Andrea era una niña pobre que solo tenía juguetes hechos a mano por sus padres. Una noche le pidió a una estrella el deseo de tener mejores juguetes que sus amigos. A la mañana siguiente se encontró con una montaña de regalos, pero pronto se dio cuenta de que los juguetes nuevos no eran tan divertidos sin amigos. Al cabo de un año, echaba de menos a sus amigos y les pidió a las estrellas que la perdonaran y la dejaran recuperarlos.
2. Andrea jugaba en su
casa, todos los días, con los
niños y niñas de su
vecindario, porque era una
niña pobre que no tenía todo
lo que tenían sus amigos:
buenos juguetes.
Sus padres solo le
podían regalar juguetes
hechos por su madre como:
muñecas de trapo y juguetes
de madera que le hacia su
papá.
3. Andrea se encontraba
enfadada por los pocos
regalos que recibía de sus
padres. Todos los días, en
las noches, observaba las
estrellas hasta que una noche
duró tanto pero tanto tiempo
mirando las estrellas que se
le ocurrió pedir un deseo:
tener más y mejores juguetes
que los de sus amigos.
Andrea se fue a dormir a la
media noche y comenzó a
soñar con la estrella a la que
le había pedido su deseo.
4. Está bien. Como muchos
otros niños me han pedido
tener más amigos, te daré un
regalo más por cada amigo
que no quieras.
- ¡Hecho! - dijo la niña sin
dudar. -Además, le respondió:
“puedes quedártelos todos”.
Al amanecer, Andrea
se despertó y al abrir sus ojos
se deslumbró al ver que su
deseo se había hecho
realidad, y se encontró con
una enorme montaña de
regalos.
5. Tantos, que dos días después
aún seguía abriéndolos. La niña
estaba feliz, gritaba a los vientos lo
mucho que le agradecía a la estrella
por cumplir su deseo. Luego
comenzó a jugar con sus regalos.
Eran tan alucinantes que no pudo
esperar a salir a la calle para
mostrárselos a los demás niños.
Pero, una vez en la calle,
ninguno de los niños mostró interés
por aquellos juguetes. Y tampoco
por la propia Andrea. Ni siquiera
cuando ésta les ofreció probar los
mejores y más modernos aparatos.
6. - Vaya- pensó la niña - supongo
que me he quedado sin amigos.
Bueno, qué más da, sigo teniendo mis
juguetes.
Y Andrea volvió a su casa. Durante
algunas semanas disfrutó de un
juguete nuevo cada día, y la emoción
que sentía al estrenar un juguete todas
las mañanas le hizo olvidar su falta de
amigos.
Pero no había pasado ni un mes
cuando sus juguetes comenzaron a
resultarle aburridos. Siempre hacían lo
mismo, y la única forma de cambiar los
juegos era inventándose nuevos
mundos y aventuras, como hacía
habitualmente con sus amigos. Sin
embargo, hacerlo ella sola no tenía
mucha gracia.
7. Entonces empezó a echar de
menos a sus amigos. Se daba
cuenta de que cuando estaba con
sus amigos, siempre se les
ocurrían nuevas ideas y formas de
adaptar sus juegos ¡Por eso
podían jugar con un mismo
juguete durante semanas! Y Tanto
lo pensó, que finalmente llegó a
estar convencida de que sus
amigos eran mucho mejores que
cualquier juguete. ¡Pero si llevaba
años jugando con sus amigos y
nunca se había aburrido de ellos!
Y tras un año de mortal
aburrimiento, al llegar la noche,
volvió a mirar las estrellas y le
pidió otro deseo:
8. El perdón por haber sido tan torpe
de cambiar sus mejores amigos por
unos aburridos juguetes, y suplicaba
recuperar a todos sus antiguos
amigos.
Y desde entonces, no deseó tener
otra cosa que sus amigos y poder
compartir con ellos, momentos de
juegos y alegrías, aunque fuera junto a
los viejos juguetes de siempre.
“Aprender a reconocer el valor de las
personas por encima de los juguetes;
Valorar los juguetes que sus padres
les hacen con cariño”.
Autor: Nileidy Parra