1. ¿Quién es el Diablo?
Por Santiago Restrepo Barrera
Texto construido desde el pensamiento de Clive S. Lewis autor de Cartas del Diablo a su Sobrino, 1942.
En la actualidad es posible pensar que el Diablo es aquel ser malicioso que busca ponernos trabas y molestias, que
nos habla al oído para inducirnos a realizar malas acciones o tener malos pensamientos, que transforma el entorno
para convertirlo en un lugar inhóspito lleno de amargura, desolación y tristeza. Pero esta, quizás es la manera menos
certera de acercarse a entender lo que el verdadero Diablo es; un ser lleno de placeres y encantos, con una extensa
comprensión del lenguaje y fascinantes motivos para consumir “nuestra alma” sin darnos cuenta de ello, o como
dice Clive S. Lewis, “el camino más seguro hacia el Infierno es el gradual: la suave ladera, blanda bajo el pie, sin giros
bruscos, sin mojones, sin señalizaciones.” Es de hecho una invitación a alejarnos del hacer y del pensar, pues el
camino al verdadero infierno se encuentra lejos de la comprensión del ser y de las posibilidades del actuar.
Por una inesperada casualidad de la vida el profesor Clive S. Lewis se encuentra con una serie de cartas
que el Diablo envía a su sobrino con el ánimo de llevar a su paciente en la tierra a ser consumido de la manera más
deleitable posible. En ellas se esconden secretos que son dolorosamente cercanos al entendimiento de la realidad,
pero de una realidad en la que habitar sería la verdadera certeza del placer. Sin embargo, en las cartas se hace
evidente una pregunta y que busca contestar continuamente en cada una de ellas, pero de una manera sutil y tal
vez imperceptible a lectores “ligeros”; ¿cuál es el verdadero Diablo?, ¿cuál es el verdadero Enemigo? En las cartas
interceptadas por el Profesor, se evidencian tres pasajes para responder a esta pregunta: la construcción del ser y
el entendimiento de la realidad; los deleites y molestias que posibilitan o no la existencia del Diablo; y el recorrido
vicioso del ser humano ante sus ojos y los de los demás.
Como una inesperada ironía del Diablo de mantenernos alejados del entendimiento de sí mismo, en las
cartas revela una de sus mayores angustias por procurar tener oculta ante cualquier ser humano, el mismo hecho
de entender. Pues es la razón el medio que conduce a la verdadera construcción del ser y la manera más certera
para alejarnos de Él. Uno de los mecanismos quizás más eficaces de mantenernos separados de la razón es a través
del constante involucramiento en experiencias sensoriales inmediatas, pues estas ocupan el tiempo que debe ser
destinado a la razón y por lo tanto al cuestionamiento de los asuntos que son verdaderamente importantes, los
cuales se describirán más adelante. Una persona sumergida en su habituar sin razón, es una persona destinada a
vivir sin propósitos ni realidad, que es igual a una persona que no se pregunta por sus propósitos o realidad y hasta
quizás sumergido en el creer que su vida sensorial son sus propósitos y su verdadera realidad. Pensemos por
ejemplo en un ser habituado a vivir frente a un computador leyendo las noticias que ocurren día a día en el mundo
y cuando no está en esta labor, se encuentra bajo los efectos del placer que produce el consumo de una deliciosa
comida, un buen licor y una entretenida película; este probablemente piense que su vida entre su consumo de
“realidad” percibida desde una pantalla y su deleite de placeres, sea la realidad, aquella que debe ser habitada y
preservada. Sin embargo es una “realidad” que no ha sido construida desde la razón, sino desde el diario vivir que
no permite cuestionarla ni ponerla en duda por lo que realmente es, por el hecho de sufrir la supuesta incomodidad
del pensar y por lo tanto de transformar lo que ya se considera propio.
2. En segundo lugar, se encuentran los deleites y molestias que posibilitan o no la existencia del Diablo. Estos
deleites están directamente vinculados a las acciones y razonamientos del ser, a cada conducta, emoción,
acercamiento al placer y la ambición. Como se mencionó anteriormente la razón es el medio que lleva al
entendimiento de la realidad, pero no por esto significa que dejamos los humanos de ser precisamente eso,
“humanos”, es decir seres llenos de vivencias y decisiones, que conducen o no a la formación de virtudes, al
relacionamiento con otros y a la conformación de vicios o hábitos. Estamos finalmente sumergidos en un mar de
eventualidades a las cuales no siempre podemos responder, pero si podemos habituar. Cuando se habla de hábitos
se constituye a la capacidad de convertir las buenas conductas en acciones repetidas en el tiempo, en especial
acciones relacionadas con la razón; por el contrario cuando se refiere a los vicios se habla de acciones que en el
tiempo opacan el razonamiento y el ejercicio que conduce al verdadero placer proveniente de emociones no
esporádicas que puede traer la música, un diálogo o la autorreflexión. Clive S. Lewis, hace énfasis en una de las
cartas de la necesidad que hay de acercarse al ejercicio de la voluntad a través de las conductas y por lo tanto de
las acciones, alejándonos de la imaginación como medio que nos tiene distantes a la realidad. Debido a esto, se
hace referencia al entendimiento del tiempo como un factor de relación con el ser que conduce a la imaginación
por medio del constante pensar en el futuro, trayendo consigo el pensamiento de lo irreal, la generación de
esperanza y temor, y finalmente la acumulación de decepciones. Por el contrario, el presente se evidencia como el
punto en el que el tiempo coincide con la realidad, y de esta manera se puede percibir la realidad como un todo
llevando a la verdadera libertad.
Por último se encuentra el recorrido vicioso del ser humano ante sus ojos y los de los demás. Ya habiendo
descrito el significado del vicio, si nos pusiéramos en la posición del Diablo sentiríamos un extenso placer en saber
que su paciente hace uso de su inteligencia y de su humildad para sentir orgullo de sí mismo. Pues es el orgullo el
medio que nos acerca a disfrutar de las experiencias sensoriales inmediatas, y aquel que no permite pensar en la
superioridad ante los demás trayendo consigo decepciones futuras o malas conductas que llevan a vicios futuros.
Como menciona el Diablo en una de sus cartas, “Debes enseñarle a confundir este contraste entre el círculo que le
encanta y el círculo que le aburre, hacerlo sentir diferente de las personas con que se asocia por derecho"
3. Así mismo se logra también arraigar el sentido de la propiedad, pues el orgullo trae la necesidad de
impulsar al ser a sujetarse de las acciones, objetos y pensamientos que lo forman y por lo tanto a aferrarse a la vida
en este mundo y a considerarlo su verdadera realidad. Esto es incluso, a llevarlo a pensar en sí mismo como “su”
propiedad y por lo tanto “su” vida, “su” cuerpo, “su” familia, “su” esposa, “su” casa, “su” gato y “su” cama, sin que
se pregunte por el significado del ser libre y la presencia de “su realidad”.
Con lo anterior, se puede pensar que la relación entre la construcción del ser y el entendimiento de la
realidad, los deleites y molestias que posibilitan o no la existencia del Diablo y el recorrido vicioso del ser humano
ante sus ojos y los de los demás hace posible no solo el llamado del Diablo sino la de su Enemigo. La razón y por lo
tanto la realidad son mecanismos que llevan al propósito y por lo tanto al significado para responder a las preguntas
verdaderamente importantes tales como ¿es justo?, ¿es correcto?, ¿por qué actuar así?, ¿qué significa?, entre
muchas otras.
Para concluir, quiero finalmente responder a la pregunta que llevo a escribir este texto, ¿cuál es el
verdadero Diablo?, el verdadero Diablo es uno mismo, en la medida en que se condicionen las circunstancias para
que exista. Desde la toma de decisiones y elección de las virtudes se construye la capacidad de ser o no un medio
apto para que HABITE LA RAZÓN, para formar la realidad y acceder al verdadero placer. Ahora se puede decir que
Clive S. Lewis menciona a través del Diablo, “el valor no es simplemente una de las virtudes, sino la forma de todas
las virtudes en su punto de prueba, lo que significa en el punto de máxima realidad.” Quizás buscando que tengamos
el valor de acceder a la razón, de despojarnos de las sensaciones inmediatas y de los vicios que nublan nuestra
capacidad de formular propósitos y construir el verdadero sentido de la vida. No hay peor acción que le causé ira o
daño a un diablo que se burlen de Él, pero ¿qué sucede cuando se mofan también de su Enemigo? La respuesta de
aquellos que defienden al Enemigo sería que le es irrelevante porque acepta las libertades del ser humano, pero
para la objetividad del diablo sería un deleite y una molestia que imposibilita a su vez su existencia. Y quizás es aquí
donde también debemos preguntarnos ¿quién es el verdadero Enemigo del Diablo, si finalmente el Diablo es la
incapacidad del ser para tener alimentado su vitalidad emotiva a través de la razón? Es mantener al ser humano en
un círculo vicioso de sí mismo, aun cuando intenta verse a través de los demás.
¿Quién es el Diablo?
Por Santiago Restrepo Barrera
Texto construido desde el pensamiento de Clive S. Lewis autor de Cartas del Diablo a su Sobrino, 1942.
12/05/2015 Bogotá, Colombia.