Prometeo engañó a Zeus para que los hombres recibieran la mejor parte de un sacrificio, dándoles la carne en lugar de los huesos. Como castigo, Zeus le quitó el fuego a los hombres. Prometeo se lo devolvió y fue encadenado a una roca donde un águila le comía el hígado cada día. Más tarde fue liberado por Hércules, pero tuvo que llevar cadenas y una roca como recuerdo de su castigo.