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Ricardo II: El líder narcisista
Muchos lectores y espectadores de la obra de Shakespeare sufren una desilusión al
observar como fracasan de manera estruendosa algunos de sus personajes.
Ricardo II es la primera de las ocho obras que Shakespeare escribió sobre la historia
británica en la época de la Guerra de las Rosas.
El Ricardo II de Shakespeare es un gobernante con profundos defectos, irresponsable,
cruel, inepto para sus altas funciones que, no obstante, alcanza al final la dignidad de una
víctima trágica con su aceptación filosófica de la derrota y el sufrimiento.
Ricardo nació en Burdeos el 6 de enero de 1367; era el segundo hijo de Eduardo, el
Príncipe Negro y Juana de Kent. La Inglaterra que heredaría era la potencia más fuerte de
Europa occidental. Un país próspero, gobernado en forma eficiente.
A los 10 años de edad, sucedió en el trono a su abuelo. Su coronación fue un espectáculo
magnífico al que acudieron sus súbditos desde todos los rincones del reino. Sin embargo,
para Ricardo, su reinado terminó en derrota, humillación y el terror de una muerte
solitaria (posiblemente, de hambre) en la mazmorra de un castillo. Su tragedia fue haber
sido el único culpable de todo aquello.
Se dice que era una persona muy bella y un amante del arte y la arquitectura, mecenas de
ambos, fuerte, vigoroso y valiente. Quería que reinara la paz en Inglaterra, pero sus
políticas internas sembraron resentimiento y discordia. Los ingleses siempre se han
sentido agraviados por los monarcas o gobiernos que les imponen más contribuciones de
las que estiman justificadas. Ricardo era tanto más detestado por cuanto destinaba esos
fondos a costear sus placeres extravagantes y recompensar a sus favoritos.
Isabel I, último miembro (y el más destacado) de la dinastía Tudor, escribió1: "Aunque Dios
me haya elevado muy alto, estimo que la gloria de mi corona es haber reinado con vuestro
amor". Ricardo, absorto en el amor a sí mismo, nunca fue capaz de comprender esta
concepción de la monarquía.
Ricardo es el clásico líder narcisista que se ve a sí mismo como una estrella y cuya única
realidad era su propia imagen, que alimentaba con rituales y ceremonias públicas y con la
adulación de sus seguidores; cuando esa imagen era atacada, reaccionaba de un modo
extremadamente agresivo. Acabó por perder el contacto con toda otra realidad que no
fuera la propia.
En la mitología griega, Narciso era un joven de inigualable belleza, que rechazaba a todas
las mujeres que se enamoraban de él. Finalmente, fue sentenciado por los dioses a
enamorarse de su propia imagen reflejada en la superficie de una fuente y, al no poder
1 Higgins,Shaun & Gilberd,Pamela. (2000).Leadership secrets of Elizabeth I. Perseus Publishing.Cambridge,
Massachussets.USA
dejar de observar su reflejo, se arrojó al agua y murió convirtiéndose en la flor que lleva su
nombre: el narciso.
Alguien narcisista es una persona desmesuradamente preocupada por su ego, pero, al
mismo tiempo, es un ser frágil, que suele tener la sensación de no estar a la altura de las
expectativas.
Dice Rafael Castellanoi:
El narcisistaposeeuna personalidad frágil,quelo espera todo dela mirada de losdemás.Lo que
les importa es crear la ilusión de cómo son.No se tienen confianza y,porlo tanto,tienen que estar
permanentementea la defensiva,ya quepiensan quelos demáslosjuzgan y están dispuestosa
criticarlos. Como temen ser agredidos,seanticipan y atacan primero.
Entre los rasgos de personalidad de un narcisista, se destacan los siguientes:
 Tiene tendencia a aprovecharse de los otros para sus propios intereses o metas.
 Exagera sus logros y capacidades. Espera ser reconocido como superior, aunque no
pueda mostrar logros proporcionados a sus pretensiones
 Está preocupado por fantasías de éxito ilimitado, poder, brillantez, belleza y amor
imaginarios.
 Exige una atención o admiración excesiva.
 Es pretencioso (por ejemplo, tiene expectativas irracionales de que se cumplan
automáticamente sus deseos).
 Carece de empatía
 Presenta comportamientos o actitudes arrogantes o soberbias y reacciona a las
críticas con rabia, vergüenza o humillación.
Los sujetos con este trastorno, como tan bien describe Shakespeare a Ricardo II, asumen
con alegría el hecho que los demás otorguen un valor exagerado a sus actos y se
sorprenden cuando no reciben las alabanzas que esperan. La vulnerabilidad de la
autoestima hace al sujeto muy sensible al "ultraje" de la crítica o la frustración. Las críticas
pueden obsesionar a estos sujetos y hacer que se sientan humillados, degradados,
hundidos y vacíos. Estas experiencias pueden conducir al retraimiento.
Es habitual que no consigan darse cuenta de que los demás tienen sentimientos y
necesidades. En todo caso, cuando los reconocen, es probable que los vean con
menosprecio, como signos de debilidad.
Los líderes con trastorno narcisista construyen un muro de frialdad emocional con sus
seguidores que termina generando una falta de interés recíproco.
En el caso de Ricardo II, Shakespeare hace una profunda disección de la relación entre la
persona y su puesto. Durante buena parte de la obra, Ricardo está acosado por su primo
Bolingbroke (el futuro Enrique IV), un personaje con una visión más moderna acerca de
cómo ejercer la autoridad en el reino.
En la mitad de la trama, Ricardo es atacado por el poderoso ejército de Enrique y en ese
momento, explica claramente su percepción acerca de dónde proviene su poderii:
No bastael marpara lavarel bálsamo con el que ungieron a un Rey,ni alcanza el soplo de los
mortalespara deponeral elegido del Señor.
Ricardo, como hijo mayor de su padre, es el “elegido de Dios” para ser Rey. Eso le brinda
un inmenso poder en una sociedad religiosa, ya que cuestionarlo a él implica cuestionar
directamente a Dios.
Seguramente en la actualidad muy pocas personas creen que los reyes obtienen su
autoridad directamente de Dios, pero, sin embargo, mucha gente cree que su derecho a
actuar proviene del que está arriba suyo en la jerarquía. Algo así como afirmar que un
gerente no puede ser cuestionado porque lo nombró la cúpula de la organización.
Ricardo cree que no puede ser depuesto por “ningún hombre de este mundo”, pero en la
realidad que Shakespeare construyó alrededor suyo está a punto de enfrentarse con un
ejército que supera largamente al suyo.
Ricardo dice al respecto:
Porcada hombrea quien dio Bolingbrokeun acero contra esta corona,tieneDios reservado para
su Ricardo un ángel de gloria;y si lucha el cielo, ¿crees quelos hombreslograrán vencerlo?
Ricardo necesita un mejor ejército, pero cree que, como es el elegido, Dios va a enviar a
sus ángeles para que combatan a sus enemigos.
Esto es parte de su noción del poder: en una batalla entre hombres y ángeles, seguro
ganarán estos últimos. Este argumento le da fuerzas a Ricardo.
A medida que la batalla se desarrolla, Ricardo tiene que enfrentar el hecho que los ángeles
finalmente no han acudido en su ayuda y que su ejército está siendo derrotado, pero así
todo vuelve a invocar la magia de su autoridad:
Lo olvidé.¿No soy acaso el Rey? ¡Despierta,Majestad!¿Oduermes? ¿No es acaso el nombredel
Rey equivalentea veinte mil hombres?¡Armate!Un ruin vasallo tu nombreataca.No bajesla
frente. En el favordeun Rey,¿no se sienten altos?Altosestén suspensamientos
Si no hay ángeles ni más soldados que los del enemigo, solo queda el “nombre del Rey”
que vale por veinte mil hombres.
Este es un punto crucial teniendo en cuenta que Ricardo asume que los habitantes de su
reino lo seguirán solo porque es su Rey. El nombre del Rey, el título del que proviene su
poder, hará que la gente se sienta elevada.
Esta perspectiva de Ricardo no es consecuencia de ninguna locura, sino simplemente de la
creencia profunda que la gente lo seguirá solamente porque Dios le otorgó el título de
Rey.
La batalla avanza y la realidad empecinada le muestra brutalmente a Ricardo que los
ángeles faltaron a la cita y que poco puede hacer su nombre. En pocos minutos, la ficción
de extrema fortaleza que Ricardo creó, se hace añicos.
Ya no importa,nadiehable deconsuelo:sí de tumbas,gusanos,epitafios;Nuestrastierras,
nuestrasvidas,todo esde Bolingbroke.Ysolo puedo llamarmía a mi muerte.Y este menguado
molde,estéril fango,quesirvede cubierta a nuestroshuesos.PorDios,sentadosen tierra
contemostristeshistoriasde muertesde reyes.
La realidad destruyó su visión idealizada del poder. Shakespeare muestra a Ricardo como
alguien que repentinamente se da cuenta de las limitaciones de sus creencias.
Es un ejemplo clásico de alguien que perdió contacto con el mundo real. La falta de
relación con sus seguidores lo apartó de la realidad.
Su autoridad colapsó totalmente y solo le queda sentarse a contar cuentos de reyes
muertos. Dejó de ser diferente de cualquier otra persona.
Ricardo pasó de ser un rey imbatible a alguien patético que solo posee un pedazo de tierra
en el que cavar su tumba. De ser una Majestad ungida por Dios a estar sentado en el
suelo.
No se trata de una batalla entre ejércitos sino del choque entre dos visiones distintas del
mundo.
Shakespeare nos muestra los límites de la visión idealizada de Ricardo cuando la confronta
cara a cara con el poder material de su enemigo.
Ricardo ejemplifica una visión mecanicista del poder, que surge de una fuente exclusiva: el
título o la posición. Esa visión le genera expectativas acerca de la manera con que el resto
de la organización se va a relacionar con él, ya que una concepción semejante de la
autoridad demanda obediencia total.
Sin embargo, ese poder que aparenta ser tan fuerte, es en realidad muy frágil, ya que se
pierde la posición y no queda nada.
A través de esta fragilidad, el Ricardo II de Shakespeare demuestra que, en el mundo
moderno (incluso en el siglo XVI), este tipo de autoridad no funciona.
Por otra parte, en el mundo real, aparecen otras formas de poder que van más allá de la
naturaleza de los títulos que posean las personas. Ricardo pierde la batalla porque no
tiene el suficiente capital fáctico, expresado en este caso en número de soldados. No la
pierde por no tener autoridad.
Al final de la obra, Ricardo es depuesto y asesinado. En definitiva, la historia de Ricardo II
es un profundo ensayo acerca de la interacción entre la persona y la posición.
Esta es una lección vital para los líderes, porque muestra claramente que si uno pierde
contacto con el mundo en el cual actúan los seguidores, en definitiva está perdiendo
contacto con la realidad. Y perder contacto con la realidad conduce inevitablemente al
fracaso. La realidad siempre gana.
i Rafael Castellano (2014).“Liderazgos nocivos”.Publicado en www.sociotecweb.com.ar
ii Shakespeare, William.“Ricardo II”Traducción deJoséMaría Coco Ferraris.Editorial Nueva Visión.Buenos
AIres

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  • 1. Ricardo II: El líder narcisista Muchos lectores y espectadores de la obra de Shakespeare sufren una desilusión al observar como fracasan de manera estruendosa algunos de sus personajes. Ricardo II es la primera de las ocho obras que Shakespeare escribió sobre la historia británica en la época de la Guerra de las Rosas. El Ricardo II de Shakespeare es un gobernante con profundos defectos, irresponsable, cruel, inepto para sus altas funciones que, no obstante, alcanza al final la dignidad de una víctima trágica con su aceptación filosófica de la derrota y el sufrimiento. Ricardo nació en Burdeos el 6 de enero de 1367; era el segundo hijo de Eduardo, el Príncipe Negro y Juana de Kent. La Inglaterra que heredaría era la potencia más fuerte de Europa occidental. Un país próspero, gobernado en forma eficiente. A los 10 años de edad, sucedió en el trono a su abuelo. Su coronación fue un espectáculo magnífico al que acudieron sus súbditos desde todos los rincones del reino. Sin embargo, para Ricardo, su reinado terminó en derrota, humillación y el terror de una muerte solitaria (posiblemente, de hambre) en la mazmorra de un castillo. Su tragedia fue haber sido el único culpable de todo aquello. Se dice que era una persona muy bella y un amante del arte y la arquitectura, mecenas de ambos, fuerte, vigoroso y valiente. Quería que reinara la paz en Inglaterra, pero sus políticas internas sembraron resentimiento y discordia. Los ingleses siempre se han sentido agraviados por los monarcas o gobiernos que les imponen más contribuciones de las que estiman justificadas. Ricardo era tanto más detestado por cuanto destinaba esos fondos a costear sus placeres extravagantes y recompensar a sus favoritos. Isabel I, último miembro (y el más destacado) de la dinastía Tudor, escribió1: "Aunque Dios me haya elevado muy alto, estimo que la gloria de mi corona es haber reinado con vuestro amor". Ricardo, absorto en el amor a sí mismo, nunca fue capaz de comprender esta concepción de la monarquía. Ricardo es el clásico líder narcisista que se ve a sí mismo como una estrella y cuya única realidad era su propia imagen, que alimentaba con rituales y ceremonias públicas y con la adulación de sus seguidores; cuando esa imagen era atacada, reaccionaba de un modo extremadamente agresivo. Acabó por perder el contacto con toda otra realidad que no fuera la propia. En la mitología griega, Narciso era un joven de inigualable belleza, que rechazaba a todas las mujeres que se enamoraban de él. Finalmente, fue sentenciado por los dioses a enamorarse de su propia imagen reflejada en la superficie de una fuente y, al no poder 1 Higgins,Shaun & Gilberd,Pamela. (2000).Leadership secrets of Elizabeth I. Perseus Publishing.Cambridge, Massachussets.USA
  • 2. dejar de observar su reflejo, se arrojó al agua y murió convirtiéndose en la flor que lleva su nombre: el narciso. Alguien narcisista es una persona desmesuradamente preocupada por su ego, pero, al mismo tiempo, es un ser frágil, que suele tener la sensación de no estar a la altura de las expectativas. Dice Rafael Castellanoi: El narcisistaposeeuna personalidad frágil,quelo espera todo dela mirada de losdemás.Lo que les importa es crear la ilusión de cómo son.No se tienen confianza y,porlo tanto,tienen que estar permanentementea la defensiva,ya quepiensan quelos demáslosjuzgan y están dispuestosa criticarlos. Como temen ser agredidos,seanticipan y atacan primero. Entre los rasgos de personalidad de un narcisista, se destacan los siguientes:  Tiene tendencia a aprovecharse de los otros para sus propios intereses o metas.  Exagera sus logros y capacidades. Espera ser reconocido como superior, aunque no pueda mostrar logros proporcionados a sus pretensiones  Está preocupado por fantasías de éxito ilimitado, poder, brillantez, belleza y amor imaginarios.  Exige una atención o admiración excesiva.  Es pretencioso (por ejemplo, tiene expectativas irracionales de que se cumplan automáticamente sus deseos).  Carece de empatía  Presenta comportamientos o actitudes arrogantes o soberbias y reacciona a las críticas con rabia, vergüenza o humillación. Los sujetos con este trastorno, como tan bien describe Shakespeare a Ricardo II, asumen con alegría el hecho que los demás otorguen un valor exagerado a sus actos y se sorprenden cuando no reciben las alabanzas que esperan. La vulnerabilidad de la autoestima hace al sujeto muy sensible al "ultraje" de la crítica o la frustración. Las críticas pueden obsesionar a estos sujetos y hacer que se sientan humillados, degradados, hundidos y vacíos. Estas experiencias pueden conducir al retraimiento. Es habitual que no consigan darse cuenta de que los demás tienen sentimientos y necesidades. En todo caso, cuando los reconocen, es probable que los vean con menosprecio, como signos de debilidad. Los líderes con trastorno narcisista construyen un muro de frialdad emocional con sus seguidores que termina generando una falta de interés recíproco. En el caso de Ricardo II, Shakespeare hace una profunda disección de la relación entre la persona y su puesto. Durante buena parte de la obra, Ricardo está acosado por su primo
  • 3. Bolingbroke (el futuro Enrique IV), un personaje con una visión más moderna acerca de cómo ejercer la autoridad en el reino. En la mitad de la trama, Ricardo es atacado por el poderoso ejército de Enrique y en ese momento, explica claramente su percepción acerca de dónde proviene su poderii: No bastael marpara lavarel bálsamo con el que ungieron a un Rey,ni alcanza el soplo de los mortalespara deponeral elegido del Señor. Ricardo, como hijo mayor de su padre, es el “elegido de Dios” para ser Rey. Eso le brinda un inmenso poder en una sociedad religiosa, ya que cuestionarlo a él implica cuestionar directamente a Dios. Seguramente en la actualidad muy pocas personas creen que los reyes obtienen su autoridad directamente de Dios, pero, sin embargo, mucha gente cree que su derecho a actuar proviene del que está arriba suyo en la jerarquía. Algo así como afirmar que un gerente no puede ser cuestionado porque lo nombró la cúpula de la organización. Ricardo cree que no puede ser depuesto por “ningún hombre de este mundo”, pero en la realidad que Shakespeare construyó alrededor suyo está a punto de enfrentarse con un ejército que supera largamente al suyo. Ricardo dice al respecto: Porcada hombrea quien dio Bolingbrokeun acero contra esta corona,tieneDios reservado para su Ricardo un ángel de gloria;y si lucha el cielo, ¿crees quelos hombreslograrán vencerlo? Ricardo necesita un mejor ejército, pero cree que, como es el elegido, Dios va a enviar a sus ángeles para que combatan a sus enemigos. Esto es parte de su noción del poder: en una batalla entre hombres y ángeles, seguro ganarán estos últimos. Este argumento le da fuerzas a Ricardo. A medida que la batalla se desarrolla, Ricardo tiene que enfrentar el hecho que los ángeles finalmente no han acudido en su ayuda y que su ejército está siendo derrotado, pero así todo vuelve a invocar la magia de su autoridad: Lo olvidé.¿No soy acaso el Rey? ¡Despierta,Majestad!¿Oduermes? ¿No es acaso el nombredel Rey equivalentea veinte mil hombres?¡Armate!Un ruin vasallo tu nombreataca.No bajesla frente. En el favordeun Rey,¿no se sienten altos?Altosestén suspensamientos Si no hay ángeles ni más soldados que los del enemigo, solo queda el “nombre del Rey” que vale por veinte mil hombres.
  • 4. Este es un punto crucial teniendo en cuenta que Ricardo asume que los habitantes de su reino lo seguirán solo porque es su Rey. El nombre del Rey, el título del que proviene su poder, hará que la gente se sienta elevada. Esta perspectiva de Ricardo no es consecuencia de ninguna locura, sino simplemente de la creencia profunda que la gente lo seguirá solamente porque Dios le otorgó el título de Rey. La batalla avanza y la realidad empecinada le muestra brutalmente a Ricardo que los ángeles faltaron a la cita y que poco puede hacer su nombre. En pocos minutos, la ficción de extrema fortaleza que Ricardo creó, se hace añicos. Ya no importa,nadiehable deconsuelo:sí de tumbas,gusanos,epitafios;Nuestrastierras, nuestrasvidas,todo esde Bolingbroke.Ysolo puedo llamarmía a mi muerte.Y este menguado molde,estéril fango,quesirvede cubierta a nuestroshuesos.PorDios,sentadosen tierra contemostristeshistoriasde muertesde reyes. La realidad destruyó su visión idealizada del poder. Shakespeare muestra a Ricardo como alguien que repentinamente se da cuenta de las limitaciones de sus creencias. Es un ejemplo clásico de alguien que perdió contacto con el mundo real. La falta de relación con sus seguidores lo apartó de la realidad. Su autoridad colapsó totalmente y solo le queda sentarse a contar cuentos de reyes muertos. Dejó de ser diferente de cualquier otra persona. Ricardo pasó de ser un rey imbatible a alguien patético que solo posee un pedazo de tierra en el que cavar su tumba. De ser una Majestad ungida por Dios a estar sentado en el suelo. No se trata de una batalla entre ejércitos sino del choque entre dos visiones distintas del mundo. Shakespeare nos muestra los límites de la visión idealizada de Ricardo cuando la confronta cara a cara con el poder material de su enemigo. Ricardo ejemplifica una visión mecanicista del poder, que surge de una fuente exclusiva: el título o la posición. Esa visión le genera expectativas acerca de la manera con que el resto de la organización se va a relacionar con él, ya que una concepción semejante de la autoridad demanda obediencia total. Sin embargo, ese poder que aparenta ser tan fuerte, es en realidad muy frágil, ya que se pierde la posición y no queda nada. A través de esta fragilidad, el Ricardo II de Shakespeare demuestra que, en el mundo moderno (incluso en el siglo XVI), este tipo de autoridad no funciona. Por otra parte, en el mundo real, aparecen otras formas de poder que van más allá de la naturaleza de los títulos que posean las personas. Ricardo pierde la batalla porque no
  • 5. tiene el suficiente capital fáctico, expresado en este caso en número de soldados. No la pierde por no tener autoridad. Al final de la obra, Ricardo es depuesto y asesinado. En definitiva, la historia de Ricardo II es un profundo ensayo acerca de la interacción entre la persona y la posición. Esta es una lección vital para los líderes, porque muestra claramente que si uno pierde contacto con el mundo en el cual actúan los seguidores, en definitiva está perdiendo contacto con la realidad. Y perder contacto con la realidad conduce inevitablemente al fracaso. La realidad siempre gana. i Rafael Castellano (2014).“Liderazgos nocivos”.Publicado en www.sociotecweb.com.ar ii Shakespeare, William.“Ricardo II”Traducción deJoséMaría Coco Ferraris.Editorial Nueva Visión.Buenos AIres