1. Anthony Downs:
una teoría económica de la democracia
(parte final presentación)
2. El papel de las ideologías
3. La ignorancia racional
2. 2. El papel de las ideologías
• El predominio de las ideologías en la política
democrática parece desmentir la hipótesis de la
teoría:
• “los partidos políticos formulan sus políticas para
ganar elecciones, más que ganar las elecciones para
formular políticas”
• “Los miembros de un partido escogen una ideología
que gane votos, no una en la que crean, ya que su
objetivo es llegar al gobierno, no la creación de un
gobierno mejor”
3. • La presencia de las ideologías en política
puede “deducirse de la premisa de que los
partidos buscan el poder solamente por la
renta, la influencia y el prestigio que lo
acompañan” (p. 101)
• Los costes de información muy altos en una
sociedad compleja.
• En estas condiciones, muchos votantes
encuentran útiles las ideologías de partido,
porque evitan la necesidad de informarse
detalladamente.
4. • El votante así puede reducir drásticamente su gasto
en información política, informándose únicamente
acerca de las ideologías de los partidos o candidatos
en competencia, en lugar de un amplio conjunto de
cuestiones.
• “De esta manera -concluye- la falta de información
crea una demanda de ideologías en el electorado.
Puesto que los partidos políticos están dispuestos a
utilizar cualquier método viable para ganar votos,
responderán creando una oferta. Cada partido
inventa una ideología para atraer votos de aquellos
ciudadanos que desean reducir sus costes votando
ideológicamente” (p. 101)
5. • Aclara Downs, que este “razonamiento no significa
que los partidos pueden variar sus ideologías como si
fuesen disfraces, poniéndose cualquier vestido
adecuado a la situación”
• “Una vez que un partido ha colocado su ideología en
el “mercado” no puede abandonarla repentinamente
o alterarla radicalmente sin provocar desconfianza
en los votantes”
• “los partidos no pueden adoptar ideologías idénticas,
porque deben crear diferencias suficientes para que
su producto (la ideología) se distinga del de sus
rivales”
6. 3. La ignorancia racional
• En lo que se refiere al ciudadano medio,
existen dos decisiones que exigen
información:
• 3.1. La primera es decidir por qué candidato o
partido va a votar (“La decisión de voto”).
• 3.2. La segunda es decidir en qué asuntos
ejercer la influencia directa sobre las políticas
del gobierno (“Cómo formar grupos de
presión”)
7. 3.1. La decisión de voto
• Informarse para optimizar su voto, ¿es racional?
• Existe siempre un flujo de información “gratuita”.
• Insignificancia de cualquier votante particular en un
amplio electorado.
• En la mayoría de los casos, la probabilidad de que un
voto particular sea decisivo es tan ínfima que hace
infinitesimal el ingreso como consecuencia de votar
“correctamente”.
• El incentivo para informarse bien es muy bajo.
8. • Por lo tanto, alcanzamos la sorprendente conclusión
de que es irracional que la mayoría de los ciudadanos
adquieran información política con propósitos de
voto.
• La ignorancia en política no es consecuencia de una
actitud apática y poco patriótica; es, más bien, una
respuesta completamente racional a los hechos de la
vida política en una democracia amplia.
• El comportamiento racional para la mayoría de los
ciudadanos es permanecer políticamente poco
informados.
9. • En lo que se refiere a la votación, cualquier intento
de adquirir información, más allá de la que
proporciona el flujo de datos “gratuitos”, es para
este votante un simple despilfarro de recursos.
• ¿Cómo podemos explicar la disparidad que existe
entre esta conclusión y el concepto tradicional del
buen ciudadano?
• La respuesta es que los beneficios que la mayoría de
los ciudadanos obtendría si viviese en una sociedad
con un electorado bien informado son, por
naturaleza, indivisibles.
10. • Los defensores de la democracia tradicionalmente
han sostenido que los ciudadanos deberían estar
bien informados dado que:
• Si los ciudadanos saben qué políticas son las mejores
para sus intereses, el gobierno se vería forzado a
seguir aquellas políticas para evitar su fracaso.
• Pero los beneficios de estas políticas recaen sobre
cada uno de los ciudadanos, independientemente de
si han contribuido o no a ponerlas en práctica.
• El individuo recibe estos beneficios, tanto si está bien
informado como si no.
11. • Por otro lado, cuando nadie está bien informado, el
individuo no puede generar estos beneficios
informándose bien él mismo, puesto que para
lograrlo se requiere un esfuerzo colectivo.
• Así, pues, cuando los beneficios son indivisibles, cada
individuo tiene siempre motivos para evadir su
participación en el coste de obtenerlos.
• Si supone que el comportamiento de los demás está
dado, el que reciba o no beneficios no dependerá de
su propio esfuerzo, pero el coste con que contribuye
sí que depende de su esfuerzo.
12. • Por consiguiente, el comportamiento más racional
para él es minimizar este coste, es decir, permanecer
políticamente desinformado.
• Puesto que todos los individuos razonan del mismo
modo, ninguno contribuye al coste, y no se generan
beneficios.
• En consecuencia, es racional, desde el punto de vista
de cada individuo, el minimizar su inversión en
información política, a pesar de que la mayoría de los
ciudadanos podría beneficiarse sustancialmente si
todo el electorado estuviese bien informado.
13. • Una consecuencia de esto: los sistemas democráticos
se ven obligados a operar con una eficiencia menor
que la máxima.
• El gobierno no sirve a los intereses de la mayoría tan
bien como lo haría si ésta estuviera bien informada.
• Pero nunca se informará bien, puesto que el hacerlo
es colectivamente racional, pero individualmente
irracional; y en ausencia de cualquier mecanismo que
asegure una acción colectiva (por ejemplo, un agente
central coercitivo), prevalece la racionalidad
individual.
14. Resumen de 3.1.
• Para muchos votantes, el comportamiento
racional es mantenerse políticamente poco
informados. En lo que se refiere a la votación,
cualquier intento de adquirir información, más
allá del flujo de datos “gratuitos”, es para el
votante un simple despilfarro de recursos. Lo
anterior se aleja completamente del concepto
tradicional del buen ciudadano. ¿Cómo se
explica esto?
15. • La respuesta de Downs es que los beneficios que la
mayoría de los ciudadanos obtendría si viviese con
un electorado bien informado son indivisibles, pero
los costes son individuales.
• Así, pues, cuando los beneficios son indivisibles, cada
individuo tiene un fuerte incentivo para evadir su
participación en el coste de obtenerlos (la conducta
del free rider). El gobierno no sirve tan bien a los
intereses de la mayoría como sí lo haría si ésta
estuviera bien informada. Pero la mayoría nunca
estará bien informada, puesto que el hacerlo es
colectivamente racional, pero individualmente
irracional.
16. 3.2. La formación de grupos de
presión
• Explicación del surgimiento de los grupos de
presión: surgen como consecuencia de la
ignorancia racional del votante individual
• Su papel: entregan una forma más eficiente
de influencia para los ciudadanos y una fuente
de información más eficiente para los
gobiernos.
17. • El fenómeno permite entender por qué un gobierno
tiende a favorecer los intereses de los ciudadanos
organizados en grupos de presión, esto es, como
productores (específicamente informados en
aquellas áreas de la política gubernamental que
afectan a las fuentes de sus ingresos).
• Sin embargo, los gobiernos tienden a explotar al
ciudadano en cuanto consumidor (pues el ciudadano
común normalmente permanece desinformado
sobre el total de aquellas áreas de la política
gubernamental que afectan su consumo).
18. • Para el ciudadano común, sería irracional actuar de
otro modo, pues el coste de la información no sería
compensado por el eventual beneficio que reportaría
el ahorro en algún producto que consume. Como
agente racional, lo sabe y se deja “explotar” como
consumidor, focalizando su acción como parte de un
grupo de presión en las áreas de la política
gubernamental que afectan sus fuentes de ingresos.
• Asimismo, es también racional la conducta de los
gobiernos al ceder frente a las demandas de los
grupos de presión (los ciudadanos como
“productores”) y perjudicar a los ciudadanos como
consumidores.