La salinidad afecta a las plantas de diversas formas, como estrés hídrico, desequilibrios nutricionales y disminución del crecimiento. La sodicidad también perjudica la fisiología de las plantas y las propiedades del suelo. Para cultivar en suelos salinos o sódicos, se requiere un manejo adecuado que incluya riego para lavar sales, labores para mejorar el drenaje, siembra para buena germinación y adecuada fertilización.