El documento habla sobre la importancia de la fe y la confianza en Dios en tiempos de incertidumbre. Señala que Jesús sanó a una mujer con flujos de sangre y resucitó a la hija de un jefe de la sinagoga porque ambos tenían fe en Él. También insta a los lectores a fortalecer su propia fe para superar las dificultades de la vida y encontrar consuelo en Dios.
1. Año 11, nº 555 - 28 de junio de 2015
““No temas; basta que tengas fe””
EL PÚLPITO
PARROQUIA DE NTRA. SRA. DE LA MEDALLA MILAGROSA
EL PUERTO DE SANTA MARÍA (CÁDIZ)
Domingo 13º del Tiempo Ordinario
San Ireneo de Lyon
Creencia y confianza son dos
p i l a r e s q u e ,
desgraciadamente, han
dinamitado la sociedad del
consumo y del bienestar a la
q u e n o s e n c o n t r a m o s
agarrados. ¿En qué tenemos
confianza? ¿En quién y en
qué creemos? Inseguridad
en nuestros dirigentes y en
muchas instituciones o la
ausencia de confianza, de fe
e n a l g u i e n o e n a l g o ,
a u m e n t a n u e s t r a
vulnerabilidad. Nos hace
más débiles. En el evangelio
de este domingo, Jesús se
e n c u e n t r a a n t e d o s
situaciones distintas pero
c o n u n m i s m o c o m ú n
denominador: existía fe allá
d o n d e s e r e q u e r í a s u
presencia. Tanto el jefe de la
sinagoga como la mujer que
se iba en sangre confiaban
plenamente su persona. Él, y
con creces, premió esa fe
con la salud. La ciencia
ayuda pero, bien lo sabemos,
no lo es todo: llega hasta
donde llega.
¿Quién puede sino Cristo
arrancarnos de la muerte?
¿Quién puede sino Cristo ir
más allá de esa frontera
d o n d e l a t é c n i c a m á s
moderna es incapaz de
a l c a n z a r ? L a t é c n i c a
prolonga la vida (o la
acorta). Cristo la mima, la
recupera, la eterniza. La
técnica necesita y mira al
cuerpo. Cristo va más al
fondo: a la persona, a la fe, al
alma. Ante una realidad
donde parece sólo creíble lo
que se demuestra o se ve, la
f e j u e g a u n p a p e l
fundamental: quien cree se
salva. Quien cree vive la
dimensión del dolor desde
otra perspectiva. Quien pone
en Jesús sus debilidades o
sus hemorragias (internas o
externas) está llamado a
recuperarse, a sanarse.
Flujos de desesperanza. Más
allá de las promesas de
nuestros gober nantes,
hemos de poner nuestros
ojos en aquel Dios que
siempre pone aliento en
nuestro camino.
Flujos de sin sentido. Ante el
pesimismo que nos invade
(con la crisis cabalgando
sobre nuestros hombros), el
S e ñ o r n o s i n v i t a a
permaneced firmes en Él.
Flujos de incredulidad. El
c o n s u m i s m o n o s h a
acostumbrado a vivir bajo
los dioses de lo placentero y
en el camino fácil. ¿Qué
consecuencias se derivarán
de todo ello? El Señor nos
señala un sendero: ser sus
d i s c í p u l o s . F l u j o s d e
inquietud. Nos abruman
muchos acontecimientos.
Nos agobian las situaciones
que nos rodean. Al tocar el
m a n t o d e J e s ú s ( l a
Eucaristía, la oración
personal, los sacramentos)
podemos revitalizar nuestro
cuerpo físico y espiritual.
La experiencia que tuvo
Jesús (murió para ser
resucitado por el Padre) la
podemos tener cada uno de
nosotros si somos capaces
de dormir en la cruz con las
mismas palabras de fe y de
confianza con las que Él lo
hizo: “En tus manos Padre
encomiendo mi espíritu”. Al
tercer día, Cristo saltó de la
oscuridad a la luz, del
absurdo a la vida, de la
muerte a la resurrección.
Confió, creyó y tuvo fe ciega
en su Padre. Ello le valió, a
Él y a nosotros, la redención
de toda la humanidad. A
veces exigimos pruebas a
Dios de su existencia y, en
cambio, reclamamos poco a
nuestra fe. A veces podemos
considerar que ya son
suficientes unas prácticas
sacramentales, el estar
bautizado o incluso el
practicar de cuando en vez
l a c a r i d a d . ¿ N o h i z o
muchísimo más Cristo por
nosotros?
Además de caridad, con su
cuerpo en la cruz, dio
muestras de la grandeza de
su amor. Además de orar,
defendió públicamente el
Reino de Dios ante los
poderosos de su tiempo.
Además de dejarse bautizar
en el Jordán, no hizo ascos a
ese otro bautismo de sangre:
su muerte en cruz.
¿Y aún nos resistimos a
creer? ¿No habrá llegado el
momento de publicitar, con
todos los medios a nuestro
alcance (especialmente
d e s d e l a e x p e r i e n c i a
personal) que el manto de
Cristo se sigue dilatando a lo
largo y ancho del mundo?
¿No será que la humanidad,
desangrándose en miles de
flujos, desconoce que hay un
Cristo que puede y desea
taponar todas esas heridas
sin más respuesta que la fe.
Javier
Leoz,
sacerdote
¿Cómo es nuestra fe? ¡Que no me falte
la fe, Señor!
Si llega la noche oscura,
que la venza con la luz de la
fe. Si me alcanzan el
pesimismo y la angustia,
que los supere con la
alegría de la fe.
Si me siento acorralado por
las dificultades, que sepa
descubrir el trampolín de la
fe. Si me acechan dudas e
incertidumbres, que se abra
ante mí una hoja con
palabras de fe.
¡Que no me falte la fe!
Para responderte con
generosidad si de mí,
reclamas atención o
compromiso.
Para decirte que, sólo Tú
eres el Señor, si ante mí se
alzan otros dioses extraños.
¡Que no me falte la fe!
Que me posibilita mirar
más allá de mí mismo;
de mis aflicciones y de mis
egoísmos; de mi bienestar
y de mis intereses; de mi
comodidad o de mi
pequeño mundo; de mis
proyectos y de mis
debilidades .
¡Que no me falte la fe!
Y pueda verte cuando estoy
limpio y sanarme cuando
me encuentro por dentro
sucio. Y pueda sentirte,
cuando estoy lleno de tanto
y cercano, cuando el
mundo me deja vacío.
Y pueda alabarte, cuando
la vida me sonríe y no
olvidarte, cuando la suerte
me abandona. Y te busque,
cuando tantas cosas me
seducen y te encuentre,
cuando todo es nada y
hojalata. Amén
2. PRIMERA LECTURA
(Sab 1, 13-15; 2, 23-25)
“Dios creó al hombre para la
inmortalidad”
Dios no hizo la muerte ni goza
destruyendo los vivientes. Todo lo
creó para que subsistiera; las
criaturas del mundo son saludables:
no hay en ellas veneno de muerte, ni
el abismo impera en la tierra. Porque
la justicia es inmortal. Dios creó al
hombre para la inmortalidad y lo
hizo a imagen de su propio ser; pero
la muerte entró en el mundo por la
envidia del diablo; y los de su partido
pasarán por ella.
SALMO RESPONSORIAL
(Sal 29, 2-6.11-13)
R: Te ensalzaré, Señor,
porque me has librado.
Te ensalzaré, Señor,
porque me has librado
y no has dejado que mis enemigos se
rían de mí.
Señor, sacaste mi vida del abismo,
me hiciste revivir
cuando bajaba a la fosa. R.
Tañed para el Señor, fieles suyos,
dad gracias a su nombre santo;
su cólera dura un instante;
su bondad, de por vida;
al atardecer nos visita el llanto;
por la mañana, el júbilo. R.
Escucha, Señor, y ten piedad de mí;
Señor, socórreme.
Cambiaste mi luto en danzas.
Señor, Dios mío, te daré gracias
por siempre. R.
SEGUNDA LECTURA
(2Co 8, 7-9.13-15)
“Jesucristo: siendo rico,
se hizo pobre por vosotros”
Hermanos: Ya que sobresalís en todo:
en la fe, en la palabra, en el
conocimiento, en el empeño y en el
cariño que nos tenéis, distinguíos
t a m b i é n a h o r a p o r v u e s t r a
generosidad. Porque ya sabéis lo
generoso que fue nuestro Señor
Jesucristo: siendo rico, se hizo pobre
por vosotros para enriqueceros con
su pobreza. Pues no se trata de
aliviar a otros, pasando vosotros
estrecheces; se trata de igualar. En el
m o m e n t o a c t u a l , v u e s t r a
abundancia remedia la falta que ellos
tienen; y un día, la abundancia de
ellos remediará vuestra falta; así
habrá igualdad. Es lo que dice la
Escritura: “Al que recogía mucho no
le sobraba; y al que recogía poco no
le faltaba”.
SANTO EVANGELIO
(Mc 5, 21-43)
“La niña se puso en pie
inmediatamente y echó a andar”
En aquel tiempo, Jesús atravesó de
nuevo en barca a la otra orilla, se le
reunió mucha gente a su alrededor, y
se quedó junto al lago. Se acercó un
jefe de la sinagoga, que se llamaba
Jairo, y, al verlo, se echó a sus pies,
rogándole con insistencia: “Mi niña
está en las últimas; ven, pon las
manos sobre ella, para que se cure y
v i v a ” . J e s ú s s e f u e c o n é l ,
acompañado de mucha gente que lo
apretujaba. Había una mujer que
padecía flujos de sangre desde hacía
doce años. Muchos médicos la
habían sometido a toda clase de
tratamientos, y se había gastado en
eso toda su fortuna; pero, en vez de
mejorar, se había puesto peor. Oyó
hablar de Jesús y, acercándose por
detrás, entre la gente, le tocó el
manto, pensando que con sólo
t o c a r l e e l v e s t i d o c u r a r í a .
Inmediatamente se secó la fuente de
sus hemorragias, y notó que su
cuerpo estaba curado. Jesús,
notando que había salido fuerza de
él, se volvió en seguida, en medio de
la gente, preguntando: “¿Quién me
ha tocado el manto?” Los discípulos
le contestaron: “Ves como te
apretuja la gente y preguntas
“¿Quién me ha tocado?”” Él seguía
mirando alrededor, para ver quién
había sido. La mujer se acercó
a s u s t a d a y t e m b l o r o s a , a l
comprender lo que había pasado, se
le echó a los pies y le confesó todo. Él
le dijo: “Hija, tu fe te ha curado. Vete
en paz y con salud.” Todavía estaba
hablando, cuando llegaron de casa
del jefe de la sinagoga para decirle:
“Tu hija se ha muerto. ¿Para qué
molestar más al maestro?” Jesús
alcanzó a oír lo que hablaban y le dijo
al jefe de la sinagoga: “No temas;
basta que tengas fe”. No permitió que
lo acompañara nadie, más que Pedro,
Santiago y Juan, el hermano de
Santiago. Llegaron a casa del jefe de
la sinagoga y encontró el alboroto de
los que lloraban y se lamentaban a
gritos. Entró y les dijo: “¿Qué
estrépito y qué lloros son éstos? La
niña no está muerta, está dormida”.
Se reían de él. Pero él los echó fuera
a todos y, con el padre y la madre de
la niña y sus acompañantes, entró
donde estaba la niña, la cogió de la
mano y dijo: “Talitha qumi” (que
significa: “Contigo hablo, niña,
levántate”). La niña se puso en pie
inmediatamente y echó a andar;
tenía doce años. Y se quedaron
viendo visiones. Les insistió en que
nadie se enterase; y les dijo que
dieran de comer a la niña.
““No temas; basta que tengas fe””
Parroquia de Ntra. Sra. de la Medalla Milagrosa. C/Federico García Lorca, s/n. Apdo. de correos, 164. 11.500 El Puerto de Santa María. Tlfno: 956 85 65 61.
Tiempo de oración
Lecturas de la próxima semana
(1ª semana del salterio)
Lunes 29: Santos Pedro y Pablo
Hch 12, 1-11; Sal 33, 2-9; 2Tm 4, 6-8.17-18;
Mt 16, 13-19
Martes 30: Santos Protomártires de Roma
Gn 19, 15-29; Sal 25, 2-3.9-12; Mt 8, 23-27
Miércoles 1: San Aarón
Gn 21, 5.8-20; Sal 33, 7-13; Mt 8, 28-34
Jueves 2: San Bernardino Realino
Gn 22, 1-19; Sal 114, 1-6; Mt 9, 1-8
Viernes 3: Santo Tomás
Gn 23, 1-4.19; 1-8.62-67; Sal 105, 1-5; Mt 9, 9-13
Sábado 4: Santa Isabel de Portugal
Gn 27, 1-5.15-29; Sal 134, 1-6; Mt 9, 14-17
Domingo 5: San Antonio Mª Zaccaria
Ex 2, 2-5; Sal 122, 1-4; 2Co 12, 7b-10; Mc 6, 1-6
Jueves Eucarístico y Sacerdotal
(hora de meditación con exposición del Santísimo)
Todos los jueves de 20.30 a 21.30h.
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