Pedro Nolasco fundó la Orden de la Virgen María de la Merced tras una aparición de María en 1218 para expandir su obra de rescate de cristianos cautivos. Con la bendición del obispo de Barcelona y el apoyo del rey Jaime I de Aragón, estableció formalmente la orden en 1218 para dedicarse a la redención de cautivos, inspirándose en el amor de Cristo y guiado por María.