El 19 de noviembre de 2002, el petrolero Prestige se hundió frente a las costas de Galicia vertiendo 77,000 toneladas de fueloil, un combustible pesado y contaminante. La catástrofe causó grandes daños económicos y ecológicos en Galicia, con playas y acantilados contaminados. Más de 11,000 voluntarios participaron en la limpieza de playas, sufriendo problemas de salud como cortes, problemas respiratorios y dermatitis.