1. El árbol mágico
Cuento
Hace mucho mucho tiempo, un niño paseaba por un prado en cuyo centro encontró un
árbol con un cartel que decía: soy un árbol encantado, si dices las palabras mágicas, lo
verás.
El niño trató de acertar el hechizo, y probó
con abracadabra, supercalifragilisticoespialidoso, tan-ta-ta-chán, y muchas otras, pero
nada. Rendido, se tiró suplicante, diciendo: "¡¡por favor, arbolito!!", y entonces, se abrió
una gran puerta en el árbol. Todo estaba oscuro, menos un cartel que decía: "sigue
haciendo magia". Entonces el niño dijo "¡¡Gracias, arbolito!!", y se encendió dentro del
árbol una luz que alumbraba un camino hacia una gran montaña de juguetes y chocolate.
El niño pudo llevar a todos sus amigos a aquel árbol y tener la mejor fiesta del mundo,
y por eso se dice siempre que "por favor" y "gracias", son las palabras mágicas.
2. La princesa de fuego
Cuento
Hubo una vez una princesa increíblemente rica, bella y sabia. Cansada de pretendientes
falsos que se acercaban a ella para conseguir sus riquezas, hizo publicar que se casaría
con quien le llevase el regalo más valioso, tierno y sincero a la vez. El palacio se llenó
de flores y regalos de todos los tipos y colores, de cartas de amor incomparables y de
poetas enamorados. Y entre todos aquellos regalos magníficos, descubrió una piedra;
una simple y sucia piedra. Intrigada, hizo llamar a quien se la había regalado. A pesar
de su curiosidad, mostró estar muy ofendida cuando apareció el joven, y este se explicó
diciendo:
- Esa piedra representa lo más valioso que os puedo regalar, princesa: es mi corazón. Y
también es sincera, porque aún no es vuestro y es duro como una piedra. Sólo cuando
se llene de amor se ablandará y será más tierno que ningún otro.
El joven se marchó tranquilamente, dejando a la princesa sorprendida y atrapada. Quedó
tan enamorada que llevaba consigo la piedra a todas partes, y durante meses llenó al
joven de regalos y atenciones, pero su corazón seguía siendo duro como la piedra en
sus manos. Desanimada, terminó por arrojar la piedra al fuego; al momento vio cómo
se deshacía la arena, y de aquella piedra tosca surgía una bella figura de oro. Entonces
comprendió que ella misma tendría que ser como el fuego, y transformar cuanto tocaba
separando lo inútil de lo importante.
Durante los meses siguientes, la princesa se propuso cambiar en el reino, y como con la
piedra, dedicó su vida, su sabiduría y sus riquezas a separar lo inútil de lo importante.
Acabó con el lujo, las joyas y los excesos, y las gentes del país tuvieron comida y libros.
Cuantos trataban con la princesa salían encantados por su carácter y cercanía, y su sola
prensencia transmitía tal calor humano y pasión por cuanto hacía, que comenzaron a
llamarla cariñosamente "La princesa de fuego".
Y como con la piedra, su fuego deshizo la dura corteza del corazón del joven, que tal y
como había prometido, resultó ser tan tierno y justo que hizo feliz a la princesa hasta el
fin de sus días
3. El cohete de papel
Cuento
Había una vez un niño cuya mayor ilusión era tener un cohete y dispararlo
hacia la luna, pero tenía tan poco dinero que no podía comprar ninguno. Un
día, junto a la acera descubrió la caja de uno de sus cohetes favoritos, pero
al abrirla descubrió que sólo contenía un pequeño cohete de papel
averiado, resultado de un error en la fábrica.
El niño se apenó mucho, pero pensando que por fin tenía un cohete, comenzó
a preparar un escenario para lanzarlo. Durante muchos días recogió papeles
de todas las formas y colores, y se dedicó con toda su alma a dibujar,
recortar, pegar y colorear todas las estrellas y planetas para crear un espacio
de papel. Fue un trabajo dificilísimo, pero el resultado final fue tan magnífico
que la pared de su habitación parecía una ventana abierta al espacio sideral.
Desde entonces el niño disfrutaba cada día jugando con su cohete de papel,
hasta que un compañero visitó su habitación y al ver aquel espectacular
escenario, le propuso cambiárselo por un cohete auténtico que tenía en casa.
Aquello casi le volvió loco de alegría, y aceptó el cambio encantado.
Desde entonces, cada día, al jugar con su cohete nuevo, el niño echaba de
menos su cohete de papel, con su escenario y sus planetas, porque
realmente disfrutaba mucho más jugando con su viejo cohete. Entonces se
dio cuenta de que se sentía mucho mejor cuando jugaba con aquellos
juguetes que él mismo había construido con esfuerzo e ilusión.
Y así, aquel niño empezó a construir él mismo todos sus juguetes, y cuando
creció, se convirtió en el mejor juguetero del mundo.
4. Los juguetes ordenados
Cuento
Érase una vez un niño que cambió de casa y al llegar a su nueva habitación
vió que estaba llena de juguetes, cuentos, libros, lápices... todos
perfectamente ordenados. Ese día jugó todo lo que quiso, pero se acostó sin
haberlos recogido.
Misteriosamente, a la mañana siguiente todos los juguetes aparecieron
ordenados y en sus sitios correspondientes. Estaba seguro de que nadie
había entrado en su habitación, aunque el niño no le dio importancia. Y
ocurrió lo mismo ese día y al otro, pero al cuarto día, cuando se disponía a
coger el primer juguete, éste saltó de su alcance y dijo "¡No quiero jugar
contigo!". El niño creía estar alucinado, pero pasó lo mismo con cada juguete
que intentó tocar, hasta que finalmente uno de los juguetes, un viejo osito
de peluche, dijo: "¿Por qué te sorprende que no queramos jugar contigo?
Siempre nos dejas muy lejos de nuestro sitio especial, que es donde estamos
más cómodos y más a gustito ¿sabes lo difícil que es para los libros subir a
las estanterías, o para los lápices saltar al bote? ¡Y no tienes ni idea de lo
incómodo y frío que es el suelo! No jugaremos contigo hasta que prometas
dejarnos en nuestras casitas antes de dormir".
El niño recordó lo a gustito que se estaba en su camita, y lo incómodo que
había estado una vez que se quedó dormido en una silla. Entonces se dio
cuenta de lo mal que había tratado a sus amigos los juguetes, así que les
pidió perdón y desde aquel día siempre acostó a sus juguetes en sus sitios
favoritos antes de dormir.