Este documento compara a los picaros del siglo XXI como Francisco Camps, Iñaki Urdangarin, María José Campanario y Julián Muñoz con el Lazarillo de Tormes. Mientras que Lázaro se conformaba con una vida mísera, estos supuestos picaros modernos se aprovecharon de fondos públicos para llevar un estilo de vida lujoso y costoso, lo que llevó a algunos a ser acusados de corrupción y a otros a ser condenados por delitos como falsedad documental y estafa.