Ser un discípulo de Jesús requiere un gran sacrificio como amar a Dios sobre la propia familia, seguir a Jesús hasta el final con compromiso y perseverancia, renunciar a todo lo que se posee y llevar la cruz diariamente negándose a sí mismo. Algunos discípulos se alejaron de Jesús, otros dudaron y algunos sintieron celos por posiciones de poder.