Este poema explora temas de dolor, soledad y aislamiento. Describe la miseria humana, niños que mueren y plazas abandonadas. Habla de delirios, sombras que se deslizan y la noche que trae silbidos a través de un túnel. Finalmente, el poema expresa la decisión de estar solo, dejar atrás las voces en la cabeza y cerrar todas las puertas, dejando que los números del calendario se derrumben sobre la constitución.
Dormías profundamente, te dijo el sueño: “¡es invierno!,
hoy comienza esa estación que termina en tu cuaderno”
Era tan blanco aquel día y con la nieve cayendo
que pensé: “todo es hermoso, aunque el calor va muriendo”
Pequeño recopilatorio de poemas invernales
EL ALMA DEL ARPA
I
Llora el arpa dorada y ardiente
las melodías de hondas tristezas.
Los lamentos de la pobre alma
detrás de un espejo quemado.
La carga en sus notas grises
de todo el dolor del misterio,
una falsa tentativa de alejarse
de las sombras y de los llantos,
de las alas grises de la muerte
que la acarician ya sin límites.
II
Desbarata los paisajes insípidos
que sus tensas cuerdas ahora
dibujan en sus oníricas nubes
llorando arpa dorada, truena fuerte
que él está dormido y no escucha,
no siente, no se inmuta, no nada.
en la constelación, vibraciones
angustiosas y frías de la muerte.
toca hoy toda tu fúnebre música
entre fuegos y ritos milenarios.
III
¿Que te quema y qué te arrastra?
Es un solo de notas quebrantadas
comparte con él ausencia y la nada
llorando arpa de ensueño y de hadas
todo el canto hecho hiel fermentada.
Gime arpa lenta, suena pesada
los mares muertos de su olvido.
Haz que de tus cuerdas escapen
el crepitar de tus hilos muertos
y de todas tus notas adoloridas.
IV
Sujétate esta noche fría en hebras
sobre su cadera, sin inocencia.
Apóyate al hombro muy suavemente,
con pulsaciones que te exijan
poner en él tu sueño, tu ansía consagrada.
Que cada cuerda sea apagada
antes de excitarte en la siguiente.
crea entre sus manos el poema
y suene él entre agudos y graves.
regálale las notas del amor que nace.
V
Que sus uñas ágiles saquen de ti
la belleza de tu voz y de tu timbre.
En ríos de melodía líquida y alba
muere coagulada, ahí desgárrate.
Rompe el silencio del que ya yace
entre las sabanas como dormido.
llora en la melodía del arpa de oro
todas las piezas de sus espejos
que idos formaron los caídos sueños
en los campos de los vencidos.
VI
Desnuda las notas hoy patéticas,
ofrécele los acordes a tu amado
el mejor de todos los conciertos
haz que tu vibrar mueva las hojas
entre los escombros de su cuerpo.
Adormécele las aguas, la tierra,
el polvo, las rocas… y el viento.
Llorando en el firmamento esta noche
la armonía de todos tus versos
en ausencia de su cuerpo ardiente.
VII
Seca las fuentes de miel naciente
los vientos de los mares, las olas
con poderosa furia de espuma roja
que todas las ciudades de la muerte
y sus fantasmas ¡despierten ahora!
como en un principio las nubes alzadas
reinen solas y grises en las tinieblas.
Sumérgete en onírico mundo pasmado
inhóspito , frío, sin los colores de la vida
sin amor esperando el camino de nada.
VIII
Llora arpa mutilada por arte de Apolo,
que el firmamento sea un lienzo oscuro
en donde se esconda la risa que fornica
en las estrellas y las orgías de la luna.
Vibra sonora para que tu amado sienta
como tú lo incitas al amor, quebrándole
de placer hasta el último de sus huesos
Apodérate de su desnudo y dulce cetro
el concierto de las verdades ignoradas
flagrante canto de amor que ensordece.
IX
El sonido de un corazón grita herido
la etérea melodía de un arpa de amor
que se encuentra entre las roja llama
en la tristeza de un fugaz romance
que corto asesino sus alas doradas.
Vibra fuerte en la eternidad del tiempo
desgasta las aguas que lloran los montes
en torrentes de sangre hasta sus faldas
Que el amante dormido sienta su fuerza
y sepa que vives preñada de tristezas.
X
Arpa de oro, fúndete entre las flamas
navega entre las nubes del infierno
suena fuerte, envuélvelo en humo hasta
que tus cuerdas de celos, revienten.
Haz sonar tus gemidos, en ágil concierto
del celo de una hambrienta loba herida
y en el vaso ceremonial del desesperado
él absorba la última gota de tus fluidos
relamiendo el amor entre tus cuerdas
que alzan sus notas floridas al viento.
XI
Suena arpa de los ensueños celestes
rompe los silencios detrás del espejo
quémalo, y él se despierte sabiéndolo
como rey y dueño de todos tus sueños.
¿Que te condena a vivir entre
Dormías profundamente, te dijo el sueño: “¡es invierno!,
hoy comienza esa estación que termina en tu cuaderno”
Era tan blanco aquel día y con la nieve cayendo
que pensé: “todo es hermoso, aunque el calor va muriendo”
Pequeño recopilatorio de poemas invernales
EL ALMA DEL ARPA
I
Llora el arpa dorada y ardiente
las melodías de hondas tristezas.
Los lamentos de la pobre alma
detrás de un espejo quemado.
La carga en sus notas grises
de todo el dolor del misterio,
una falsa tentativa de alejarse
de las sombras y de los llantos,
de las alas grises de la muerte
que la acarician ya sin límites.
II
Desbarata los paisajes insípidos
que sus tensas cuerdas ahora
dibujan en sus oníricas nubes
llorando arpa dorada, truena fuerte
que él está dormido y no escucha,
no siente, no se inmuta, no nada.
en la constelación, vibraciones
angustiosas y frías de la muerte.
toca hoy toda tu fúnebre música
entre fuegos y ritos milenarios.
III
¿Que te quema y qué te arrastra?
Es un solo de notas quebrantadas
comparte con él ausencia y la nada
llorando arpa de ensueño y de hadas
todo el canto hecho hiel fermentada.
Gime arpa lenta, suena pesada
los mares muertos de su olvido.
Haz que de tus cuerdas escapen
el crepitar de tus hilos muertos
y de todas tus notas adoloridas.
IV
Sujétate esta noche fría en hebras
sobre su cadera, sin inocencia.
Apóyate al hombro muy suavemente,
con pulsaciones que te exijan
poner en él tu sueño, tu ansía consagrada.
Que cada cuerda sea apagada
antes de excitarte en la siguiente.
crea entre sus manos el poema
y suene él entre agudos y graves.
regálale las notas del amor que nace.
V
Que sus uñas ágiles saquen de ti
la belleza de tu voz y de tu timbre.
En ríos de melodía líquida y alba
muere coagulada, ahí desgárrate.
Rompe el silencio del que ya yace
entre las sabanas como dormido.
llora en la melodía del arpa de oro
todas las piezas de sus espejos
que idos formaron los caídos sueños
en los campos de los vencidos.
VI
Desnuda las notas hoy patéticas,
ofrécele los acordes a tu amado
el mejor de todos los conciertos
haz que tu vibrar mueva las hojas
entre los escombros de su cuerpo.
Adormécele las aguas, la tierra,
el polvo, las rocas… y el viento.
Llorando en el firmamento esta noche
la armonía de todos tus versos
en ausencia de su cuerpo ardiente.
VII
Seca las fuentes de miel naciente
los vientos de los mares, las olas
con poderosa furia de espuma roja
que todas las ciudades de la muerte
y sus fantasmas ¡despierten ahora!
como en un principio las nubes alzadas
reinen solas y grises en las tinieblas.
Sumérgete en onírico mundo pasmado
inhóspito , frío, sin los colores de la vida
sin amor esperando el camino de nada.
VIII
Llora arpa mutilada por arte de Apolo,
que el firmamento sea un lienzo oscuro
en donde se esconda la risa que fornica
en las estrellas y las orgías de la luna.
Vibra sonora para que tu amado sienta
como tú lo incitas al amor, quebrándole
de placer hasta el último de sus huesos
Apodérate de su desnudo y dulce cetro
el concierto de las verdades ignoradas
flagrante canto de amor que ensordece.
IX
El sonido de un corazón grita herido
la etérea melodía de un arpa de amor
que se encuentra entre las roja llama
en la tristeza de un fugaz romance
que corto asesino sus alas doradas.
Vibra fuerte en la eternidad del tiempo
desgasta las aguas que lloran los montes
en torrentes de sangre hasta sus faldas
Que el amante dormido sienta su fuerza
y sepa que vives preñada de tristezas.
X
Arpa de oro, fúndete entre las flamas
navega entre las nubes del infierno
suena fuerte, envuélvelo en humo hasta
que tus cuerdas de celos, revienten.
Haz sonar tus gemidos, en ágil concierto
del celo de una hambrienta loba herida
y en el vaso ceremonial del desesperado
él absorba la última gota de tus fluidos
relamiendo el amor entre tus cuerdas
que alzan sus notas floridas al viento.
XI
Suena arpa de los ensueños celestes
rompe los silencios detrás del espejo
quémalo, y él se despierte sabiéndolo
como rey y dueño de todos tus sueños.
¿Que te condena a vivir entre
Poemas de Renata Bomfim (Tradução: Pedro Sevylla da Juana)
poemAS
1. Lamentos de un hombre acostumbrado al invierno
''El hombre es un pequeño pozo de agua
pero no es necesario decirlo''
José María Cuellar
I
Poco sabrán del dolor
aquellos hombres y sus máscaras blancas
si aún llorando holocaustos
desde las regiones oscuras
logran perturbar el sueño de un labio.
II
Sólo el silencio
será manantial
donde la fe
se arrancará la sombra
y despegará
el último ópalo encendido de su rostro.
III
Lamer la miseria en la hora del trueno…
La deidad, como una estrella que siempre cambia de dirección
y las múltiples lágrimas bajando
desde los pómulos más escasos de la noche.
2. Peces que suben a la copa de la ninfa
para sentir el aroma terrenal
y se asfixian –prontamente –
en los placeres/ donde otros viven.
IV
Resuena aquella voz: la estela subterránea.
Inerte la semilla. Cadáveres hermosos
de niños que abrasan cuervos en sus ojos,
plazas abandonadas por la misericordia,
manecillas apiladas sobre odios insospechados,
sucesión de piernas ante los recintos de su ceniza
donde se extingue la antigua ternura que trajo la amnesia.
3. Delirios
Se aglutinan violentamente los cristales
sobre las lenguas derrotadas de mis yoes
la sombra se desliza por todos los espacios
y evade el callado juicio de la luz
Voy sin arcilla
sin salamandras
sin refugios contra la fiebre
sin esperar que el laberinto se resuelva con el tiempo.
Es de noche
y se enciende la flauta
como un tropel de silbidos a través del túnel
cuando la niebla esconde sus largos dedos en los dulcísimos
cráneos de la fortuna.
Yacen los espectros
tibios en los pubis de las que se marcharon
en los sitios polvorosos
en las páginas ajadas
en el viento
y los lenguajes que fingimos haber olvidado.
5. Silencio
Comparto el enorme vacío de mis cicatrices,
la voz de los dioses ante la desgracia
de no poder encontrar su propia salvación,
la sal que cae decadente por antiguos amores,
fragmentos del tiempo en que el exilio
es nada más un rumor oscuro y pacífico
donde circulan los peces en su infinidad.
Las criaturas beben del aroma lujurioso
mientras los días con su filo terrible
aprenden a degollar la certeza de mis ojos.
Ambos pendemos de esta cuerda
de la que se alimentan los insectos,
nos hidratamos en vertientes silenciosas,
en los prados donde la muerte nos arde
con un dolor tan propio,
que las mismas flores
buscan ser quienes nos arranquen el alma.
6. Decisión
Ya no deseo que amanezcas a un costado de mis sombras,
ni que acompañes el arsenal de voces que llevo en la cabeza.
No me seducen más tus silencios,
ni espero que alguien corrija guiones fallidos
o que escapes de todo y te refugies en mi oscuridad
para luego apiadarte de mis ojos,
que se apagan lentamente.
Déjame así
recostado sobre el asfalto
viendo marchitar flores de carne,
abandóname en el frío y la anestesia de otras piernas,
fúndete en los deseos de lagartos que doblan sus rodillas
y fingen que no escuchan los tambores violentos de la noche.
Todas las puertas ahora están cerradas,
no hay precepto hormonal o nostalgia
que valga el giro de mi cuello...
los números del calendario se
d
e
r
7. r
u
m
b
a
n
sobre la constitución de mi mandíbula
que no es capaz de producir movimiento
para articular tu nombre.
Son nuestras venas algas marinas que se mecen
con oscilaciones de cuerpos ajenos.
Enfilo este puente con mi soledad por sombra,
y traigo de la mano
al voyerista que nació en aquél tálamo donde nos diluíamos
junto al crujido de los relojes atascados.