1. MARTES 7 DE ENERO DEL 2014
FERNANDO VIVAS
Bienvenido el debate
Doble aclaración: trabajo en el medio bandera de la llamada ‘concentración’, pero tiendo, por espíritu, a ser un
‘desconcentrado’. Y ese, por cierto, es un primer argumento que doy a favor de El Comercio. Aquí se respetan
mis puntos de vista, como los de otros columnistas, porque existe la sana convicción –salvo en momentos de
apasionamiento– de que el pluralismo es un valor que ayuda a que los diarios sean mejores y se vendan más.
Al grano. Saludo el debate porque sí creo que la influencia de los medios debe ser discutida por la sociedad,
así como discutimos al gobierno y al Congreso. En sentido extenso, somos parte del equilibrio de poderes en
la democracia. De esa consideración teórica y política, y de lo que nos hizo pasar el fujimontesinismo en los
90, he derivado una convicción.
¿Cuál es? Que necesitamos medios sólidos y solventes que puedan resistir las tentaciones, amenazas y
cortejos del poder. Nos conviene contar con empresas que soporten la eventual deserción de anunciantes
presionados por los gobiernos, las tentaciones de los lobbies, las amenazas judicializadas, las bravatas de las
mafias que nos vuelven inseguros. Queremos periódicos que puedan invertir en unidades de investigación de
largo aliento y sin retorno fijo.
Fue El Comercio el único grupo que pudo solventar un canal de cable que difundiera el video KouriMontesinos en el 2000 y, dos quinquenios después, fue América TV, canal del grupo, el medio que difundió
los ‘petroaudios’, la denuncia de mayor impacto contra el segundo gobierno de Alan García. Por cierto, no
todos los medios del grupo tuvieron la misma actitud aquella vez. Algunos fueron acusadores radicales, otros
mostraron remilgos en aras de la gobernabilidad. Lo que confirma –¡en buena hora!– que esta corporación no
es un ejército ni un convento.
Por todas estas razones sí creo que es pertinente que se hable de topes a la concentración pero estos bien
pueden ser más altos que en otras sociedades. No estoy seguro de cuál deba ser el límite conveniente (si
aplicarlo por unidades de negocio y no por volumen de ventas, lo que no afectaría la compra de Epensa, pues
sobran periódicos; si dejar las cosas como están y endurecer la legislación sobre posición de dominio; si
establecer un 80%, si menos de 80% y más de 60%) pero en cualquier caso debe ser alto.
Saludo, además, el debate, porque permite plantear un tema que es más importante que la concentración: la
calidad. La sociedad puede exigir a los medios que incorporen instancias, o las mejoren si es que las tienen
como El Comercio, de atención de quejas y sugerencias. Yo extraño la ausencia de defensores del lector y no
creo que el muy respetable Tribunal de Ética del Consejo Peruano de la Prensa los supla. Estas son
exigencias que no afectan en absoluto la libertad de expresión; por el contrario, abonan al rigor, al control de
calidad y a la interacción con el público.
Conclusión provisional: debate politizado, debate entrampado. El Gobierno ha encontrado un tema para
revitalizase ante su clientela más postergada y la oposición otro para proyectar sus candidaturas. Confío en
que El Comercio no alimente a ninguno de esos dos guiones ajenos a la misión periodística y que prosiga,
legítimamente, con su lógica de crecimiento competitivo que no es, precisamente, concentrar, sino
diversificarse.