A pesar de saber que enfrentaría persecución y muerte en Jerusalén, Jesús siguió adelante sin vacilar con determinación a cumplir la voluntad de Dios. Algunos discípulos querían vengarse de los samaritanos que rechazaron a Jesús, pero él los reprendió y les recordó que su misión era salvar vidas, no destruirlas. Jesús también exhortó a otros seguidores potenciales a enfocarse completamente en el reino de Dios por encima de otras distracciones.