La abuela lleva a Mariela a la escuela a rastras porque no quiere ir. Mariela se queja de que no le gusta colorear dentro de las líneas y una niña se ríe de su pelo hirsuto. La abuela le cuenta una historia sobre cómo ella no pudo ir a la escuela de niña. Cuando llegan a la escuela, la maestra Julia la recibe y Mariela se pone a pintar un pato procurando no salirse de las líneas.