El documento resume el evangelio del domingo donde Jesús visita su pueblo natal Nazaret. A diferencia de otros lugares, la gente de Nazaret no recibe a Jesús con fe debido a que lo conocían como carpintero. Jesús no puede realizar muchos milagros por su falta de fe. El documento también analiza las lecturas que hablan de las dificultades de los profetas para predicar la palabra de Dios y cómo Dios da fuerza en la debilidad.
2. El evangelio de este
domingo nos cuenta
el hecho de ir Jesús a
su pueblo, a Nazaret.
Es continuación de lo
que veíamos el
domingo pasado; pero
con una gran
diferencia: allí Jesús
encontró fe, aquí no la
encuentra.
3. El domingo pasado veíamos la gran fe de la
mujer que sufría flujos de sangre. El solo tocar
el vestido de Jesús, con mucha fe, la hizo sanar.
4. También la fe de Jairo,
que, aunque al
principio no era muy
firme, mereció la
resurrección de su
hija.
Hoy no es lo mismo.
Veamos lo que nos
dice el evangelio de
este día, Mc 6, 1-6.
5. En aquel tiempo, fue Jesús a su pueblo en compañía de
sus discípulos. Cuando llegó el sábado, empezó a
enseñar en la sinagoga; la multitud que lo oía se
preguntaba asombrada: "¿De dónde saca todo eso?
¿Qué sabiduría es ésa que le han enseñado? ¿Y esos
milagros de sus manos? ¿No es éste el carpintero, el hijo
de María, hermano de Santiago y José y Judas y Simón?
Y sus hermanas ¿no viven con nosotros aquí?" Y esto
les resultaba escandaloso. Jesús les decía: "No
desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus
parientes y en su casa." No pudo hacer allí ningún
milagro, sólo curó algunos enfermos imponiéndoles las
manos. Y se extrañó de su falta de fe. Y recorría los
pueblos de alrededor enseñando.
6. Comienza diciendo cómo Jesús iba caminando por
aquellas regiones de Galilea. Estaría cerca de su
pueblo, Nazaret, y pensó ir allí. Es natural que quisiera
estar con su madre María, aunque no lo diga el
evangelio. Iba acompañado de sus discípulos.
7. Ahora ya era Maestro, en cuanto que le seguían sus
discípulos; pero allí no encuentra fe. Hoy también el
hombre o el Cristo de Galilea pasa entre nosotros.
Dejémosle que nos toque con su bendición.
En alguna otra
ocasión había
pasado ya por
Nazaret desde
que era
predicador
ambulante,
cuando aún
no había
comenzado a
hacer
milagros.
15. El sábado va a la
sinagoga a predicar.
Quizá había
predicado alguna
otra vez como buen
israelita y como lo
hacían los letrados o
maestros de la ley.
Ahora lo va a hacer
ya con autoridad
propia, como
enviado de Dios,
como Mesías. Y aquí
viene una gran
dificultad en Nazaret.
16. Resulta que la gente de Nazaret conocía a Jesús desde
que era niño y toda la juventud. Era una persona buena,
pero sencillo y trabajador. Era el ayudante de su padre
José y al final quien se encargaba de la carpintería o
arreglos que había que hacer por el pueblo. Nunca había
hecho allí algún milagro Jesús.
17. Ahora le oyen hablar con
la autoridad de un
maestro. Es posible que
en algunos brotase la
envidia. Y comienzan las
preguntas entre ellos:
"¿De dónde saca todo
eso? ¿Qué sabiduría es
ésa que le han enseñado?
¿Y esos milagros de sus
manos? ¿No es éste el
carpintero?” En realidad
no le conocían.
18. Nosotros en este día
debemos
esforzarnos por
conocer más a
Jesús. Quizá le
conocemos de
manera externa, algo
de su historia. Cada
vez más debemos
conocerle en lo
interno, para poderle
amar más. Nada se
puede amar mucho
si no se lo conoce
mucho.
19. Y luego las personas de Nazaret le ponen
otro título a Jesús. Éste sí que es honroso:
“El hijo de María”.
20. Parece ser que aún estaba muy vivo su recuerdo como
jefe de esa santa familia y en tantos trabajos que habría
realizado por el pueblo.
Cuando fue
Jesús a
Nazaret la
primera
vez,
después de
su
“bautismo”,
le llamaban
“el hijo de
José”.
21. Ahora ya, después
de varios meses,
llaman a Jesús: “el
hijo de María”.
Seguro que Jesús
tendría que sentirse
orgulloso y feliz por
tener tal madre.
Jesús es Dios y
hombre a la vez.
María es la madre de
tan excelsa persona,
que es Dios y
hombre.
22. Jesús está en
medio de nosotros
de muchas
maneras: Está en
el sagrario, pero
está también en los
pobres, en medio
de nuestras
sufrimientos y
alegrías; pero
siempre como
“hijo de María”.
33. Jesús no sólo nació de
la Virgen María, sino
que vivió con ella. Y,
cuando estaba en la
cruz, nos la dio como
madre a nosotros para
que la invoquemos.
Aunque a Jesús vamos
directamente, en la
práctica para muchos
se ha hecho realidad lo
de: “A Jesús por
María”.
34. Nosotros sí que podemos llamar hermano a Jesús por
varios motivos: Él mismo nos enseñó a llamar padre a
Dios. Y nos instó a llamar madre a su misma madre.
La gente de
Nazaret
conocía a los
familiares
cercanos de
Jesús. Les
solían llamar
“hermanos”.
35. Dice el evangelio
que muchos en
Nazaret
desconfiaban de
Jesús, porque no le
conocían en su
interior. No todos
eran lo mismo. Allí
tendría una oyente
muy especial que
era su madre. Ella
guardaría todas
esas palabras para
meditarlas en su
corazón.
36. También había gente
sencilla que acudía a
Jesús para que les
impusiera las manos. Es
verdad que no hizo
milagros ostentosos; pero
sí hizo algunas
curaciones. Son
curaciones casi
psicológicas, que
provienen del amor y que
Dios también querría
realizar hoy a través de
nosotros.
37. Dificultades para predicar la palabra de Dios siempre
ha habido. Hoy en la 1ª lectura nos habla de las
dificultades que tenía el profeta Ezequiel para poder
dar el mensaje de Dios;
Ezequiel 2,2-5
pero él va a
hacer la
voluntad de
Dios, le hagan
caso o no le
hagan caso.
38. En aquellos días, el espíritu entró en mí,
me puso en pie, y oí que me decía: "Hijo
de Adán, yo te envío a los israelitas, a
un pueblo rebelde que se ha rebelado
contra mí. Sus padres y ellos me han
ofendido hasta el presente día. También
los hijos son testarudos y obstinados; a
ellos te envío para que les digas: "Esto
dice el Señor." Ellos, te hagan caso o no
te hagan caso, pues son un pueblo
rebelde, sabrán que hubo un profeta en
medio de ellos."
39. Es difícil el ministerio de
alguien que sabe que
debe decir algo de parte
de Dios contra los
pecados de un pueblo
que vive rebelde a los
ojos de Dios. Sin
embargo Ezequiel siguió
y pudo ver el cambio: el
pueblo dejó de ser una
comunidad política para
ser una comunidad más
religiosa.
40. Como
verdaderamente
cuesta, debemos
clamar a Dios para
que la ayuda venga
desde lo alto. Por
eso, como
meditación de esa
primera lectura, el
salmo responsorial
nos indica la
actitud de levantar
los ojos hacia lo
alto, hacia Dios.
45. Dios confía a una
persona alguna
misión, que suele ir
unida a dificultades.
Si uno se pone al
lado de Dios es
porque sabe que
Dios está al lado del
ser humano. A veces
parece que no se da
el fruto; pero el
hecho de cumplir la
voluntad de Dios,
oigan o no oigan los
demás, ya es un
fruto muy grande.
46. A veces las
dificultades son
externas, pero
otras veces son
internas. Hoy en la
2ª lectura san
Pablo nos habla de
una dificultad que
él sentía: “la
espina en la
carne”. Dice así en
2Cor 12,7b-10.
47. Hermanos: Para que no tenga soberbia, me han
metido una espina en la carne: un ángel de Satanás
que me apalea, para que no sea soberbio. Tres veces
he pedido al Señor verme libre de él; y me ha
respondido: "Te basta mi gracia; la fuerza se realiza
en la debilidad." Por eso, muy a gusto presumo de mis
debilidades, porque así residirá en mí la fuerza de
Cristo. Por eso, vivo contento en medio de mis
debilidades, de los insultos, las privaciones, las
persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo.
Porque, cuando soy débil, entonces soy fuerte.
48. Esta “espina” parece
que era alguna
enfermedad. Alguno
dice que también
podían ser
tentaciones del
demonio. Y san Pablo
acudía al Señor. La
oración siempre es
efectiva. Por lo tanto,
si Dios no se lo quita,
es porque le está
dando algo mejor. Se
nota por lo menos que
san Pablo, por ello,
tiene una mayor
firmeza en su fe.
49. A san Pablo le ha
servido para
quitar más su
soberbia, tener
humildad y
buscar el bien.
Dios lo que
busca es que
podamos
arrojarnos en
sus brazos y
podamos
encontrar una
mayor paz y
mayor alegría.
50. Hemos comenzado diciendo que Jesús de Nazaret pasa
junto a nosotros y quiere tocarnos, abrazarnos, darnos
a experimentar su amor. Terminamos diciendo que,
aunque creamos que nos pide algún sacrificio, nos
quiere dar mucha mayor alegría.