En muchas organizaciones no se resuelven adecuadamente las promociones, dejando muchas personas "heridas" por el camino. En algunas ocasiones no se utiliza una metodología adecuada para la decisión y en muchos otros casos, lo que falla es la comunicación.
El artículo utiliza una de las mayores tragedias escritas por William Shakespeare para ilustrar las consecuencias de una promoción mal resuelta.
Teleconferencia Accionistas Q1 2024 . Primer Trimestre-
Otelo. Consecuencias de una promoción mal resuelta
1. aprovechado al máximo por el despechado
Yago para su terrible venganza,
Otelo
La promoción de Casio
Consecuencias de una promoción mal
resuelta
Casi todas las personas que trabajan en las
organizaciones quieren ser promovidos.
Los gerentes de Recursos Humanos suelen
afirmar que la ansiedad que sienten los
operarios de una línea de montaje cuando se
presenta la posibilidad de ascender a la posición
de supervisor es la misma que sienten los
gerentes de área cuando el puesto a cubrir es el
de Gerente General. La posición puede ser más
alta, pero la ansiedad es la misma.
Ni bien comienza la obra, Yago le dicea uno de
sus colaboradores que odia a Otelo porque este
no ha reconocido sus méritos como su segundo
al mando y lo ha injuriado concediéndole la
promoción a Teniente a Casio, un oficial más
joven e inexperto.
Introducción
En los tiempos que corren no es común que los
altos directivos de las organizaciones asesinen a
sus esposas por un ataque de celos, pero lo que
sí ocurre muy a menudo en nuestro mundo
organizacional es que alguien disemine rumores
maliciosos sobre algún colega o urda intrigas
para perjudicar al jefe que no lo benefició con
un ascenso.
El disgusto de Yago es comprensible:
Es el inconveniente de nuestro trabajo. El
ascenso se obtiene por recomendación o
capricho, no según el método antiguo en que el
segundo heredaba al primero.i
Cuesta entender las razones que llevaron a Otelo
a tomar esa decisión, ya que sentía un gran
aprecio por Yago, un honesto colaborador que
había combatido a su lado en innumerables
batallas.
El protagonista de la tragedia es Otelo, un
prestigioso general negro que presta servicios
para Venecia. A pesar que sus prestaciones eran
excelentes, Otelo nunca dejó de ser un
extranjero para los venecianos.
Incluso, en una ocasión, Yago arriesgó su vida
para evitar la captura de Otelo, dando una
acabada muestra de la devoción que sentía
hacia su jefe.
Desdémona, una hermosa mujer hija de un
importante político veneciano, se convierte en
su objeto de deseo. Además, por su posición
social, también representa la posibilidad de ser
aceptado plenamente por la sociedad.
Paradójicamente, Harold Bloomii infiere que esa
adoración cuasi-religiosa que sentía Yago por
Otelofue la causa por la cual no fue elegido.
Desdémona encarna a la sociedad veneciana,
aunque haya entregado su corazón al general
extranjero al punto de casarse clandestinamente
para eludir la intervención de su padre.
Yago, como remarca claramente Bloom, nació
para la guerra:
… es un piromaníacomoral que vive
prendiéndole fuego a la realidadiii
Esta situación social es el caldo de cultivo para
los celos de Otelo y su punto débil, el cual es
1
2. Otelo, por su parte, es un líder altamente
capacitado que tiene perfectamente clara la
división que existe entre la guerra y la paz.
oscura y dolorosa de Shakespeare y señala que
Yago es el verdadero protagonista de la
tragedia.
Las dudas acerca de la idoneidad de Yago para
reemplazarlo se basan en que este es muy bueno
para la batalla, pero su naturaleza le impide
dejar de pelear.
Otelo
Otelo relata, durante la obra, que fue un
guerrero desde los siete años. Con ese dato nos
ilustra acerca de lo duro que fue el camino que
lo condujo a su posición de grandeza.
Casio, por su parte, siendo inexperto, posee
competencias negociadoras y diplomáticas y
conoce perfectamente los límites de la guerra.
La tragedia que se desencadena a partir de esa
decisión es una analogía del “ángel caído”.
Posee una capacidad profesional extraordinaria,
pero técnicamente es un mercenario, un soldado
de fortuna que sirve honorablemente al Estado
Veneciano.
Satanás, ángel devoto de Dios, se transforma en
su más acérrimo enemigo. Del mismo modo,
Otelo era todo para Yago, porque representaba
la guerra, que era su razón de ser. Sin la guerra,
Yago no es nada.
Otelo parece incapaz de describirse a sí mismo,
si no es con términos grandilocuentes. Por
ejemplo, como alguien que puede comparar el
movimiento de su mente con el “helado y
compulsivo curso” de las aguas del Mar Negro.
El hecho de haber sido dejado de lado por
Casio, genera un trauma en Yago que anula su
voluntad y viola su concepción del poder.
Se presenta a sí mismo como un mito viviente,
alguien más noble que los antiguos nobles
romanos.
El hecho de sentirse injustamente desplazado
puede generar consecuencias muy dañinas.
Otelo habla de sí mismo en tercera persona y
cree profundamente en su propio mito.
A partir de ese punto, la energía de Yago se
concentra en la restauración de ese poder
perdido. Y para Yago, el poder está asociado
con la guerra: significa matar, humillar y
destruir al que fuera su “dios”, el mismo que
traicionó su confianza y su devoción.
Shakespeare deja a criterio del lector el hecho
de determinar cuánto hay de vanidad y cuánto
de grandeza real en el personaje.
Otelo es un gran comandante que domina a la
perfección el arte de la guerra, pero no es
consciente de lo que no sabe, porque la
percepción que tiene de sí mismo es demasiado
grande.
Consumada su revancha, Yago contempla la
ruina total de su “dios de la guerra” Otelo,
convertido en un asesino desquiciado.
Por otra parte, demuestra un desconocimiento
alarmante de las personas que lidera, lo que lo
incapacita para ejercer un cargo de alta
dirección. Casi hasta el final sigue considerando
que Yago es un hombre honesto.
Yago morirá silenciosamente en la cámara de
torturas, habiendo dejado detrás de sí una
realidad mutilada como su obra maestra,
mientras Otelo tratará de recuperar algo de
prestigio en su parlamento final previo al
suicidio.
Yago percibió esa grieta en el carácter de Otelo
y la utilizó para manipularlo y aniquilarlo.
Aunque suene sombrío, la única pasión creativa
que existe en la obra es la pasión por la
destrucción que impulsa a Yago. Por ello,
Whitneyiv afirma que Otelo es la obra más
Dice Yagov:
2
3. El Moro es de naturaleza abierta y libre. Juzga
honradas a las personas solamente porque lo
parecen.
Otelo es noble. Su conciencia (previa a la caída)
es justa, controlada y se acerca mucho al ideal
de perfección, pero ese heroísmo incluye cierto
tipo de ceguera.
El amor entre Otelo y Desdémona es auténtico
pero estaba condenado al fracaso, incluso sin la
intervención del genio demoníaco de Yago.
Otelo es un workaholic cuya carrera militar
llena por completo su existencia. La inocente
Desdémona se enamoró de la pureza del
guerrero.
De todos modos, el matrimonio no genera
cambios en Otelo, salvo en su relación con el
estado veneciano, ya que deja de ser solamente
un “soldado extranjero”.
Al charlar con su colega Rodrigo, Yago deja
perfectamente claras sus lealtades:
Otelo es un hombre que, como muchos, imagina
que el tiempo que tiene no será suficiente. Por
eso percibe, en la infidelidad de su mujer (real o
imaginaria) la imagen de su propia desaparición,
la certeza que el mundo seguirá girando después
de su muerte.
No todos podemos ser amos, ni todos los amos
estar fielmente servidos. Encontraréis más de
uno de esos bribones, obediente y de rodillas
flexibles, que, prendado de su obsequiosa
esclavitud, emplea su tiempo muy a la manera
del burro de su amo, por el forraje no más, y
cuando envejece, queda cesante. ¡Azotadme a
esos honrados lacayos!
La imagen que Otelo tiene del mundo es la de
un teatro en el que representa su carrera
profesional. Los guerreros no temen morir en la
batalla porque esa muerte los enaltecería y los
cubriría de gloria. Pero ser engañado por su
propia mujer con un subordinado suyo (Casio)
es una metafórica “muerte en vida”, que su
reputación no pudo tolerar, particularmente
desde su propia auto-percepción mítica y
heroica.
Hay otros que, observando escrupulosamente
las formas y visajes de la obediencia y
ataviando la fisonomía del respeto, guardan sus
corazones a su servicio, no dan a sus señores
sino la apariencia de su celo, los utilizan para
sus negocios, y cuando han forrado sus
vestidos, se rinden homenaje a sí propios. Estos
colegas tienen cierta inteligencia, y a semejante
categoría confieso pertenecervi
Yago
En realidad la trama de toda la obra es
consecuencia de la improvisación del genio
creativo, nihilista y sádico de Yago.
Yago no piensa desistir. Planea dar la imagen
del “empleado perfecto” que estima a su jefe y
cumple con su deber, pero en realidad
Yago es un villano maravillosamente diseñado
por Shakespeare, al punto que se ha convertido
en uno de los villanos emblemáticos de la
literatura universal.
No soy lo que parezcovii
3
4. Yago no tiene una clara intención de asesinar en
los inicios de la obra. Lo que prevalece es una
nítida sensación de furia por haber sido dejado
de lado por el personaje al que servía y adoraba
como un Dios.
quien quería en contra de la opinión de su padre,
y logró que este lo aceptara.
El problema de Desdémona no era la falta de
competencias, sino el hecho de aferrarse
demasiado a su ideal del amor cristiano y la
bondad del mundo, incluso cuando su esposo
estaba tratando de asesinarla.
Pero la hipocresía que tiñe todas las relaciones
que mantiene con los demás, termina
representando un altísimo costo en términos de
sufrimiento personal.
Nunca tomó consciencia que Otelo estaba
desquiciado por los celos y que tenía que
alejarse de él todo lo que pudiera.
Mientras para Otelo el placer consiste en ejercer
la autoridad de la manera más correcta, Yago
solo lo encuentra a través de la venganza.
Emilia, la esposa de Yago, es presentada por
Shakespeare como una persona intrépida y
furiosa, dispuesta a morir para salvaguardar el
buen nombre de su amiga Desdémona.
A partir del caos que crea, Yago surge como
una contrafigura de Otelo y termina,
paradójicamente, manipulando a su propio jefe.
Emilia está segura que alguien le mintió a Otelo,
pero no sabe que fue su marido Yago. A él
mismo le dice:
Justamente él, que tan sagazmente introdujo la
semilla de los celos y la desconfianza, le dice a
Otelo:
¡Que me ahorquen si no hay algún eterno
villano, algún bellaco bullicioso e insinuante,
algún granuja lisonjero y mentiroso que le ha
metido esta idea en la cabeza para obtener
algún beneficio! ¡Que me ahorquen si no es
así!ix
¡Oh, mi señor, cuidado con los celos! Es el
monstruo de ojos verdes, que se divierte con el
alimento que lo nutreviii
Por el modo como siembra la desconfianza,
desacredita a las personas y las enemista entre
ellas, como genera intrigas y engaña sin
contemplaciones, Yago podría considerarse
como uno de los pioneros del mobbing.
La heroica victoria de Emilia sobre Yago es una
de las grandes ironías de Shakespeare y
constituye uno de los momentos más
sorprendentes y dramáticos de la obra.
Desdémona y Emilia
El lector se sorprende con el desenlace, pero
Yago queda anonadado. De hecho, es su primer
revés desde que es dejado de lado por la
promoción de Casio.
Lo único que Yago nunca pudo perdonarse es el
error de no haber tenido en cuenta los mejores
aspectos de la personalidad de Emilia, es decir
su amor y lealtad a su amiga Desdémona.
Alguien que, como Yago, fue capaz de urdir
semejante intriga y manipular psicológicamente
a casi todos los involucrados, no pudo ver la
reacción de la persona que tenía más cerca.
Desdémona es una persona que tiene
innumerables atributos: inteligente, bella y con
muy buena formación. Además, se casó con
4
5. Emilia no pudo soportar el hecho que su amiga
no solo haya sido asesinada, sino además
difamada.
Conclusión
Todos los gerentes, aunque sea triste afirmarlo,
deberían estar preparados para descubrir que
tendrán que promover a algunos colaboradores
relegando a otros, e incluso despedir a alguno de
ellos. No deja de ser un tonto aquel que piensa
que va a ser querido por todos.
La cuestión del buen nombre y de la reputación
está presente a lo largo de toda la obra.
Casio se queja con Yago:
¡Reputación, reputación, reputación!... ¡Oh!
¡He perdido mi reputación!... He perdido la
parte inmortal de mi ser, y lo que me resta es
bestial... ¡Mi reputación, Iago, mi reputación!x
Existen tres maneras de protegerse de posibles
Yagos: en primer lugar está el compromiso con
la tarea. Conducir personas es una tarea muy
demandante que requiere atención plena. El
líder que se aísla o que se enfoca demasiado en
cuestiones externas se convierte en alguien
vulnerable.
Yago lo consuela:
La reputación es un prejuicio inútil y engañoso,
que se adquiere a menudo sin mérito y se pierde
sin razón. No habéis perdido reputación
ninguna, a menos que vos mismo la des por
perdida.xi
Lo segundo que uno puede hacer para
protegerse de posibles Yagos es crear un
ambiente de confianza y apertura en la
organización. Cuando se trabaja en relativa
armonía, compartiendo objetivos y valores, a
los Yagos de este mundo no les resulta tan fácil
crear intrigas y sembrar discordia. Aunque hay
que reconocer que algunos Yagos son artesanos
pacientes que pasan desapercibidos y son
capaces de esperar su oportunidad durante
mucho tiempo.
Más tarde, Yago vuelve sobre el tema de la
reputación cuando le dice a Otelo:
Mi querido señor, en el hombre y en la mujer el
buen nombre es la joya más preciada de sus
almas. Quien me roba la bolsa, me roba una
porquería, una insignificancia, nada; fue mía,
es de él y había sido esclava de otros mil; pero
el que me roba mi buen nombre, me arrebata
una cosa que a él no lo enriquece y a mí me
deja pobre de verdad.xii
La tercera alternativa es encontrarse cara a cara
con aquellos que fueron dejados de lado en
alguna promoción y que pueden convertirse en
eventuales Yagos.
Todos los gerentes deberían trabajar duro para
construir una imagen creíble. La credibilidad
puede ser una formidable herramienta de
persuasión.
Hay que permitirles que expresen su frustración
y sus protestas y hay que estar preparado para
explicar las razones por las cuales se tomó la
decisión, dejando perfectamente claro que
tendrán chances la próxima vez. O, por el
contrario, si piensa que no tendrán una nueva
chance, decírselo abiertamente para que puedan
buscar nuevos rumbos.
Por supuesto, nada es más difícil que reconstruir
la credibilidad una vez que la misma ha sido
dañada.
Cada acción y cada decisión que toma una
persona será mucho más efectiva si goza de
credibilidad. Incluso la credibilidad ayuda a
suplir la falta de carisma o la falta de
competencias comunicacionales.
En el mercado existen herramientas de
assessmentque son muy útiles tanto para decidir
una promoción como para explicar las razones
de la misma, tanto al promovido como a los que
no consiguieron su objetivo.
Otelo enseña una lección muy útil para los
gerentes modernos: aquel que es inseguro es
5
6. xii
William Shakespeare. Otelo, el Moro de
Venecia. Acto 3. Escena 3
mucho más vulnerable a los Yagos que se
crucen en su camino.
Si uno lee con detenimiento cualquiera de las
obras de Shakespeare, el poder de su lenguaje,
sus personajes y las situaciones en las que se
entretejen nos hacen detenernos y pensar: ¿qué
haría yo en una situación como esa?.
Shakespeare tiene algo para decirle a cada
lector, pero es especialmente útil para los
gerentes de cualquier nivel que actúan en el
mundo organizacional contemporáneo.
En definitiva, cuando uno se mira en el espejo
de Shakespeare se verá a sí mismo.
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William Shakespeare. Otelo, el Moro de
Venecia. Acto 1. Escena 1
http://www.edu.mec.gub.uy/biblioteca_digital
ii
Bloom, Harold. (1998). “Shakespeare.
Theinvention of the human”. RiverheadBooks.
New York
iii
Bloom, Harold. Op. cit.
iv
Whitney, John O. &Packer, Tina. “Powerplays”.
(2000). Simon&Schuster. New York.
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William Shakespeare. Otelo, el Moro de
Venecia. Acto 1. Escena 3
vi
William Shakespeare. Otelo, el Moro de
Venecia. Acto 1. Escena 1
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William Shakespeare. Otelo, el Moro de
Venecia. Acto 1. Escena 1
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William Shakespeare. Otelo, el Moro de
Venecia. Acto 3. Escena 3
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William Shakespeare. Otelo, el Moro de
Venecia. Acto 4. Escena 2
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William Shakespeare. Otelo, el Moro de
Venecia. Acto 2. Escena 3
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William Shakespeare. Otelo, el Moro de
Venecia. Acto 2. Escena 3
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