Dos primos, Pedro y Ana, realizan una peregrinación a Roma para casarse con la bendición del Papa. Al llegar a palacio, el Papa les hace varias preguntas sobre sus nombres, edades, lugar de origen y si han pecado. Ana se sonroja al confesar que Pedro le dio un beso. El Papa los declara casados desde su cuarto, deseando ser también un peregrino para vivir algo similar.