y,
sobre todo, sea el medio para crecer en la fe y celo, la
caridad, en el amor a Ti y a los demás.
Oración:
Mujer
grande
es
tu
FE
¡Señor,
hazme
un
testigo
fiel
de
mi
fe!
Oración
inicial
Caminar por fe, es creer aunque no puedas ver,
saber que pronto va a suceder aquello que
anhelas tener.
Caminar por fe, es obedecer sin cuestionar,
si DIOS lo dijo así será, no importa como se hará,
tan sólo confiar.
Caminar por fe, te enseña que le sirves a un DIOS
fiel, quien te da las fuerzas para seguir,
y te sostiene es Él.
Aprenderé a vivir, confiado dentro de mi,
con pasos firmes creyendo en ti, aprenderé a
luchar, creyendo hasta el final,
que tus promesas veré llegar,
a todos les contaré, lo que en mi harás,
y contagiarlos de fe y paz
y cuando vean el milagro en mí, no se
sorprenderán.
Caminar por fe, es mas fácil de lo que crees,
depende de lo que hay dentro en tu ser,
y tu forma de ver, si con tus ojos o con tu fe.
Además te encontrarás con caminos de oscuridad,
eso es sólo otra oportunidad para tu fe demostrar.
Aprenderé a vivir, confiado dentro de mi,
con pasos firmes creyendo en ti, aprenderé a
luchar, creyendo hasta el final,
que tus promesas veré llegar,
a todos les contaré, lo que en mi harás,
y contagiarlos de fe y paz
y cuando vean el milagro en mí, no se
sorprenderán.
No, no, no, no se sorprenderán (Bis).
Caminaré con fe.
http://goo.gl/FwXKXL
Del
Evangelio
de
Mateo
(15,
21-‐28):
En
aquel
tiempo,
Jesús
se
marchó
y
se
retiró
al
país
de
Tiro
y
Sidón.
Entonces
una
mujer
cananea,
saliendo
de
uno
de
aquellos
lugares,
se
puso
a
gritarle:
«Ten
compasión
de
mí,
Señor,
Hijo
de
David.
Mi
hija
tiene
un
demonio
muy
malo.»
Él
no
le
respondió
nada.
Entonces
los
discípulos
se
le
acercaron
a
decirle:
«Atiéndela,
que
viene
detrás
gritando.»
Él
les
contestó:
«Sólo
me
han
enviado
a
las
ovejas
descarriadas
de
Israel.»
Ella
los
alcanzó
y
se
postró
ante
él,
y
le
pidió:
«Señor,
socórreme.»
Él
le
contestó:
«No
está
bien
echar
a
los
perros
el
pan
de
los
hijos.»
Pero
ella
repuso:
«Tienes
razón,
Señor;
pero
también
los
perros
se
comen
las
migajas
que
caen
de
la
mesa
de
los
amos.»
Jesús
le
respondió:
«Mujer,
qué
grande
es
tu
fe:
que
se
cumpla
lo
que
deseas.»
En
aquel
momento
quedó
curada
su
hija.
Palabra
del
Señor..
2.
Para
nuestra
reflexión:
ORACIÓN
FINAL:
Padre,
que
aprendamos
de
tu
Hijo
Jesucristo,
a
dar
comida
y
amor
a
todos
los
que
piden,
no
escasas
migajas
y
sobras
de
la
mesa,
sino
el
alimento
de
nosotros
mismos,
como
Jesús
hace
con
nosotros,
él
que
es
nuestro
Dios
y
Señor
por
los
siglos
de
los
siglos.
R/
Amén
Meditación
del
Papa
La
lectura
del
Evangelio
comienza
con
los
detalles
sobre
la
región
que
Jesús
iba
a
visitar:
Tiro
y
Sidón,
el
noroeste
de
Galilea,
tierra
pagana.
Y
es
aquí
donde
se
encuentra
con
una
mujer
cananea,
que
se
dirige
a
Él
para
pedirle
que
cure
a
su
hija
atormentada
por
un
demonio.
Ya
en
esta
petición,
se
puede
observar
un
inicio
del
camino
de
la
fe,
que
en
el
diálogo
con
el
divino
Maestro
crece
y
se
refuerza.
La
mujer
no
tiene
miedo
de
gritarle
a
Jesús
"Piedad
de
mí",
una
expresión
que
aparece
en
los
Salmos,
lo
llama
"Señor"
e
"Hijo
de
David",
manifestando
así
una
firme
esperanza
de
ser
escuchada.
¿Cuál
es
la
actitud
del
Señor
frente
al
grito
de
dolor
de
una
mujer
pagana?
Puede
parecer
desconcertante
el
silencio
de
Jesús,
tanto
que
suscita
la
intervención
de
los
discípulos,
pero
no
se
trata
de
poca
sensibilidad
al
dolor
de
aquella
mujer.
San
Agustín
comenta
sobre
esto:
"Cristo
se
mostraba
indiferente
hacia
ella,
no
para
negarle
la
misericordia
sino
para
hacer
crecer
el
deseo".
Benedicto
XVI,
16
de
agosto
de
2011.
Un
Episodio
Chocante…
El
evangelio
nos
presenta
un
pasaje
bastante
difícil
sobre
todo
porque
la
actitud
de
Jesús
resulta
francamente
desconcertante:
¿por
qué
hace
esperar
tanto
a
esta
pobre
mujer
que
clamaba
la
curación
de
su
hijita?
Y
si
luego
va
a
curarla,
¿por
qué
con
ese
lenguaje
tan
duro,
diríamos
tan
humillante?
Para
dar
un
poco
de
perspectiva
a
lo
sucedido,
conviene
recordar
que
Jesús
tenía
muy
claro
que
su
misión,
por
lo
menos
en
el
terreno
de
lo
inmediato,
iba
dirigida
a
los
miembros
del
pueblo
elegido.
Él
no
se
ve
a
sí
mismo
como
una
especie
de
curandero
o
de
hombre
con
poderes
extraordinarios.
A
menudo
prefirió
destacar
el
papel
de
la
fe
de
quienes
recibían
sus
milagros,
como
quitando
la
atención
de
sí
mismo
y
desplazándola
hacia
el
acto
de
fe
que
el
enfermo
hacía
cuando
se
curaba.
El
enfoque
de
Jesús
no
es
tanto
que
Él
hace
cosas
sino
que
Él
es
la
ocasión
de
que
Dios
haga
cosas
en
quienes
vuelven
hacia
Dios.
Esto
es
así
porque
Jesús
básicamente
está
anunciando
que
Dios
reina,
está
anunciando
el
Reinado
de
Dios
como
más
potente
que
toda
la
iniquidad
humana
y
también
como
más
fuerte
que
todo
lo
que
aflige
u
oprime
a
los
hombres.
En
síntesis,
Jesús
quiere
que
el
protagonista
sea
el
poder
de
Dios
que
se
hace
próximo
y
activo
en
nosotros
cuando
realmente
creemos.
Es
evidente
que
una
curación
"fácil"
y
un
encuentro
casi
accidental
con
una
especie
curandero
itinerante
no
son
el
lugar
para
realmente
reconocer
que
es
Dios
el
que
reina.
Esto
explica,
por
lo
menos
en
parte,
lo
que
al
principio
nos
parecía
chocante:
Jesús
no
quiere
que
sus
milagros
sean
anécdotas,
sino
mensajes
que
anuncian
la
llegada
del
Reino.
En
el
fondo,
la
demora
en
conceder
esa
sanación
y
el
modo
de
hablarle
a
esta
mujer
son
una
especie
de
catequesis
que
quiere
mostrar
por
qué
caminos
le
llega
la
salvación.
Al
decirle
que
esta
recibiendo
migajas
de
la
mesa
del
pueblo
elegido
le
está
mostrando
que
sólo
hay
un
Dios,
que
ese
Dios
se
ha
revelado
al
pueblo
de
la
alianza,
y
que
de
Él
y
sólo
de
Él
viene
todo
bien.
Fr.
Nelson
Medina
Cuántas
angustias
y
necesidades
experimentamos
en
la
vida.
El
dolor
nos
visita,
los
problemas
abundan,
las
tristezas
nos
sofocan.
¡Ten
compasión
de
mí,
Señor!
Es
el
grito
del
alma
a
un
Dios
que
siente
lejano.
Sin
duda,
buscamos
una
respuesta
inmediata.
Y
nos
desalentamos
si
no
llega.
¡Cuántas
veces
pedimos
y,
quizás,
sin
resultado!
¿Por
qué
Dios
no
nos
escucha?
Nos
desconcertamos,
llegamos
a
dudar
de
Dios
y
hasta
nos
desesperamos.
¿No
será
que
Dios
nos
pone
a
prueba?
¿Hasta
cuánto
resiste
nuestra
fe?
Espera
un
poco.
Insiste.
Dios
permite
esa
angustia
para
purificar
tu
intención,
para
que
sigas
creyendo
en
Él
aunque
no
te
atienda
a
la
primera.