Este artículo critica la lentitud de la diplomacia peruana en abordar asuntos patrióticos como el triángulo terrestre en disputa con Chile. El autor argumenta que la diplomacia usa técnicas como el engaño y la mecedora para evitar revelar información a los periodistas y ciudadanos. También critica que el gobierno declare que el triángulo terrestre no está en discusión a pesar de las discusiones públicas sobre el tema entre Perú y Chile. El autor pide que la diplomacia peruana sea más transparente
1. ¿No ven que vamos a paso de
tortuga?
RINCÓN DEL AUTOR
Por: Fernando Vivas.
El Comercio 10-2-14
Hemos pasado, en materia de patriotismo, de estar en manos de los militares a caer en manos
de los diplomáticos. Es un avance civilizado, claro que sí, pero, ¿porqué no puedo estar
contento?
Porque la diplomacia es la continuación de la guerra por medios pacíficos y remolones, porque
la estrategia de unos y otros es la misma: el engaño y la mecedora. Mientras los periodistas
buscamos darle a la opinión pública la verdad, la diplomacia nos mece con el „eso no está en
discusión‟, „no conviene‟, „ahora no es el momento‟. Si alguna verdad nos cuentan es off the
record y con este aclare: “Si tu dices algo de lo que te he dicho yo lo negaré”. Solo hay una
diferencia de estilo. El off the record militar viene con algún chiste criollón, el diplomático se
adorna con citas en francés.
El triángulo terrestre se ha convertido en el tabú más manoseado y oficioso de todos. Ambos
lados lo cubren de niebla. 2 + 2 no es 4, es cualquier otra cifra para los cancilleres y ministros
de defensa que salieron de la reunión del jueves pasado preparados a decir cualquier cosa
que no revele su copiosa agenda secreta.
¿Los periodistas y los ciudadanos con sed de información estamos obligados a un patriótico
chitón boca? ¿ Acaso somos reservistas de Torre Tagle? Pues no. Solo debemos administrar
el tiempo y la forma en que se suelta la información sin perder de vista los intereses
nacionales. Pero no podemos abandonar la crítica. A Torre Tagle hay que fiscalizarlo como al
Mininter o al Midis. Pensar que la improvisada canciller Eda Rivas o el destemplado Pedro
Cateriano están blindados mientras dure su chamba de representación en el 2 + 2, sería una
soberana ingenuidad. Ambos y Humala, que ha subido unos puntos por el efecto La Haya,
estarán saboreando la cómoda perspectiva del tiempo largo. Claro, pues, el chauvinismo rinde
para ambos gobiernos. Exijamos el tiempo corto.
La diplomacia es una institución hermética y abstrusa, y eso la hace chocar con la exigencia
de transparencia que rige para el resto del estado. Tenemos que presionar para aggiornarla.
2. El ejemplo de la Convemar es exasperante. Torre Tagle ha cerrado filas contra ella, para
convertir en un elemento de larga negociación bilateral con Chile lo que debería ser una rápida
afirmación unilateral de la coherencia de la posición peruana. El agente Allan Wagner llegó a
decir que cuando fue canciller en el primer gobierno de García quiso firmarla, pero encontró
muchas resistencias. Bueno, pues, si se hubiera abocado a vencerlas y nos adheríamos, tal
vez no íbamos a La Haya. Hubiéramos podido ir al tribunal de Hamburgo, donde los
diferendos marítimos se resuelven con más prontitud.
Lo del triángulo terrestre es un caso extremo. Decir que no está en discusión lo que obvia y
estentóreamente lo está en los discursos de ambos países, es tratarnos de idiotas¿Por qué no
quemar etapas y decir que para el Perú el triángulo es indudablemente peruano según el
tratado del 29 y que si Chile insiste en lo contrario que pida el arbitraje de EE.UU.? ¿Por qué
no dejar que Chile arriesgue a construirse en un tris la imagen de reclamón que nos han
endilgado en décadas? Con perdón de mis amigos de Torre Tagle, me temo que somos
víctimas de un interés político bilateral en avanzar a paso de tortuga.